Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Brisa galante

Índice

Sonetos:
Una noche Desdibujándose
Poemas:
Redención Huracán Como los de su madre Camino del cementerio Sueños
seperador

Breverías

1931
Lentamente regreso, cauteloso, a mi vieja sonrisa, la simiente del gozo en gestación recién plantada. Huele a sándalo el aire, y tembloroso mueve su fronda el olmo. De repente siento el alma de nuevo iluminada.

1932
Voces hay que nos rozan, que nos gritan, que nos rompen la vida, o la renuevan, como hay vientos que besan o que agitan, que nos sumergen o que nos elevan. ¿En qué voz me hablarás, tú que navegas, proa hacia mí, y a velas desplegadas? ¿En ola azul, que avanzas y repliegas, o en clamor de galernas encrespadas?

1933
Eres de acero, a veces me golpea el filo hostil, tajante de la espada, y a veces mi visión se tambalea cosido a la pared por tu lanzada. Hazte de levedad, de mansedumbre, hiéreme a brisa, a pétalo, a gemido, a tenue roce, a luz que me deslumbre…, déjame en fin extático y vencido.

1934
Escucho, siempre escucho, y con frecuencia oigo palabras, ecos y sonidos que me pasan de largo, sin dolencia, lobo alzando en la noche sus aullidos. Pero sigo escuchando, y a la espera y a la esperanza de una voz sensible que no se haga en mi oído forastera, aldabonazo, aun siendo imperceptible.

1935
Me dijo que me amaba demasiado; era una tromba azul, una borrasca, un vendaval haciéndose tornado, y el paisaje a su soplo era hojarasca. Y yo me dejé amar. Era violenta, mas sin herir, colmena y catarata, fiera complicidad, pantera hambrienta, que aún después de perdida me arrebata.

Sonetos

1952 - Una noche
Una vez, ya por ti quizá olvidada, forjamos una noche a nuestro modo, tal como Dios nos engendró del lodo al filo de la sexta madrugada. Hubo esperanza y fe; luego, truncada y hundida la ilusión, lo vimos todo como si nuestra vida en el recodo del camino quedara sepultada. Expulsados de nuestro paraíso, y en nómadas trocados de improviso, cada cual eligió su propia senda. Ahora yo miro atrás, a lo que fuimos, y me parece que cuanto vivimos, más que acontecimiento, fue leyenda.
Los Angeles, 7 de septiembre de 2008
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1953 - Desdibujándose
Ah, cómo se diluye su figura... El tiempo es niebla gris que difumina, y cuanto más la evocación se obstina tanto se ve en la mente más oscura. Voy, trovador errante en la espesura, en busca de su sombra. Se me hacina tropel de formas, pero la genuina, la que llegue a besar, no se aventura. Puede ya ser, semidesvanecida, nube, rumor, oscilación, que anida en mundo cada vez más irreal. Tiendo la mano y nada corroboro, la vista avanzo, pero no avizoro sino un paisaje ausente y espectral.
Los Angeles, 7 de septiembre de 2008

Poemas

Redención
Apresúrese el sol en su camino para poder reconquistar mi sombra, enlazada a unos pies apresurados que al caminar la ignoran. Tengo el alma despierta en otra alma remota que se ha dormido anticipadamente, como la luz en la ciudad lluviosa. Y quiero rescatarla de esa prisión angosta en que sigue soñando y languidece, abrazada a un pasado que es historia. Voy a abrazar la vida, voy a encender la antorcha que me alumbre en la noche sin estrellas, voy a llenar mi alforja de esperanza, refuerzo y desafíos, sacudirme la broza apegada a mis miembros al caminar a flor de paradojas; volver a ser yo mismo, hombre con alma y sombra, que nadie pueda ya desvirtuarlas como hoy padecen y se desmoronan. Hoy, al crepúsculo, he de redimirlas; quédese allí la noche, que responda cada cual de sus actos, de sus inconsecuencias, de sus horas.
Los Angeles, 4 de septiembre de 2008
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Huracán
Vendrás a mí con el fervor del viento de estío en las Antillas, revolviéndote en fiero torbellino, y allanando mi torre. Te aproximas a golpes invisibles, domando las palmeras de otras vidas, que oscilan a tu paso, como queriendo sucumbir. La mía te abrirá el paso franco, como a una emperatriz en reconquista. Me subyugaste desde lejos, ahora llegas en esplendor hasta mi orilla, y acepto tu oleaje, tu arrebato, y aun la devastación que se anticipa. Tu intensidad me arrastra, me circunda, me lleva a la deriva. Y me dejo llevar; no, no me opongo, abráceme tu curva destructiva, pulverice mis tramos anteriores, y abra otras perspectivas. Es el momento de arrasar lo viejo, y reemplazarlo. Ya vendrá la brisa, con su mano galante de cálida caricia, y alzará nueva torre, destacando como una lanza en pie sobre las ruinas. Entonces habrá calma, y en voz muy baja te diré: Eres mía.
Los Angeles, 5 de septiembre de 2008
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Como los de su madre
Salen los niños del colegio, en grupos, algarabía, risas, empujones, tropel de golondrinas alborotadas hacia el horizonte. Sale también el tuyo, tan garboso, y de súbito tan hombre; hombrecito más bien. Tiene los ojos pardos, como los tuyos, y tan nobles; y una sonrisa abierta que le inunda la cara, y un derroche de gestos espontáneos, de los que no se esconde; tan indeliberados como los de su madre aquella noche. Se le revienta el alma a través de la piel; surgen en bloque los mínimos impulsos, los pródigos afectos; no conoce reserva o disimulo; se le va lo intangible a borbotones, el gozo, el ímpetu, el ardor, la gracia, como los de su madre aquella noche. Es inquieto, feliz, arrimadizo, se mueve, salta, corre, no por el ansia de llegar a un punto, sino por el placer de esas acciones. Ah, tantos rasgos suyos, en el fondo, como los de su madre aquella noche...
Los Angeles, 6 de septiembre de 2008
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Camino del cementerio
¿Nunca habeis visto un cementerio hermoso como la inmensa mano de la brisa peinando el sauce, y oscilando el mástil del enhiesto ciprés en la llovizna? El muro que le cerca no es adusto, tiene un toque nostálgico, y adscritas a sus piedras talladas hay promesas solemnes, y caricias. Está en medio del pueblo, casi en silencio, casi en compañía, los verdes prados, densos maizales, en retirada ya ante la ofensiva de cemento y ladrillo; pero el sendero vive todavía adosado a la tapia como un hermano siamés. Caminan recios pastores tras de las vacadas, en lentitud, mientras la tarde expira. Yo repetía el mismo itinerario cuando tú eras aún parte de mi vida, y te llamaba desde el móvil. Eran lugar y tiempo que al secreto invitan. Esa pared preserva confidencias que yo recuerdo, que tal vez tú olvidas. Al otro lado, amantes bajo tierra, de otras edades, polvo ya en la arcilla, sentirían eléctricos impulsos oyéndome pasar; no se marchita ni se muere el amor, sólo se ausentan ciertos amantes que al amor abdican. En este cementerio, un subterráneo corrimiento de tierras que lo agita, una fragancia apenas perceptible, una dulce, callada melodía, les otorgaba, transitoriamente, blanca resurrección de sus cenizas.
Los Angeles, 7 de septiembre de 2008
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Sueños
Es doble mi soñar. No importa el uno, cuando, dormido, no voy al volante. Ni decisiones ni control ejerzo, es dejarme llevar, como si al aire mi hojita de papel, zarandeada, fuera en zigzag involuntario, errante. El sueño de la noche, inconsciente, pasivo, no me vale. Es el sueño del día el que se me hace vivo y relevante, porque soy quien decido cuanto mi mente y corazón invade. Soñar de noche es ir a la deriva sin timón ni bitácora en la nave, zarandeado por el mar, sin rumbo, errático, a merced del oleaje. Soñar de día es manejar las velas, trazar el derrotero, anticiparse a contingencias de peligro y triunfo, elegir el destino y alcanzarle. Nunca te he visto dentro de mis sueños nocturnos; las imágenes que me acosan en ellos son anónimas, y carecen de rostro, aunque me abracen. Llegan, me dan su piel, y se evaporan; nunca saben quedarse. Tú vienes a mis sueños cada día, en las plácidas horas de la tarde, en el encanto azul de las mañanas, en el tráfago denso de las calles, en el silencio oscuro de la alcoba, en el verde rumor de los pinares. Yo te llamo, tú vienes y te quedas, tan plena, tan desnuda, tan fragante, con el rostro cargado de promesas, y el ímpetu de amar sobre la carne. Y aunque un día te ausentes, para vivir tu vida en otros lares, yo seguiré, compilador de sueños, tejedor de utopías, fabricante de absurdas ilusiones, trayéndote a mis propias orfandades, clavándote a la cruz de mis deseos, hundiéndote en los pozos de mi sangre, sin querer evitarlo por mi lado, sin lograr evitarlo por tu parte. Me pertenecerás, aunque no quieras, porque yo te he asaltado al abordaje, porque yo te he creado a mi manera, porque tú te has quedado, sin quedarte.
Los Angeles, 9 de septiembre de 2008
Diseño: Carmen Álvarez
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