Breverías
37
La pregunté una vez
Para quién su canción de amor sería.
Me dió su desnudez
Al par que sonreía,
Y comprendí que su canción es mía.
38
Vino sin anunciarse,
La abrí los brazos, musité en su oído,
Y comenzó a entregarse.
Por un malentendido,
Partió en silencio, y me envolvió el olvido.
39
¿De qué sirven mis ojos, si no te veo?
¿De qué sirven mis labios, si no los besas?
¿Para qué se me ha dado tanto deseo,
si tan sólo recojo vanas promesas?
40
Qué grande y qué fría resulta la cama
Durmiendo abrazado a tu ausencia.
A gritos mi cuerpo en la noche reclama
Tu voz, su soñar, tu presencia.
41
Palabras, palabras vacías…
Vacías y sin esperanza…
Transcurren las noches, los días,
Y suenan sombrías, sombrías,
Y nada con ellas se alcanza.
42
La sospecha es un buitre que se cierne en la altura
Rondando tenebroso la ilusión moribunda.
Destrozada a los golpes de tu duda iracunda,
Se desangró vertiendo suavidad y ternura.
El buitre está a la espera de arrancar los despojos,
Sin que a la vista de ello se humedezcan tus ojos.
43
Dímelo, no te lo calles;
házmelo, no te resistas;
y extenderé mis conquistas
a tus montes y a tus valles
al punto que te desvistas
43b
Una mano en el talle, la otra mano en la espalda,
percibiendo la oferta de ardientes sensaciones.
Te quitaré la blusa, te arrancaré la falda,
te vestiré de besos, y te haré una guirnalda
de revoltosos dedos e íntimas sensaciones.
44
Considera con recelo
A quien se arroja a tus pies:
Quien se arrastra por el suelo
Te arrastrará a tí después.
45
Las olas vienen y van
Bajo el soplo de la brisa;
El cielo es una sonrisa,
Y es el sol un talismán…
Qué fácil ser capitán
Murmurando una canción
Con la mano en el timón
Estando la mar en calma…
¿Pero quién gobierna el alma
cuando ruge la pasión?
46
Si al detenerte a contemplar tu vida
La ves envuelta en densa oscuridad,
No es porque esté en tinieblas sumergida,
Es porque tu mirada adormecida
No ve la luz que brilla en realidad.
47
En cada roca duerme una escultura,
Y al artista le toca despertarla.
Bajo la piel de la mujer más dura,
Hay una inmensa mina de ternura
Que espera al hombre que sabrá explotarla.
48
Qué extraña fortaleza
La que soporta la desdicha ajena
con firme gentileza,
y a la vez se condena
al llanto amargo de la propia pena.
49
Un gran amor, siempre fiel,
Lo acepto y no lo resisto,
Fantasma de hiel y miel
Que aunque muchos hablan de él,
Son pocos los que le han visto.
50
En su primera pasión
La mujer ama a su amado;
Y tras la desilusión,
No tendrá otro enamorado
Que el amor del corazón.
51
El verdadero placer
Del amor está en amar.
Siempre se ha de recoger
Más gozo en nuestro querer
Que en el que hemos de inspirar.
52
Con la misma intensidad
Con que amamos
Perdonamos.
53
Yo me siento avergonzado
Si una mujer aún me quiere
Tras haberla abandonado.
54
Las disputas entre amantes,
si uno solo es el herido,
durarán breves instantes;
mas serán recalcitrantes
si los dos han ofendido.
55
Al verte en la lejanía
te percibí como un sueño,
lleno de luz y armonía;
pero al acercarte luego,
desperté a un ruido en las sombras...
¿cómo pude ser tan ciego?
56
Las palabras de amor no se evaporan,
se ahdieren a los muros con firmeza;
si son tristes, constantemente lloran,
y, si alegres, sonríen con viveza.
Mas siempre aguardan, y jamás ignoran,
y, al sentir de otras almas la belleza,
habrán de descender desde sus nidos,
y entrar al corazón por los oídos.
Sonetos
30 - Ofrenda sensual
Me llegaron veladas sugerencias
De amor sincero y de pasión profunda,
De una imaginación brava y fecunda
Sembradora de impulsos y tendencias.
Dejé la puerta abierta a las vivencias
De una marea azul que ahora me inunda
Con vaivén de sonrisas en que abunda
La entrega de exaltadas experiencias.
En mi pecho desnudo vi sus senos
Trazando con febril sensualidad
Círculos deliciosamente obscenos..
Abri la fuente de mi intimidad,
Un surtidor tembló en sus labios llenos,
Y me aferré a su voluptuosidad.
Los Angeles, 8 de septiembre de 1997
31 - Sal de tí
Es un baile de máscaras la vida,
Y en él giramos en confusa danza,
Atropellando al paso a la esperanza,
Que se va desangrando por la herida.
En el fondo del alma amortecida,
Dolor y soledad en la balanza
Ensombreciendo el rostro cuando lanza
Débil mueca de risa mal fingida.
En el reino sutil del sentimiento,
Cuerpo y alma han de estar equilibrados,
Y ambos han de seguir el mismo intento.
Si tus brazos están desconsolados,
Si el corazón rebosa desaliento,
Busca otro amor y olvida tus cuidados.
Los Angeles, 9 de septiembre de 1997
32 - Lamento del Soldado
Aprendí en la niñez a sonreir,
A amar la gentileza y la bondad,
A vestir mis palabras de verdad,
Y a gozar la alegría del vivir.
Más tarde me obligaron a sentir
Odio, desprecio, y fiera hostilidad,
A trocar mi dulzura en crueldad,
Y a aprender a matar y a destruir.
El hombre que yo veo en el visor,
Con la cruz sobre el pecho, es un hermano
Que estoy asesinando en esta guerra.
Siento en el alma un peso abrumador
Al ver que yace por mi propia mano
Su cuerpo inerte en la desnuda tierra.
Los Angeles, 18 de septiembre de 1997
33 - Lamento del General
La paz me niega el esplendor glorioso
Del laurel obtenido en la victoria,
Y de forjar mi nombre en la memoria
De un país que deseo poderoso.
Mi corazón se agita impetuoso
Con un sueño marcial de lucha y gloria,
Y un fiero anhelo de cambiar la Historia,
Y un porvenir heroico y luminoso.
Espíritus cobardes inexpertos
me limitan. Sus mentes no comprenden
Ni mi estrategia ni mis emociones.
¿Qué importan los heridos ni los muertos?
Sólo los pusilánimes se ofenden
De la exterminación de unos millones.
Los Angeles, 18 de septiembre de 1997
34 - Lamento del herido
Anónimo disparo ha interrumpido
Mi caminar sobre el cruel paisaje,
Y ahora emprendo un fatídico viaje
con el fondo del ánimo abatido.
Mi cuerpo pasará firme y erguido
Bajo el arco triunfal del homenaje,
disimulando el inhumano ultraje
que me ha de condenar luego al olvido.
Soy un peón, no más, en esta lucha
De incomprensible o falsa ideología,
Número frío, carne de cañón.
Soy una débil voz que nadie escucha,
Un siervo de la megalomanía
Que usa la fuerza cuando no hay razón.
Los Angeles, 18 de septiembre de 1997
35 - Lamento por la víctima
Llueve el dolor del corazón amante
Sobre el inmóvil cuerpo ensangrentado
De quien no combatió como soldado,
Ni tuvo voluntad beligerante.
Se abalanzó la muerte fulminante
Y no se percibió su paso airado;
Y el inocente fue sacrificado
En aras de una idea intolerante.
Llora la esposa al malogrado esposo,
Olvidando en la cámara nupcial
La flor de su pasión, ahora marchita.
Gime el niño sin padre, temeroso;
Vierte la madre un llanto sepulcral…
Y el hombre sigue en su obsesión maldita.
Los Angeles, 18 de septiembre de 1997
36 - Lealtad
“Cuanto más conozco a la gente,
más quiero a mi perro”. (Anónimo)
Mi perro tiene corazón humano,
leal, ardiente, generoso, atento;
Y en su mirar oscuro y somnoliento
flotan estrellas de fulgor lejano.
Veo su lengua acariciar mi mano
con afecto y con agradecimiento;
no me mostró jamás resentimiento,
y más que un fiel amigo, es un hermano.
Me ve por lo que soy, no lo que tengo;
lo que le ofrezco acepta, no lo exige;
y si le dejo solo no se ofende.
Eufórico saluda cuando vengo;
más por amor que por favor se rige,
y ni olvida, ni juzga, ni pretende.
Los Angeles, 19 de septiembre de 1997
37 - Amigas, Amantes, Amada
El alma tengo inmóvil y confusa,
Incapaz de ordenar las emociones;
La mente oscila entre contradicciones,
Y al tratar de elegir, teme o rehusa.
Refleja mi amistad la luz difusa
Que irradian sobre mí dos corazones;
Tres amantes me ofrecen sus pasiones;
Pero sólo a un amor canta mi musa.
Dos ensueños, tres fuegos y una rosa,
Bajo un rumor de indecisión y duda,
Bullen en confusión voraginosa.
Mi voz quiere clamar, pero está muda;
Y sólo oirá su rima silenciosa
La que junto a mi piel yace desnuda.
Los Angeles, 22 de septiembre de 1997
37a - Indecisa
Me hallé sola en la vida de repente,
viendo al amor cerrándome la puerta,
sangrando el alma por la herida abierta,
la soledad besándome en la frente.
Fui amada, y aún lo soy, quizá fielmente,
pero está su pasión dormida o muerta;
la mía está febrilmente despierta;
su instinto frío, pero el mío ardiente.
Tengo un ansia feroz de ser amada,
de entregarme y soñar entre los brazos
de un amante, con ciega intensidad.
Pero esta abrasadora llamarada
no alcanza a incinerar los fuertes lazos
que me amarran a la inmovilidad.
Los Angeles, 29 de septiembre de 1997