Breverías
892
Con tu voz aún colgada de mi oído,
voy entre cielo y tierra, en fuerza de alas,
sobre la espalda de las nubes. Mido
distancias que he ganado y he perdido;
y en mis entrañas sin cesar resbalas.
893
Cada noche, al dormir, libre te dejo,
huída de mis sueños, vagabunda,
ajena a compromisos o contrato.
Pero al amanecer vuelve el reflejo
de tu imagen, que en luces me circunda,
y de olvido y ausencia te rescato.
894
En tu mente emboscado me mantengo,
aunque tu corazón ya no recuerde;
si en tu silencio lo que fui se pierde,
lo que tú has sido en mi quietud retengo.
895
Acoge los impulsos renacidos
de mis viejos deseos derrotados;
por ti retoñan, sobre ti clavados
quieren estar, ni inciertos ni prohibidos.
896
Con la ilusión extática del niño
en la noche de Reyes; con la ciega
convicción de quien todo se lo juega;
con el gozo nacido del cariño,
así mi vida hasta tu vida llega.
897
No tengo otro horizonte que el borde de tu lecho,
no deseo ir más lejos, sólo quedarme en ti;
mis ojos en los tuyos, cada mano en un pecho,
el mundo es un olvido, tú y yo solos aquí.
898
Hay palabras de fuego, y hay palabras de nieve,
y palabras que vuelan ligeras en el viento;
las tuyas hoy me abrazan, y de mis ojos llueve
ternura en implacable, manso desbordamiento.
899
Escalada la cima del recuerdo,
no alcanzará a mis pies la indiferencia;
presente en mí en las brumas de la ausencia,
en qué agridulce soledad me pierdo.
900
Ni convulsión del cuerpo solamente,
ni temblores del alma aspiro a ser;
quiero el punto, y en él permanecer,
que enlaza en tu interior cada vertiente.
901
Resuena como un eco mi gemido
por las hondas cavernas del recuerdo;
contigo amé y reí; y hoy que te has ido,
el pan amargo de tu ausencia muerdo.
902
Sólo quien duda ve sobre pizarra
su amor escrito en líneas imprecisas;
y miradas, palabras y sonrisas
se esfumarán bajo la firme garra
del borrador del tiempo, envuelto en prisas.
Quien sabe escribirá sobre granito
la promesa enunciada y su certeza,
que irá del corazón a la cabeza
en largo, terso, irreversible grito,
nunca en caducidad, aunque en tristeza.
903
Cada noche, recóndito en mi entraña,
clama el voraz deseo de absorberla;
y el perenne designio me acompaña
de un día en plenitud volver a verla.
Sonetos
632 - Claro mensaje
Tus pies caminan hacia mí en premura,
cabalgándoles piernas temblorosas
en arco de acogida, codiciosas
de entrelazarse en torno a mi cintura.
Cuantas quimeras el amor procura,
cuanta fragancia emana de las rosas,
el aleteo de las mariposas,
el arrebato que el instinto augura;
todo articulará claro mensaje
uniendo a afán sutil, brío salvaje,
y a acometividad, delicadeza.
Llégate a mí sensual, grácil, desnuda,
y galvaniza, goza, absorbe, anuda
tactos desde los pies a la cabeza.
Burgos, 14 de mayo de 2002
633 - En ti estoy vivo
En las calladas vidas de las rosas
latidos de silencio se repiten;
sólo cuando al ocaso se marchiten
cesarán de latir, tristes y hermosas.
Las discretas sonrisas luminosas
de almas de cera, que sosiego emiten,
la escarcha frenará, cuando se inviten
sombras huecas a noches jubilosas.
Y las claras miradas transparentes,
preámbulos de entregas inminentes,
sus párpados verán, no su objetivo.
No te mueras a mí con tanta prisa,
no se extinga la luz de tu sonrisa,
sigue mirándome, que en ti estoy vivo.
Burgos, 15 de mayo de 2002
634 - Aprendiz
Soy aprendiz de ti; no te he estudiado
lo suficiente para ser experto;
mis energías en tu examen vierto,
ávido el torso sobre ti arqueando.
Sobre el lecho, bufete alborozado
deja tu libro holgadamente abierto,
mientras en él perseverante inserto
el tesón de mi estudio prolongado.
Cuánta destreza, qué sabiduría
derivaré de ti, mientras me guía
paso a paso tu tacto en movimiento.
Página a página te iré cursando,
aprendiendo, absorbiendo, asimilando,
dueño al fin de tu idea y sentimiento.
Cantabria, 18 de mayo de 2002
635 - Correspondencia
Y me miró con ojos rebosantes
del regreso de tantas primaveras;
con el silencio de las cordilleras
de palabras y huellas ignorantes.
Y no habló, porque no hablan los amantes
al superar tabúes y barreras;
sólo un susurro, como de banderas
doblegándose al viento flameantes.
Y me amó, con la cósmica energía
que irradia plenitud, que desafía
titubeo, congoja, extenuación.
Y yo correspondí, como quien llega
con las intensas fiebres de una entrega
adversaria de la moderación.
Asturias, 21 de mayo de 2002
636 - Late conmigo
A tu más íntimo rincón me admites,
y el miembro dejas aherrojado en grillos;
de tal forma contraes los anillos
que el movimiento apenas le permites.
He de gritar al tiempo que tú grites
al compás de descargas de martillos;
en mis ojos idénticos los brillos
que del cristal de tu mirada emites.
Y al expirar los últimos gemidos,
antes de sosegar adormecidos,
sigue abrazándome una y otra vez.
Sumérgete en quietud, late conmigo,
cúbranos el sensual, cálido abrigo,
de nuestra fulgurante desnudez.
Asturias, 24 de mayo de 2002
637 - Oh mujer, mi mujer
Hoy que tus cosas a empacar procedes,
y a punto estamos de partir, primero
recoge uno por uno los ‘te quiero’
que adheridos están a las paredes.
Yo quisiera quedarme, y que te quedes,
desvaneciendo el tramo del sendero
que hasta la puerta llega, mensajero
de sueños muertos ya, que al fin sucedes.
Cuanto a lo largo del camino ha habido,
yace ignorado, inerte, enmudecido,
sólo hacia tu perímetro despierto.
Oh, mujer, mi mujer, que aún sin ser mía,
rompes los moldes de mi fantasía,
qué suerte haberte un día descubierto.
Cantabria, 31 de mayo de 2002
638 - Lecho vacío
Nunca estuvo una cama tan vacía
como la que alojó anoche mi sueño;
lecho tan grande, aún siendo tan pequeño,
mudo y clamando por tu compañía.
De nuevo llueve, como ayer llovía,
y una vez más fracaso en el empeño
de contener el llanto, extraño dueño
del sentimiento en franca rebeldía.
Vuelvo a hacer un paréntesis de manos,
y tus mejillas, pétalos lejanos,
no ocupan la oquedad entre mis palmas.
Y me hunde la verdad sangrante y ruda
de no poder ceñir tu piel desnuda,
aún siguiendo el abrazo de las almas.
Cantabria, 31 de mayo de 2002
639 - Sólo el estallido
Tus palabras, sonrisas y miradas,
tus lágrimas profusas, silenciosas,
borraron júbilos, ideas, rosas
que adornaron ayer otras almohadas.
Tantos atardeceres y alboradas
de antaño, tantas noches luminosas
parecieron un día tan hermosas,
y hoy yacen en descuido acorraladas.
Yacen en orfandad y en abandono,
vaga canción insípida, sin tono,
cuya audición y tarareo evito.
Apagaste el mensaje y el sonido
del canto ajeno, y sólo el estallido
de tu alma en convulsión oigo y recito.
Cantabria, 31 de mayo de 2002
Poemas
Poema para un amanecer
Te he visto anoche en formas, sonidos y colores
que nunca ocaso tuvo ni descubrió alborada;
se me abrieron tus senos como se abren las flores,
brindando a mis mejillas suavidades de almohada.
Y toda tú, vibrante de humedades, te abriste
con ansiedad que, firme, más que invitar, reclama;
con el febril deseo que al desbordarse insiste
en libertad sin muros, audacia sin programa.
Yo te he dado lo mismo que tú misma me has dado,
una oferta que excede las más fieras demandas,
y una piel que se adhiere tan fija a tu costado
que cuando yaces, yazgo; camino cuando andas.
Somos como dos ríos que, unidas las corrientes,
fluyen entrelazados, ya en cascada o remanso,
intenciones gemelas, deseos transparentes,
en la acción exaltados, suaves en el descanso.
Cobra por ti mi vida inédito sentido,
hoy mi mente te piensa más que lo hiciera ayer;
y esta espléndida gloria de habernos poseído,
suavizará la ausencia que ya empieza a nacer.
Sobre el Atlántico, 13 de mayo de 2002
Viento, noche y agua
Tantas cosas he visto que tu presencia evocan,
tanto observó mi mente, tanto advirtió mi oído,
tanto te siento en todo cuanto mis manos tocan,
como si hubieras siempre dentro de mí vivido.
El abrazo del viento, los ojos de la noche
de mirada furtiva como guiños de estrellas,
las canciones del agua culminando en derroche
de corrientes y saltos, en espumosas huellas.
Y yo te abrazo en firme, lento, impúdico anillo,
como el viento lo haría; como la noche oteo
tu movimiento leve, tu luminoso brillo;
como el agua te canto, y en tu gozo me empleo.
Y un día, cuando llegues auténtica a mi lado,
siendo más que una idea, más que un sueño o promesa,
como el viento, y la noche, y el agua, habré logrado
ser quien te escucha y habla, quien te circunda y besa.
Burgos, 15 de mayo de 2002
A una joven
Desde la zona bohemia
de sus diecinueve años,
contempla un mundo bifronte,
extendido en ambos flancos.
Uno mira atrás, recuerdos
de infancia, rosas y cardos,
nostalgias de regocijos,
dolor de lo malogrado;
aquéllas en luces claras,
éste en colores amargos.
El otro mira al momento
pasajero, a lo inmediato,
en donde los objetivos
carecen de calendario.
Visión que niega horizontes,
flecha que no deja el arco.
Y aquella niñez lejana
sus huellas va duplicando
bajo la planta ligera
de otra vida de seis años.
Casi niña y casi madre,
con deberes cotidianos
de tareas escolares,
de obligaciones y horarios.
Y mujer, con el deseo
que tiembla en piernas y labios,
como tiemblan los rosales
en la brisa del verano.
Mujer con la sangre ardiente
alborotada al contacto
de otros ojos en su ojos,
de otras manos en sus manos.
Mujer, gaviota perdida
en litorales extraños,
en vuelo hacia tierra adentro.
Mujer, timonel de un barco
anclado en puerto, sin viento,
cuando no vientos contrarios;
y ante ella la mar abierta,
lejanía, espacios amplios,
y una visión de futuro
que espera, y sigue esperando.
Ah, si supiera trazarse
su rumbo, su itinerario,
porque los días se mueren,
y el tiempo nos va arrastrando,
y es nadar con la corriente
desembocar en fracaso.
Mujer, que miras el mundo
desde tan tempranos años:
No te ensordezca el presente,
que está el mañana llamando.
Teverga, 27 de mayo de 2002