Breverías
342
Entre líneas llegaron los mensajes,
negras nubes envueltas en colores;
espinas en los tallos de las flores,
aves sangrando bajo los plumajes.
343
Si acaso temes o si acaso dudas,
piensa en la vida que se desperdicia;
acaricia la piel que te acaricia,
mira en silencio las miradas mudas.
Ríe con el que ríe, y al que olvida
olvídale sin más, pero a quien ama
ámale con pasión, y que esa llama
desvanezca las sombras de tu vida.
344
Tiembla el almendro en flor a la llegada
del viento seductor, que en torbellino
violará su blancura inmaculada.
Yo te espero desnuda y perfumada,
y mi estremecimiento, oh peregrino,
será un alto de amor en tu jornada.
345
Con los ojos abiertos no te veo,
lejano amor que mi contorno invades,
pero al cerrarlos, cómo te rodeo
en abrazo que ahuyenta soledades.
346
Repite esa palabra que me has dicho,
repítemela, amor, que me enamora;
ni el orgullo lo pide, ni el capricho,
lo pide sólo el alma soñadora.
347
A tí entre las demás te diferencio
no por la piel, jamás acariciada,
ni por el sonreir, o la mirada,
sino por mi palabra y mi silencio:
todo lo tienes y no tienen nada.
348
Rasgada está mi piel y ensangrentada
por la feroz caricia de tu instinto;
pero no he de iniciar la retirada,
porque espero que, al ser avasallada,
penetres mi más íntimo recinto.
349
La túnica te ha sido arrebatada
por los dedos impúdicos del viento,
y la luz se apresura en el intento
de besarte la piel sobresaltada.
Deja que yo te abrace este momento.
350
Te ví en mis sueños degollar dragones,
libres los senos, tensa la mirada,
despertándome al brillo de tu espada;
proyectando hacia tí mis sensaciones,
tendí la mano... y me encontré sin nada.
351
No voy a ser la flácida bandera
en el asta dormida, y a la espera
del soplo estimulante de tu viento.
No quedaré en quietud insatisfecha;
si no vienes a mí, seré la flecha
yendo hacia tí con decidido intento.
352
Duérmete sobre mí plácidamente,
reposando los senos en mi pecho,
y habrás de conservar, mientras te estrecho,
toda la noche el rostro sonriente.
353
Muerde tus muslos al pasar el río
y lúbrico se apropia tu figura;
yo te contemplo oculto en la espesura,
y percibo un ligero escalofrío
anudándose en torno a tu cintura.
354
Se han muerto las caricias en mis manos
por falta de calor y de sustento;
fríos inviernos y áridos veranos
hielan los labios, secan el aliento;
senos ayer turgentes y lozanos
languidecen sin besos, y presiento
que sin tu indispensable compañía
he de morirme en soledad vacía.
355
Oh, mi esfinge sensual y amenazante,
arropada en las alas del misterio,
donde el beso exigido es cautiverio,
y el obsequiado no es estimulante.
¿Cómo te ha de besar el caminante
para librarse de tu cementerio?
356
Soy un centauro, súbete a horcajadas
y estrecha las tenazas de tus piernas
con que en rítmica marcha me gobiernas,
y cabálgame en íntimas jornadas.
357
Olvidaron la gloria los guerreros
y empuñaron mis senos, no sus lanzas;
y ahora a mis pies dormitan, prisioneros,
dóciles ya quienes lucharon fieros,
eróticas, no bélicas, sus danzas.
358
Se encabrita el corcel, y mi amazona
sujetando la brida le domina;
mas no quiere ejercer su disciplina
en el brazo que el talle la aprisiona,
o en la mano que el pelo arremolina.
359
Estoy por tí indefensa y vulnerable,
rasga el vestido, enlaza la cintura,
adórname los senos de ternura,
siembra en mí tu semilla inevitable.
360
Sentada frente al mar, sobre la roca,
no existe el agua, sólo la distancia,
ni olor salobre, sólo tu fragancia,
ni más aire que el hálito en tu boca.
361
Oh, si en el aire tú me arrebataras,
despojada de toda vestimenta,
prendida de tu sexo me acunaras
en cadencia ya plácida o violenta,
y en lecho de sedosas nubes claras
me reclinaras, calma y soñolienta…
Qué mutuo afán de manos extendidas
formaría la piel de nuestras vidas.
362
Llegan las olas extendiendo un manto
de azul salobre y guarnición de espuma
sobre mi ardiente desnudez, en tanto
que avanza densa sobre el mar la bruma.
Más bien quisiera que una mano inmensa
flotara contra mí en la superficie,
y yo me rendiría, sin defensa,
dejando que me asalte y me acaricie.
363
Eres la tierra cálida y fecunda
en cuya entraña el bulbo se dilata,
soy el reptil que esa raíz rescata,
tanto más viva cuanto más profunda.
364
Cansada de volar, pliegas las alas
en torno a mí, absorbiéndome en tu forma
mientras tu cuerpo sobre mí resbalas,
estableciendo en mí tu plataforma.
365
Oprímanme tus labios y tus manos,
oprímanme tus muslos y tu pecho,
sé mi opresor sobre mi propio lecho,
oprímanme sin fin tales tiranos.
366
Sirenas de mirada seductora,
senos desnudos, y canción perversa,
tendidas en la arena, hora tras hora,
llaman con intención conspiradora
a quien avanza sobre el agua tersa.
Oh, qué incompleto amor hubiera sido
casi abrasado al borde de las llamas
con ímpetu de amante enardecido,
y ver el vientre desaparecido
como las piernas, bajo las escamas.
Sonetos
145 - Invadida
Este país que soy, es campo abierto,
y nada puede entorpecer la vista;
ven sobre mí con planes de conquista,
que no defenderé cota ni puerto.
Ni avance en camuflajes encubierto,
ni en la sombra el ataque terrorista
requerirás, pues no habrá quien resista;
rendida estoy, repuebla mi desierto.
Forja en mi capital nuevo gobierno,
al menos duradero, sino eterno,
que aborrezco el vacío y la anarquía.
Rija mi indecisión tu mano firme,
y no te vayas ni me dejes irme,
que no sé gobernarme todavía.
Los Angeles, 19 de enero de 1999
146 - El vuelo
Quiebra el cristal opaco del deseo
que en defensas tan frágiles te encierra;
rueda tu desnudez sobre mi tierra,
que así estoy yo, y así es como te veo.
Y tu voz crecerá de un balbuceo
en himno de agresión y gentil guerra
al sentir que tu cuerpo se me aferra
con el mismo vigor que te poseo.
Amor que languidece en cautiverio
batir debe las alas de adulterio,
y cobrar nueva vida al evadirse.
Alza tu vuelo sobre mí, paloma,
que si un mundo a tu lado se desploma,
un nuevo mundo habrá de descubrirse.
Los Angeles, 25 de enero de 1999
147 - “Laura”
A Nana, en la pérdida de su perrita
Qué silencio tan triste me ha mordido
desangrándome el alma de repente;
aún junto a mí, y haciéndoseme ausente
con el adiós del último ladrido.
No tiene el universo otro sonido
ni tan desolador ni tan doliente
como el que casi imperceptiblemente
vibró en mi mano a su postrer latido.
Oh mi pequeña y dulce compañera,
rebosante de amor, siempre a mi espera,
tan fiel, sin condiciones ni reproches.
Sin la inquieta sonrisa de tu cola,
dormirá mi alegría, estando sola
en el silencio oscuro de mis noches.
Los Angeles, 26 de enero de 1999
148 - Off line
Tengo el alma de tí desconectada,
y aunque hieran mis dedos el teclado,
no arribarán mensajes a tu lado,
forzada a estar dentro de mí encerrada.
Tu pantalla estará ciega y callada,
quebrado el cable que nos ha enlazado;
y de cuanto otro tiempo yo te he dado
quizá quede el recuerdo, o quizá nada.
Revisaré de noche mis archivos,
mustios y ensangrentados, pero aún vivos,
e irradiando tu aroma y tu calor.
Descenderá mi llanto los peldaños
del directorio de mis desengaños,
y aprenderé a pensarte sin rencor.
Los Angeles, 28 de enero de 1999
149 - A tu lado
Dime que estoy tendido a tu costado,
que no permitirás que me levante;
que se ha dormido el tiempo, y este instante
engendrará un abrazo ilimitado.
Mírame, aunque tus ojos no han llegado
a verse en mi pupila penetrante;
allí estaré, presente, aunque distante,
viéndome sin pensar que me has soñado.
Bésame con el ímpetu bravío
del amor juvenil y del tardío,
y con imperceptible suavidad.
Y si dormido estoy, haz que despierte,
que el sueño no me deja conocerte,
ni tampoco besarte de verdad.
Los Angeles, 29 de enero de 1999
150 - Una mujer
Una lengua de fuego ha descendido
al sótano que oculta mis ficheros,
ha aislado indeseados mensajeros,
y su correspondencia ha consumido.
Todas tus cartas han sobrevivido;
sus caracteres imperecederos
expresan sentimientos tan sinceros
que ni al tiempo ni al fuego han sucumbido.
Eres señor de todas mis tendencias,
para tí estoy aquí, sin exigencias,
sólo aspiro a entregarme, no a pedir.
Esta es mi mano, si has de ser mi amigo;
o tu amante seré al que a nada obligo,
y a quien todo le habré de permitir.
Los Angeles, 29 de enero de 1999
151 - Pesadilla
Trasgos y brujas lúgubres pululan
en la oscura humedad del bosque mudo;
la mirada siniestra, el gesto rudo,
y encallecidas manos que estrangulan.
Al nacer de la luna llena ululan
con alarido penetrante, agudo,
rondando tu dormir semidesnudo,
en aquelarre de lujuria y gula.
Y en tu sueño te agitas, forcejeas,
sin controlar imágenes ni ideas,
ni sacudir su carga de tu pecho;
hasta que puedas percibir mis brazos
deshaciendo a tus monstruos en pedazos,
al ofrecerme a tí sobre tu lecho.
Los Angeles, 3 de febrero de 1999
152 - Posesiva
En urna de cristal he de tenerte,
que en jaula hasta los aires me dan celos,
saturando la mente de desvelos
y el corazón de miedo de perderte.
Solloza el alma, y por los ojos vierte
lágrimas que desbordan mis pañuelos,
fracasado el mayor de mis anhelos,
ser para tí, si apenas logro verte.
Quisiera ser la sola a quien tú miras,
tu propia sombra, el aire que respiras,
agua que bebes, nube, tierra y sol.
Pero no he de tenerte encadenado,
libre has de ser de estar o no a mi lado,
que el amor se marchita en el control.
Los Angeles, 3 de febrero de 1999
153 - Descarga eléctrica
Dormida está en mis manos la energía
cósmica de relámpagos y truenos,
y siento que mis dedos tiemblan llenos
de una llama dinámica y bravía.
Te guardo inmóvil en mi fantasía,
pero destrozaré lazos y frenos,
y el ímpetu redondo de tus senos
se hará real como la luz del día.
Al surgir como fuegos de artificio
de mi explosión mental, tendrá la noche
un alud de sonidos y colores.
Y al punto en que te beso y te acaricio,
te llegará la vida en un derroche
de contactos, de entregas y de amores.
Los Angeles, 4 de febrero de 1999
154 - Deuda pagada
“Un soneto me manda hacer Violante,
y en mi vida me he visto en tal aprieto...”
(Lope de Vega)
Un soneto me manda hacer Violada,
acusando de ser yo su Violante;
el undécimo dedo entró sin guante
y ahora, me dice, se halla embarazada.
No se siente ofendida o deshonrada,
porque fue un juego libre, estimulante,
en el que ella me vio tan penetrante
que aceptó convertirse en penetrada.
Empecé a acariciarla más o menos,
y de repente me ofreció sus senos,
y perdimos la ropa en el jardín.
Y con salvaje impulso y voces tiernas,
se abalanzó su boca entre mis piernas
y me dejó un anillo de carmín.
Los Angeles, 7 de febrero de 1999
155 - Ante el espejo
Me ha engañado el espejo, dulce engaño,
devolviendo una imagen que no es mía;
mi desnudez le ofrezco cada día
envuelta sólo en el vapor del baño.
Nunca me devolvió un reflejo extraño,
sólo a mí, en mi tristeza o mi alegría,
pero hoy ví que tu rostro aparecía
bajo mi pelo de color castaño.
Y al mirarme tus ojos fijamente,
mi piel mojada te sintió presente,
y me abrazó un ligero escalofrío.
Y no sabré decir si mi delicia
vino de tu caricia o mi caricia,
mías tus manos, y tu rostro mío.
Los Angeles, 8 de febrero de 1999
Poemas
Retrato
Ojos clavados en el lienzo, ¿miran
con rabia o con pasión, odio o dulzura?
Tras la aparente calma en la pintura,
¿gimen, gritan, insultan o suspiran?
¿Reposan sobre mí al pasar de lado,
o sólo ven a quien vivió con ellos?
Se han inmovilizado los destellos
que reflejaban júbilo o enfado.
Parecen mantenerse inexpresivos
como quien ha perdido la memoria,
mirada sin futuro y sin historia,
ojos vacíos, sin calor, pasivos...
Los Angeles, 19 de enero de 1999
La voz
Al escuchar tu voz tiemblan de gozo
las palabras escritas,
dormidas a la sombra del sollozo
de la lejana ausencia en donde habitas.
Tu voz besa mi oído,
arrancando mi voz, que besa el tuyo;
y dejándome tan estremecido,
que por el cable hacia tí misma fluyo.
Deja que me destile
sobre tu piel, rozando cuello y hombro,
y que exhaustivamente te perfile
cada vez que me llamas y te nombro.
Voz que me anega en su vibrar radiante,
o en murmullo ligero,
íntima voz, gentil y apasionante,
si enmudecida estás, cómo te espero.
No tardes en venir, que tus mensajes
no aportan el calor que da tu tono,
y los miembros del alma y sus paisajes
ateridos están en abandono.
Los Angeles, 20 de enero de 1999
Desastre
"...hay un hondo temblor
que pasa por las vértebras enormes de los Andes". (Rubén Darío)
Cansada está la tierra de tolerar al pobre
que gime en los suburbios al son de su miseria,
gira su vida en ciclos como noria de feria,
y hasta el agua que bebe lleva un gusto salobre.
Se debilita el hombre en la marcha extenuada
que le empuja a la lucha por la supervivencia;
en la mujer se agosta la flor de su apariencia;
y en los ojos del niño se aflije la mirada.
Cómo azota los rostros la amarga desventura,
negando injustamente derechos esenciales,
cómo arrasan las vidas lluvias y vendavales,
cómo llega implacable la muerte prematura.
Y al sacudir furiosa la tierra sus melenas,
casi invariablemente sucumbe el indigente,
como si un dios airado lanzara su tridente
contra la muchedumbre que le adora en cadenas.
¿Será este horror producto de la naturaleza,
desperezando el sueño con cruel apatía,
o hay un ángel perverso con intención sombría
que debe alimentarse de dolor y pobreza?
No tenemos respuestas a estas interrogantes,
sólo los hechos crudos, daños irreparables,
y la absurda certeza de que los miserables
son hoy más infelices de lo que fueran antes.
Los Angeles, 28 de enero de 1999
Mujer fatal
Campos de espadas y de calaveras,
lanzas rotas, quebradas armaduras,
bajo nubes fatídicas y oscuras,
y tú erguida y desnuda, cual si fueras
la diosa fría de las desventuras.
Has desencadenado el desconcierto
entre la multitud de tus amantes,
transformándoles en beligerantes,
que por tu amor irracional han muerto
dejando un mar de ruinas humeantes.
Y ahora, ¿qué harás? Con menosprecio altivo
en busca irás de nuevos servidores
con ofertas de idílicos amores,
pero tu espíritu provocativo
ha de causar idénticos dolores.
Ah, qué fatalidad es tu camino,
senda de destrucción de sentimientos,
qué indiferente a los ofrecimientos
en que basa el amante su destino,
y del que sólo ha de obtener lamentos.
Los Angeles, 31 de enero de 1999
Vuelo
Al despertar, sobre mi piel desnuda
sentí del sol la mano luminosa,
y abrió en mi espalda su caricia muda
alas de mariposa.
Y al batirlas, los dedos resfrescantes
del aire acariciaron mis caderas,
y las rígidas puntas oscilantes
de mis senos se alzaron más ligeras.
Y en tí pensé, y a tí dirigí el vuelo,
y en el marco me ví de tu ventana,
pero observé con hondo desconsuelo
que otra es la amante, y yo sólo la hermana.
Y regresé sombría,
buscando al paso a un cazador con balas
seguido de sus perros en jauría,
mas no lo hallé…, y me arranqué las alas.
Los Angeles, 1 de febrero de 1999
Aire lésbico
De igual a igual, los mismos atributos,
sin complementos en que dos encajan,
y en rechazo de las diversidades,
ven a mí, compañera, amante, hermana.
Soy tu reflejo, un cuerpo igual al tuyo,
y quizá tu alma vibre como mi alma,
abrazando el impulso paralelo,
repudiando el dominio de la entrada.
Ven a mí con amor de superficie,
no amor superficial, ni amor de esclava;
y haz resurgir a esta mujer oculta
con tu mano de luna delicada.
Tú sabes dónde duermen las caricias,
y tienes el poder de despertarlas.
Que ellos hagan la guerra, o que se embriaguen
abatiendo los ciervos en la caza.
Tú y yo debemos aguardar su vuelta
y mantener en el hogar la llama.
Alza llenas las ánforas, y olvida
la rigidez violenta de la espada.
Entra en mi hogar, descansa junto al fuego,
cierra la puerta, baja las persianas,
dame la intimidad de tus latidos
la humedad de tus labios, tus palabras.
Rumor de versos sáficos emerge
del estribillo de canción lejana;
y hasta las aves cantan sus amores
de dos en dos ocultas en las ramas.
Ven a mi abrazo, amante y compañera,
dame la mano, y con la mano el alma.
Los Angeles, 4 de febrero de 1999
Sola
Qué tristeza en la sombra de tus ojos,
bajo el ala de seda del sombrero;
Qué solitario el talle sin su brazo,
qué olvidadas las curvas de los senos.
Tus labios distribuyen las palabras,
y en tí resuena el eco del silencio.
Y nadie ve, mujer, el abandono,
y el ansia de gritar que llevas dentro.
Tus amigos perciben la sonrisa,
uno de ellos quizá reciba el beso,
mas la lágrima rueda imperceptible,
nadie la ve, te la arrebata el viento.
No tienes que fingir ni ocultar nada,
porque a tu alrededor hay sólo ciegos;
Y uno tal vez más ciego, que no advierte
la tentativa de tu ofrecimiento.
Rasga, mujer, la red que te aprisiona,
abre la esclusa de tu embalse interno,
y deja que las aguas se alboroten
rodando en libertad y al descubierto.
Los Angeles, 8 de febrero de 1999
Mutación
Fue un círculo el cuadrado, y el cubo fue una esfera,
ambos rodaban libres en cóncavo descuido,
pero a golpes el tiempo les frenó en su carrera,
quedando entre las rocas su ruedo interrumpido.
La suavidad que un día les caracterizaba
se transformó en aristas y en ángulos hirientes,
que si no fueron armas de ataque, les prestaba
caracteres pasivos de almas indiferentes.
Inmóviles yacieron en su base cuadrada,
los ángulos punzantes prestos al arañazo,
y al pasajero incauto marchando en su jornada
tornarán la caricia de antaño en manotazo.
Tal vez yo fuera un día la singular esfera
por tu vida rodando mansa, acariciadora;
y tu palabra ruda, tu actitud insincera,
mira de qué manera me han transformado ahora.
Los Angeles, 9 de febrero de 1999
Manos lejanas
"Muchas cosas sabe Onán
que nunca supo Don Juan"
(A. Machado)
Me despierta el crujido de la seda
liberando la piel efervescente,
y entre mis dedos el temblor se enreda
de una suave atrevida mano ausente.
Dedos que saben recorrer caminos
que ignora el más experto viajero,
y en espiral de lentos remolinos
fabrica el toque lánguido y certero.
Y al arquear la espalda se endurecen
las puntas de los senos, ofrecidos
a invisibles amantes, que parecen
quedar indiferentes o dormidos.
Oh desnudez del vientre, suave y cálida,
humedad de los muslos tentadora,
línea de la cadera, curva y pálida…
manos lejanas, ¿dónde estais ahora?
No me dejéis en soledad de tacto,
que hay tristeza en placer sin asistencia;
dadme la compañía y el contacto,
aunque vengais con vuestra inexperiencia,
Los Angeles, 10 de febrero de 1999