Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Oscuro paisaje

Índice

Sonetos:
Mi locura Mi combate Escepticismo Su voz La tiniebla
Poemas:
Cuando voy por tu calle Memoria No hay pérdida total
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Breverías

1936
No reserves tu amor para mañana, ámame hoy, que no existe otro momento, bésame ahora, que el fuego está encendido. Este instante para ambos se engalana con la diáfana piel del sentimiento y el desnudo arrebato del sentido.

1937
Y la palabra se trocó en espada, y fue blandida en furia y aspereza por quien un tiempo compartió la almohada, y acostumbraba a hablar en gentileza. Hojas fueron aquéllas que arrastrara la corriente del tiempo, ya hojas secas; el duende afable que las engendrara es hoy espectro que las deja huecas.

1938
Tú me hablas hoy en cálida blandura, con palabras de brisa, nube y rosa; casi olvidé ese tono en la brumosa vacuidad de mi propia desventura. El tuyo es más frondoso, más fragante, le da a cada palabra lozanía, como si hicieras de hoy el primer día de esta mi vida, mi primera amante.

1939
Te asustas del amor ¿Te causa miedo tal vez el mar rompiéndose en la roca, o el callado misterio del hayedo que a espíritus benévolos convoca? Yo en el peligro del amor me hospedo, y en su abandono mi alma desemboca. Siendo inciertas las lágrimas futuras, empieza a amar. ¿Por qué las apresuras?

1940
Me ha llegado tu voz como el mensaje de una tarde otoñal, con ese acento de nostalgia y dulzura y sentimiento que uno intenta integrar en su lenguaje. Ya no quiero yacer sobre la losa de tu silencio, que se me hace fría. Absorto he de escucharte cada día, sigue hablándome así, tan rumorosa.

Sonetos

1954 - Mi locura
Voy por la vida cultivando vientos, trastocando el vaivén de las mareas, propagador de ilógicas ideas, y de contradictorios sentimientos. Rugen en mí leones siempre hambrientos, fraguo y ensayo absurdas odiseas, e intento edificar las azoteas sin haber asentado los cimientos. Soy un loco de atar, mas desatado, tal vez alguien me juzgue enamorado, y tal vez otros incapaz de amar. Mi cosecha es furor de tempestades, pero en tan ásperas adversidades podré rendirme, nunca mendigar.
Los Angeles, 15 de septiembre de 2008
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1955 - Mi combate
Sin la grandeza, mas con la osadía de Don Quijote, afronto los molinos; no importa cómo ni por qué caminos me salen al encuentro cada día. No floto en gozo al verlos, mi energía podrá domar las copas de los pinos, pero no logro verlos tan genuinos como el buen caballero los veía. Quisiera hallar en ellos los gigantes de amplios brazos en cruz, gesticulantes, para darle al combate algún sentido. Mas sólo veo inmóviles perfiles sobre la estepa, ni ásperos ni hostiles… ¿Habré olvidado el sueño y me he dormido?
Los Angeles, 16 de septiembre de 2008
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1956 - Escepticismo
Me ha mentido el reloj, la luz me miente, y el susurro del aire, y la fragancia de las rosas, y cada circunstancia que me rodea, ambigua o evidente. Ya la verdad no es bloque transparente asentado en soporte de constancia; es veleta girando en la distancia a impulsos de ventisca ambivalente. Lo absoluto deviene relativo de acuerdo a cada plan, cada motivo que el interés, no la equidad, ordena. Hemos llegado a ser campanilleo que no piensa ni siente, traqueteo que a indecisión y tedio nos condena.
Los Angeles, 17 de septiembre de 2008
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1957 - Su voz
La voz, su voz, me llega todavía rodando suavemente, como un río que prefiere la paz del regadío, al encuentro del mar en lejanía. Ella ya no lo sabe. Quizá un día fue consciente, pero hoy es sólo mío este placer de recordar; sonrío porque esa voz es, más que suya, mía. Partió, es verdad, y aunque dejó de hablarme, todo cuanto me dijo, al aceptarme desde el principio, permanece intacto. Si bien sus labios al presente callan, sus palabras son cánticos que estallan sobre mi piel como lo fue su tacto.
Los Angeles, 17 de septiembre de 2008
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1958 - La tiniebla
Ah, la tiniebla, qué íntimo regazo, qué asilo para el ensimismamiento, qué puerto en que alijar el cargamento de este barco interior. Cada zarpazo soltado por la vida, cada lazo degenerado en estrangulamiento, cada amor agotado o fraudulento, requiere la terapia del abrazo. Y la sombra en silencio nos envuelve como una madre oscura, y nos devuelve la paz perdida, la esperanza muerta. La luz es distracción, beligerancia, la tiniebla es la calma de esa infancia que ansiamos recobrar, que nos despierta.
Los Angeles, 17 de septiembre de 2008

Poemas

Cuando voy por tu calle
Cuando voy por tu calle, se iluminan absurdamente todas las farolas; absurdamente, porque no es de noche, absurdamente, porque soy antorcha de inextinguible fuego, emanando luz propia. No soy extraño a este camino, llevo casi un caudal de siglos y rapsodias en mis sandalias y mi voz, y cargo recuerdos y esperanza en mis alforjas. Esta calle no es nueva, pero es nueva, o así me lo parece. Se me agolpan en los oídos tonos y palabras que otro tiempo escuché, se me incorporan a la piel viejos tactos, tan vigentes como de haber nacido en esta hora, y me llevan a ti, tan evadida como si hubieras muerto, tan remota. Me reconoce tu balcón, tu huerto, el pino tan sereno, las magnolias, y el perro, que no ladra, pero agita la cola. Por eso, cabalmente, se me iluminan todas las farolas, como entonando un himno silencioso, pero radiante. ¿Y tú? Ya no te asomas, apartando el visillo, a la ventana, con la ansiedad a plenitud gozosa, corriendo hacia la puerta, hacia el abrazo, y luego en raudo ascenso hasta la alcoba. Todo en tu casa y en tu calle sabe que voy llegando, pero tú lo ignoras. Hoy pasaré de largo, se dormirá la luz en las farolas, y al entrar de la noche agazapada, no querrá despertar. Silencio y sombra.
Los Angeles, 17 de septiembre de 2008
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Memoria
¿Dónde te conocí? ¿Cuándo llegaste, repiqueteo anónimo, a mi vida, como quien va de paso y sólo pide un vaso de agua fresca, cristalina? Tenías cálidos los ojos; luego se fueron enfriando, como el día filtrándose en el túnel de la noche, y tu mano era tacto de ceniza. Pero eso fue después. Antes viniste como quien no presenta alternativa, tú, sólo tú, sin pretender, quedándote, aunque sólo pasabas de visita, y tornándote, al fin, imprescindible, como la luz y el mar, como la brisa. Me quedé. Te quedaste. Pero ¿dónde? Tanto tiempo ha pasado, y abatida quedóse la memoria, aniquilada, como al furor del viento las orquídeas. Vestigios de oro abundan en la mente, pero sin conexión, en la neblina de tiempo y de lugar obliterados, que ni saben morir ni resucitan. Sé que viviste en mí, sé que te has muerto, que fuiste fuego, pero ya ceniza dispersada en los vientos interiores, sin forma exacta ya, tan evasiva. Es invierno. Hace frío. Estoy cansado. Me tiendo bajo un álamo, a la orilla de este camino absurdo que no me lleva a donde quiero. Giran las hojas últimas danzando al viento. Una sombra a lo lejos se perfila, acercándose incierta, vacilante. No, no será apreciable compañía. Cierro los ojos, se me enciende el sueño, y apago esta memoria empobrecida.
Los Angeles, 17 de septiembre de 2008
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No hay pérdida total
Se me ha abierto una cueva donde estallaba el festival del alma, honda sima de vértigo y silencio, que desnuda el color, la luz apaga. Me robaron el canto y la sonrisa, y me dejaron soledad y lágrimas. Mi canción ya es gemido, lúgubre tono, errática palabra. Quisiera hacerme río, y huir, huir por páramo y barranca, ofreciendo mi espejo a los sauzales, las rocas grises y las nubes blancas. El río, yéndose, se da a sí mismo, sin requerir reintegro; se descarga sobre la tierra, la fecunda y huye, labor cumplida, e impremeditada. Tal quiero ser. Si en pérdida y vacío me sumerge la vida, o me arrancaran cuanto un día me dieron, aún me queda cuanto fluye de mí. No habrá mordaza que me selle los labios, ni habrá dique que represe mis aguas. Si me dieran la noche, aguardaré paciente a la alborada. Si me ataran las manos, me brotarán y extenderé las alas. Si me arrancan los ojos, observaré desde el brocal del alma. Cuanto más me vacíen, más lleno quedaré; se me dilatan al interior los puntos cardinales, y cuando más me quitan, más abrazan. No hay pérdida total. Se pierde un poco, y si se ha dado mucho, más se gana, y más se vuelve a dar. Así es el ciclo, y en este punto yo lo pongo en marcha.
Los Angeles, 17 de septiembre de 2008
Diseño: Carmen Álvarez
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