Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Mira de frente

Índice

Sonetos:
Abril No me asusta morir Al pie de la hornacina La voz del poeta Amazona gentil
Poemas:
¿La conocí? Tibiamente a mi lado No sabría esperar
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Breverías

2491
Hace frío en mi noche. Y está oscuro. Cuando estabas aquí, danzaban tersos luz, susurro y calor, en armonía. Es invierno en abril. Sólo capturo el calor que trasciende de mis versos, incapaz de lamer mi anatomía.

2492
Se me acerca tu piel. Es documento que requiere mi firma, y no vacilo. Mi pluma de oro inicia el movimiento, rubrico y sello el acta con estilo. Acción de propiedad, te pertenezco. Y suave, dulcemente, me adormezco.

2493
Por encima de tanta voz amarga que empantana de agraz nuestros oídos, de la voz estridente que descarga so capa de atención triviales ruidos, a través de la estéril paramera del discurso político a brochazos, yo voy en displicencia y en sordera, por no poderlo hacer a puñetazos.

2494
Voy arañando los cerebros fríos que me cercan, en busca de una idea; y los encuentro frívolos, baldíos, su condición anémica me asquea. Cuanto más ignorante el individuo, tanto más axiomático se piensa. No tenemos un hombre, es un residuo de humanidad indigno de defensa.

Sonetos

2653 - Abril
Caminé por tu abril, tan andariego, despegado de cuanto fue cercano. Nada llevé conmigo, ciudadano de tus campos de aroma, flor de espliego. La vida era un solaz, mágico juego, al borde mismo de la propia mano. Mas ya ni lo practico ni me afano, Momento es de partir. Hoy me despego. Abril se hizo noviembre. Mi vereda se colmó de hojas secas. Se me enreda un lazo problemático en los pies. Mucho anduvimos juntos. Y fue bueno. Mejor hoy navegar por mar ajeno, que naufragar a golpes de porqués.
Los Angeles, 6 de junio de 2011
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2654 - No me asusta morir
No me asusta morir. Sé que mi muerte nació cuando nací, hermana gemela. Sigue conmigo ruta paralela,, y, a cada paso, de su plan me advierte. Ni más débil me vuelve ni más fuerte cada vez que, a menudo, se revela. Ni más descuido ni mayor cautela cambiarán su dictamen o mi suerte. De la sombra a la sombra caminamos sobre un hilo de luz que bautizamos con el nombre de vida. Y eso es todo. Un paréntesis somos, que se cierra tras la última palabra, y nos entierra en la sombra que fuimos de otro modo.
Los Angeles, 7 de junio de 2011
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2655 - Al pie de la hornacina
Cada vez que efectúas el lavado de tus sábanas, algo se desprende de cuanto fui a tu lado, y que trasciende a saliva, sudor, semen cuajado. Esa parte de mí que, a tu costado fluía inmaterial, que no depende de hacer, sino de ser, y que no entiende de pausa aunque la piel haya cesado. Un doble detergente burbujea en tu alma y en tus manos, y blanquea sábanas y memoria de mi rastro. Y en mi lugar, perdurarán en ruina, tal vez, tal vez, al pie de la hornacina, restos de una escultura de alabastro.
Los Angeles, 7 de junio de 2011
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2656 - La voz del poeta
Mis versos tienen voz; quien los atiende me escucha, me conoce, se derrama sobre esta piel de trovador que clama bajo el arcángel que hacia mí desciende. Mi voz ya no es mi voz. Luz que se enciende como relámpago en la noche, llama que abrasa la hojarasca, criptograma que solamente el iniciado entiende. Mis versos tienen vida, que es la mía. Llegó de lo más alto, donde ardía el fuego celestial de Prometeo. No sé si sustraído u otorgado, mas quedé por su fuerza arrebatado, y ahora no escribo; canto y clamoreo.
Los Angeles, 7 de junio de 2011
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2657 - Amazona gentil
Aplasto sobre ti cada arrebato que me quiebra la piel; si hondos y ciegos, capaces de surgir, encender fuegos, y tocar las campanas a rebato. Cuanto más me atareo, más dilato mi insaciabilidad. Inicio juegos, delineo tácticas, comparto ruegos, me sumerjo, y al fin me desbarato. Ah, mujer, que me abrazas, me recibes, me hostigas, y no hay agua en tus aljibes que extingan esta fiebre intermitente. Amazona gentil, y desenvuelta, que cuanto logras me lo das de vuelta, sin apocarte de mirar de frente.
Los Angeles, 8 de junio de 2011

Poemas

¿La conocí?
¿La conocí? No sé. Vino a mi vida en languidez de caluroso viento, dando tumbos, rodando en algazara, sin planes de futuro, con los besos en abundancia de semillas fáciles lanzadas a voleo. Tan bella sembradora, tan receptivo y fértil el terreno. No sabía de ardid o compromiso, transparencia en la sombra de los cuerpos, sus palabras de estrictas acepciones con la fidelidad de los espejos. Nunca nadie me habló de tal manera, sin sonrojo, en directo. Su discurso era dardo hacia el espíritu, rasgueando querencias y conceptos, mujer de cien facetas, pero siempre de paso, como el tiempo. Más que álamo era arroyo, renunciando a lo estático, sendero de agua hacia un mar al que jamás se llega, mas que fluye en perpetuo movimiento. Yo le hablaba de abrazos, ella hablaba de versos, yo de melancolía, ella de ofrecimientos. No temblaba su voz, ni parpadeaba, en los temas atípicos del sexo. Conversamos por horas, llegando a conocernos. Éramos tan afines como si fuera parte de un recuerdo. Me hizo el amor con aptitud de hetaira, con imaginación, sin titubeos, pulsando cada cuerda del arpa de mi cuerpo. Tan natural como la rosa, el río, la canción de las olas, el almendro. Y al fin partió. Como el hilillo tenue del humo del incienso; como la amplia sonrisa que se apaga en la tarde; como el eco. Manos desconocidas nos enseñan tanto más que el trajín de los expertos…
Los Angeles, 5 de junio de 2011
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Tibiamente a mi lado
Tibiamente a mi lado, con esa dejadez de quien descansa del tráfago del mundo, y se desnuda del último quehacer. La cabalgata de las preocupaciones pasó de largo por su ruta amarga, y ya es sólo, sin ruidos ni temores, nubecilla de polvo en la distancia. La belleza está aquí. No es el adorno cubriendo el cuerpo, ni la voz que canta, ni el hechizo del rostro. Es, más bien, la barrera carismática, serena, indefinible, que de cuanto no somos, nos aparta. No sabe entristecerse quien la tiene, venga lluvia o nevasca. Estar, esa es la clave, mas conscientes de quien al lado está. Somos la zarza que arde sin consumirse, y el suelo, bajo el pie, es tierra sagrada. Tibiamente a mi lado. Se ha muerto el cosmos, que sobre la espalda llevábamos ayer. Hoy somos ambos la pareja inicial, en la alborada del nuevo Edén. Qué espléndida armonía en torno a nuestra fiesta se derrama. Fácil amar así. Mira de frente, que nada nos distraiga.
Los Angeles, 6 de junio de 2011
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No sabría esperar
Tanta prisa de ti, por ti, contigo. Como si el tiempo, en incesante acoso, presionara la arena en la clepsidra, hasta el último grano. Poco a poco se suceden las cosas, me insinúas. Su curso seguirán, como el arroyo. Tú vienes sin apremio, con la calma de quien se va a quedar. Yo al otro polo, en urgencias de amarte. Te quiero ya en ayer. No me acomodo al ritmo de las horas. Soy futuro antes de ser presente, y llevo al hombro cargamento de ti galvanizante, que sobre mis sentidos desmorono. No sabría esperar, ir paso a paso; es ahora mismo ya, lo quiero todo..
Los Angeles, 6 de junio de 2011
Diseño: Carmen Álvarez
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