Breverías
768
Allí donde los besos se procrean y nacen,
en esa fusión ígnea, en ese borboteo,
reclaman tu presencia, que no se satisfacen
sólo con estar vivos; exigen tu deseo.
769
Sólo a las ensenadas se dirigen las naves,
que en los acantilados se oculta la violencia;
los labios se adormecen en los recodos suaves,
y en ásperas aristas grita la resistencia.
770
El bosque es una rada de mástiles enhiestos,
y al velamen de ramas el viento impulso ofrece;
escuadra sin destino; cada día amanece
e inmóviles persisten en invariables puestos.
771
Iniciamos la vida en el último peldaño,
con la firme tendencia del progreso incensante;
quien renuncia al ascenso, teje su propio daño,
por su ademán remiso, carácter vacilante;
sólo quien cada día se eleva año tras año,
se supera a sí mismo, y al fin saldrá triunfante.
La cumbre llama a todos, ineptos y capaces,
pero sólo responden con sangre los audaces.
772
Reincide la noche, y viene
fluctuante y accesible;
pero cada sueño tiene
carácter irrepetible.
El sueño en que a mí viniste
recabó su despertar;
tal como se fue, te fuiste;
ya no te puedo soñar.
773
Hambriento vine, y me senté a tu mesa,
sin pan me vi, sin agua refrescante;
y ahora, sin ti, mi incierto pie regresa
a decrépitas calles, mendicante.
774
Estás en los antípodas, no puedes
desvincularte más de mi presencia;
pero a través del suelo me concedes,
sin saberlo, el calor de tu existencia.
775
Mujer del monosílabo, se agota
mi facultad de hablar monologando;
esto en amor es signo de derrota;
como si tú observaras cómo brota
mientras solo me voy acariciando.
Sonetos
493 - Deshojándote
Rosa que la mañana abre al rocío,
rosa que estalla al sol en franca ofrenda,
rosa que borra nombres en mi agenda,
usurpando el catálogo hoy vacío.
Entre tus pétalos mis dedos guío
como siguiendo misteriosa senda,
consciente que por mucho que me extienda,
el fin, como el trayecto, ha de ser mío.
Una por una apartaré tus hojas,
a la vez que tú misma me despojas
del arraigo y apego de otras flores.
Rosa oculta, fragante, hoy a mi puerta,
tanto tiempo dormida, ahora despierta:
no del rosal, son míos tus temblores.
Los Angeles, 21 de julio de 2001
494 - Un punto
El día encubre la insignificancia
de cuanto somos. Nuestra pequeñez
se revela en la noche, cada vez
que intentamos medir nuestra importancia.
Cada estrella es un punto en la distancia,
pero un punto de inmensa solidez;
y un punto somos, punto en desnudez
de grandeza, aunque vasto en arrogancia.
Yo sólo soy un punto, pero ardiente,
persiguiendo a otro punto equivalente,
que se vincule a mí en lazo exclusivo.
Un punto nada más, punto y aparte,
que los margine a todos para amarte,
punto final, en ti definitivo.
Los Angeles, 21 de julio de 2001
495 - Sólo tu apoyo
Piedra angular, esquina y fundamento
del santuario de mis divinidades,
a donde acudo en las adversidades
para recuperar quietud y aliento.
Intimo templo de recogimiento,
cuyo retablo de serenidades,
ensueños, fantasías, libertades,
suaviza mi inquietud y mi lamento.
Tú eres piedra angular de ese edificio
en que el alma se ofrece en sacrificio
para la redención de sus caídas.
Sólo tu apoyo me mantiene firme;
y si la duda intenta persuadirme,
tú a la perseverancia me convidas.
Los Angeles, 22 de julio de 2001
496 - Mi creación
Eras sólo una idea indefinida,
vaporosa, sin forma, casi abstracta,
como el cosmos, imagen inexacta
antes de la primera amanecida.
Y mi voz te llamó; y estremecida
te perfilaste en estructura exacta,
músculos, sangre, piel, íntegra, intacta,
de toda gala de mujer vestida.
Fuiste mi creación, y te recrea
mi mano cada vez que te moldea
en íntimo y dinámico proceso.
Mi creación de ayer, mi criatura
de hoy y siempre, mi sólida figura,
frágil no más en la humedad del beso.
Los Angeles, 23 de julio de 2001
497 - Audaz amor
Audaz amor, carente de memoria,
incapaz de volver la vista atrás,
o mirar adelante, porque estás
sedentario en un punto de tu historia.
Audaz amor, que afirmas tu victoria
en el eres, no el fuiste ni el serás,
por querer en presente quieres más,
que otra forma de amar es ilusioria.
Audaz amor, al hoy encadenado
por tu propia elección, no condenado,
libre de ayer como eres de mañana.
Al golpear la aldaba de una puerta,
no indagas si quedó un día desierta,
sino si hoy tiene una presencia humana.
Los Angeles, 23 de julio de 2001
498 - Siempre despierto
Quiero permanecer siempre despierto,
porque, al dormir, de ti me quedo ausente;
siguen mis sueños rumbo independiente,
naves que el viento aleja de su puerto.
Te sueño en mi desvelo, mas no acierto
a soñarte dormido; estás latente
en mi brega diaria, a mí adyacente;
duermo, y parezco estar de ti desierto.
Consciente la razón te ve y te expresa,
tu efigie queda en la memoria impresa,
pero te piensa más la voluntad.
Si voluntad, memoria y razón huyen,
o en el sueño furtivas se recluyen,
ni te pienso o te siento de verdad.
Los Angeles, 24 de julio de 2001
499 - Tiempo de cambio
Somos hijos de madres reaccionarias,
de la pasividad, de la costumbre;
labramos nuestra propia servidumbre,
cadena y bola de labores diarias.
Se nos imponen normas arbitrarias,
y se atrofia el cerebro con la herrumbre
de la duda, el temor, la incertidumbre,
que ciegan las ideas visionarias.
Tiempo es de profanar los viejos ritos,
derrotar el silencio, hablar a gritos,
romper la inercia, huir a otro lugar.
Tiempo de cambio que abra otro camino,
que uno mismo se forja su destino,
y esa forja no admite vacilar.
Los Angeles, 25 de julio de 2001
500 - Sin hablar
No te puedo escuchar mientras te miro,
abstraídos sentido y pensamiento;
a tu imagen despierto, y soñoliento
a lo demás en cuyo entorno giro.
Al mirarte, te absorbo, te respiro,
sordo el oído, sólo el ojo atento;
mi suficiencia de discernimiento
más se extenúa cuanto más te admiro.
Sólo el silencio me habla, y le comprendo;
¿cómo añadir a lo que ya estoy viendo?
¿qué aclaración puede llevar la escena?
La vista escucha y el oído es ciego,
y el hablar es inútil, como el juego
de escribir las palabras en la arena.
Los Angeles, 29 de julio de 2001
501 - Mi colonia
Déjame ser descubridor de tierras,
piloto del azul, nauta de mares,
explorador de rutas estelares,
viajero de estepas y de sierras.
En tu más íntimo universo encierras
junglas, desiertos, pampas y glaciares,
áreas ocultas, zonas familiares,
bajo luces de paz, ruinas de guerras.
A ese universo ignoto me dirijo,
con la esperanza, con el regocijo
de rastrearlo, de reconocerlo.
Tal vez colonizarlo, hacerlo mío,
establecer sobre él mi señorío,
derrumbar su hermetismo, y poseerlo.
Los Angeles, 30 de julio de 2001
502 - Sombra
A mí añadida, sombra innecesaria,
en silenciosa servidumbre presa;
mi huella, no la tuya, queda impresa
en cada intento de labor diaria.
A la vez borreguil y solitaria,
y anclada en mí; en tu contorno pesa
fatalidad de espuma o de pavesa,
sin transcendencia, tenue, rutinaria.
Sólo para seguir fuiste engendrada,
viva sólo a la luz, y a la llegada
de la noche en veloz, discreta huída.
La claridad del alba te renueva,
efímera victoria, que no eleva
tu condición de esclava desvalida.
Los Angeles, 30 de julio de 2001
503 - Olvido
Sólo queda de ti una vaga idea
en las calladas ramas del sentido;
lo que antes fue desgarrador bramido
murmullo es hoy que el viento balbucea.
Desmayada la llama, parpadea
con jadeo de cisne malherido;
y en el silencio hay un clamor prohibido
que ni agita, ni evoca, ni espolea.
Ciego el recuerdo está, y amordazado,
el deseo se ve desairragado,
y tu presencia es sombra ya lejana.
Sólo una idea vaga de ti queda,
pluma de ruiseñor en la arboleda,
canto sin voz, y sin tañer campana.
Los Angeles, 30 de julio de 2001
504 - Carta de navegar
En el baúl del capitán, dormido,
a tinta diseñado sobre cuero,
el viejo mapa es fértil hervidero
de monstruos en sector desconocido.
El tiempo ha disipado el colorido,
e incapaz de fijar el derrotero,
no se despliega ya sobre el tablero,
y en polvo y sombra yacerá vencido.
Extiende en él la rosa de los vientos
múltiples brazos; mares turbulentos
cierran el paso a tierras de quimera.
Mujer, ¿cómo podrá tal planisferio
guiar mi singladura hacia tu imperio?
Revélate tú misma a mi galera.
Los Angeles, 31 de julio de 2001
Poemas
Náufrado en tu mirada, cuyas olas
sumergen las visiones de mi entorno;
en tu retina sólo vi mi imagen,
se evaporó de mi retina todo;
pero hoy, lejana aquella primavera,
y a punto de borrarse ya el otoño,
aparece un anónimo paisaje
en la gris superficie de tus ojos;
paisaje que no evocan mis recuerdos,
tal vez inexistente, o que yo ignoro.
Aún te reflejo, pero no me veo;
sólo veo un extraño territorio
por el que no me encuentro, tan perdido
como en el exterior, quizá en el fondo.
En ti extranjero, doble desterrado
de tu mundo interior, y tus fiordos.
Los Angeles, 20 de julio de 2001
Tu silencio
Al hablarte, me responde
tu silencio;
y un enjambre de palabras
en revuelo
como abejas libadoras,
en el hueco
de tu boca ronronea,
con intentos
de dulzuras inmaduras;
si enmudezco,
los silencios se entreabrazan,
absorbiendo
mutuamente el intercambio
de conceptos.
No es la campana a rebato
sobre el pueblo
sonido más armonioso,
ni el estruendo
de trombones en la orquesta,
más ameno;
ni es el lenguaje el más claro
mensajero.
Tu silencio retraído,
tan intenso,
es tan obvio, es un mensaje
tan directo,
como lo sería el tacto
de tus dedos.
Son las palabras a veces
como espejos:
reflejan, pero carecen
de alma y cuerpo.
Esa voz con que me habla
tu silencio
descubre los entresijos
del misterio
que tímidamente guardas
en el pecho.
Háblame, amor, sin palabras,
que te entiendo.
Los Angeles, 21 de julio de 2001
El ángel
Soñé que pasaba un ángel
rozándome con sus alas.
Yo era una mujer desnuda,
una sonrisa en la almohada,
y el sol filtraba sus rayos
por la entreabierta persiana;
rayos de notas dormidas
como en cuerdas de guitarra;
en el silencio vibrantes,
sólo yo las escuchaba.
Tú sobre mí, pecho, techo,
que me cubre y me resguarda,
yo pedestal que sostiene
en sólo un punto tu estatua.
Mis manos de seda tiemblan
caricias sobre tu espalda,
suavidad de tibias plumas,
pájaros en desbandada.
Pero mis dedos tropiezan
con las plumas de tus alas
ligeramente batidas
al compás de tus entradas.
Angel-pegaso que vuela,
y al mismo tiempo cabalga.
Brisa ligera que acuna
las ramas de las acacias,
así tu soplo de viento
sobre mis flancos resbala.
Al redoblar tu aleteo
sentí como si se alzara
tu cuerpo, arrastrando al mío,
ascensión arrebatada.
Y en el fondo de mis ojos
naufragaba tu mirada.
Cesó el vuelo, y el sosiego
se durmió sobre tu espalda;
se hundió tu pecho, mi techo,
y me arroparon tus alas.
Los Angeles, 29 de julio de 2001
Timidez
Los ojos claros se me nublan
si quiero verte…Te presiento.
Se me resisten las palabras
si intento hablarte…Balbuceo.
La mano alargo hacia tu mano,
y la retiro al punto…Tiemblo.
Huyen mis pies, amilanados;
no me detienes…, y te pierdo.
Los Angeles, 31 de julio de 2001
Cuando alguien
Cuando alguien habla en la distancia,
no queda todo en su contorno;
repite el viento sus palabras
entre las ramas de los olmos.
Cuando alguien ama en la distancia,
y entre sus manos tiembla un rostro,
el beso que ambos intercambian,
es nuestro beso, nuestro gozo.
Cuando alguien llora en la distancia,
llanto nostálgico de otoño,
como hojas secas se desprenden
sus lágrimas de nuestros ojos..
Cuando alguien muere en la distancia,
no muere oculto, extraño, solo,
porque su muerte nos salpica,
y algo también muere en nosotros.
Los Angeles, 31 de julio de 2001