Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Pedestales

Índice

Sonetos:
Pedestal Nº 1 Pedestal Nº 2 Pedestal Nº 3 Pedestal Nº 4 Pedestal Nº 5 Pedestal Nº 6 Pedestal Nº 7 Pedestal Nº 8
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Breverías

1901
Tu piel es una idea, un sentimiento, encendiéndose al tacto; no te apagues, mujer, que este momento vaya más lejos del concepto abstracto que hilvanamos a veces entre un ‘si me arriesgara’ y un ‘quisiera’. ¿No entiendes que hay en las insensateces más gozo y madurez que hay en la espera?

1902
En la rodilla la cabeza, hundida tan dentro de ti misma que no aciertas con tu fe ni tu audacia, confundida entre las cosas idas y las muertas. Siempre hay oscuridad donde hubo herida, pero hay también vestíbulos y puertas. A un paso estás, levanta la persiana, abre la puerta, que entre la mañana.

1903
Te ocultas entre velos transparentes, que te hacen más desnuda; los rasgos de tu piel, más inocentes, tan expresiva toda tú aunque muda. Ver sin ver, escucharte sin palabras, rozar tus formas sin lograr tocarte, qué imagen viva de un abrazo labras que sin darme me das, te doy sin darte.

1904
Tu belleza resalta en los harapos, más elegante si peor vestida; ni el hábito hace al monje, ni los trapos subsanarán lo que omitió la vida. Medio desnuda vas, no medio bella, sólo juzgo a la flor por su atavío, porque no tiene más; en ti destella mayor encanto, que quisiera mío.

1905
¿Por qué te abrazas a la estatua inerte, que no te abrazará? ¿Por qué ese fuego que consume tu entraña, se trasvierte sobre estériles páramos de juego? Flotan tus manos, y tus senos flotan sobre el mármol desnudo, inmóvil, frío, y en tu piel agresiva sólo explotan sordos ecos de cántaro vacío.

Sonetos

1906 - Pedestal Nº 1
A punto de volar, prontas las alas a extenderse, mi cóndor solitario; el pie casi dejando el escenario de intranscendente vida de antesalas. Desnuda luces tus mejores galas, y a través de la piel, yo, visionario, me adentro hasta el altar del santuario en donde diosa y víctima te instalas. Vas a dejar un mundo de aislamiento, se estremece tu cuerpo en movimiento hacia regiones aún desconocidas. Brillan sueños en ti, hierven deseos, extintos quedan ya los titubeos, y volarás en torno de otras vidas.
Los Angeles, 9 de julio de 2008
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1907 - Pedestal Nº 2
Se te ha ausentado el hombre, y de su abrazo, templo pagano en que adorabas ciega, sólo te queda, en su belleza griega, una columna jónica. El zarpazo del destino cortó el último lazo, y nada os une ya; si el alma ruega, será súplica vana, que no llega a subsanar el daño del rechazo. A esa columna abrazan y comprimen los muslos del recuerdo, mientras gimen en gozo y en dolor tus orfandades. Densa fragancia de mejores días y sudor animal en sus estrías aún logran activar tus humedades.
Los Angeles, 9 de julio de 2008
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1908 - Pedestal Nº 3
El ombligo en el fiel de la balanza, torso y piernas pendientes de la altura del pedestal, y su amplia curvatura audacia y sumisión en alianza. Los brazos hacia atrás en doble lanza de ofrenda y rendimiento, su figura vértico-horizontal es la más pura combinación de espera y esperanza. Frente a su rostro, en pie, tiendo la mano por la amplitud del vientre, y la acampano sobre los tibios, erizados senos. Entre mis muslos su mentón bucea, y todo mi armazón se tambalea bajo espumosa tempestad sin truenos.
Los Angeles, 10 de julio de 2008
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1909 - Pedestal Nº 4
¿Quién a tu espalda observa la belleza de tu alongada exquisitez desnuda sin osar acercarse? ¿Por qué duda, si sólo caminando se tropieza? Ay, qué envidiable apremio, qué tristeza no ser la piel rogada, la voz muda, que tanto en llegar tarda, que se escuda en silencio, temores o torpeza. Mano tendida, labios entreabiertos, ojos invitadores, ¿qué otros puertos pueden brindarse a nave pasajera? Ah, sí; carne rosada en curvatura, círculos de altos centros, y apertura que de astas asaltantes se apodera.
Los Angeles, 10 de julio de 2008
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1910 - Pedestal Nº 5
A martillo y cincel nació la diosa, y se fraguó su desnudez serena bajo el mármol quebrado, que cercena estrato a estrato mano prodigiosa. Y fue estatua tan fría como hermosa, como nube, distante; tan ajena a roces y miradas, como arena indiferente al agua que la acosa. Una mujer se le abrazó; gemía por su amor, por su tacto, sinfonía de impulsos lésbicos desafiantes. Se humanizó la diosa, y encendida, saltó del pedestal, y ahora es su vida, ni mármol ni inmortal, carne de amantes.
Los Angeles, 10 de julio de 2008
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1911 - Pedestal Nº 6
Ensimismada, como si no hubiera luz ni sombra, matices ni rumores, silenciados los viejos trovadores que fueron su clarín, nadie la espera. Postrada languidece, desespera, vive hacia dentro, bajo los horrores de un corazón sin aves y sin flores, en vacuidad, de hierro y rastrojera. No sabe erguirse; el pedestal le ofrece punto de apoyo, pero permanece refugiada en su noche miserable. Llevas, mujer, un himno adormecido que intenta reventar, y no has sabido liberar su energía formidable.
Los Angeles, 10 de julio de 2008
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1912 - Pedestal Nº 7
Tensa pantera que la opción medita de arrastrarse o saltar sobre la presa; cuando mujer, sabe enlazar o besa, cuando fiera, avasalla o decapita. Es rosa enmascarando dinamita, verdugo camuflado de princesa, súbita sangre, pero de sorpresa, según cuando o lo que ella necesita. Blandos, armónicos sus movimientos como una orquesta de los cuatro vientos, en conjunción de logro y tentativa. Oh, sí, las corvas, afiladas garras, diez colmillos al sol, diez cimitarras, tan gentil, tan sensual, tan agresiva.
Los Angeles, 10 de julio de 2008
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1913 - Pedestal Nº 8
Besaría tu piel, la besaría como se bebe un vino prominente, acunando el sabor, tan lentamente como si fuera el fin del postrer día. Ah, la infinita curva, travesía del muslo a la cintura, en la vertiente de la cadera, casi transparente entre la timidez y la osadía. La que ahora estás mirando, ensoñadora, imaginando que alguien te devora, mitad vigor, mitad exquisitez. Tan absorta en ti misma, tan serena, que lo único que en torno a ti resuena es el murmullo de tu desnudez.
Los Angeles, 10 de julio de 2008
Diseño: Carmen Álvarez
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