Breverías
883
El amor, como el aire, es elusivo,
terso horizonte azul que no se alcanza;
si se conquista, es breve y fugitivo;
si no, larga es la espera y la esperanza.
884
¿Cómo me ves en este íntimo instante?
¿En mi verdad, o como me has soñado?
Si el uno está del otro tan distante,
sigue soñando, déjame engañado.
885
Tus palabras me llegan inodoras,
sin el aroma que una vez vistieron;
o quizá en aquel tiempo se cubrieron
de mis propias fragancias soñadoras.
886
Cuando tu voz me abraza,
se despierta el silencio en torno mío,
reprime y amordaza
rumores, y sonrío
lleno de ti, de lo demás vacío.
887
Juguemos, amor, con fuego,
que, aunque en él nos abrasemos,
no logrará que olvidemos
las delicias de tal juego.
888
Tú miedo de perderme es aún muy niño,
aunque lo ves con sombra de gigante;
en solitario tiemblas fluctuante:
cíñete a mí, tal como a ti me ciño.
889
Sucederá al diálogo el mutismo,
cesará el vínculo y habrá distancia,
mas nunca ha de esfumarse la fragancia
de esta mezcla de amor y de erotismo.
890
Soy lo que soy, helado como el cierzo,
con las alas variables del monzón,
y el calor del siroco; y no hago esfuerzo
para alterar mi hostil definición.
Si lo hiciera, si el ángulo y la arista,
se limaran, como alguien sugirió,
me haría maleable y conformista,
pero ese yo ya no sería yo.
891
Una sonrisa inmóvil, con la sensual textura
de fruta sazonada,
me llama en un susurro, con un frescor que augura
sedosa dentellada.
Y una parte en mí espera la humedad de esa boca
sobre esta boca mía;
y otra parte palpita, se amotina y convoca
mi erótica osadía.
Sonetos
618 - Tardanza
Lenta sin ti es la noche, el duelo es largo,
dilatada la espera, el beso frío,
oscura el alma está, el tiempo vacío,
y el paladar lleva un sabor amargo.
Al margen del descanso, sin embargo,
fugitivo va el sueño, como un río
que se queda y se va, con el desvío
que apenas rinde incómodo letargo.
Y los minutos, y las horas luego,
me cercan, y me roban el sosiego,
proyectando tu imagen pertinaces.
¿Dónde estás, que no acudes a la cita?
Mi voz te nombra, mi recuerdo grita,
mi cuerpo entero espera que le abraces.
Los Angeles, 21 de abril de 2002
619 - Preocupación
Un campo de Montiel llevo en la mente,
sembrado de fatídicos molinos,
cuyas aspas voltean desatinos,
ruedas trituran cuanto el alma siente.
Si el viento de las dudas, indolente,
duerme en las verdes copas de los pinos,
aspas y ruedas frenan sus caminos,
borrándose las rayas de la frente.
Pero al airado soplo de la duda,
la estática molienda reanuda
su ciclo de maligna destrucción.
Y una vez ya en su curso irreversible,
lo más absurdo irrumpirá infalible,
dejando sordomuda a la razón.
Los Angeles, 22 de abril de 2002
620 - De repente
Apenas arribada, y tan remota
que pude haberte visto amanecida
con la primera luz, recién nacida,
en la infancia del orbe, gota a gota.
Tan leve tu pisar que casi flota
como la espuma, sobre el mar dormida;
tan escasas tus huellas, que la vida
parece que hoy bajo tus plantas brota.
Demorada en venir, y de repente
te instalas con carácter permanente
en los alcázares de mi ilusión.
Las normas del asedio fragmentadas,
en rendición total, sin retiradas,
quedo a tu lado, mi íntima obsesión.
Los Angeles, 23 de abril de 2002
621 - Tus manos
Tus manos: Las he visto acariciantes,
bajo su piel no tuyas, sino mías;
si hacia ángulos recónditos las guías,
siguen las rutas que tracé ondulantes.
Los dedos, temblorosos, trashumantes,
saben de círculos, y de osadías,
preceden y ejecutan fantasías,
y unen en soledad mudos amantes.
Esas manos que trémulas advierto,
y quisiera suplir, pero no acierto,
anclado como estoy en lontananza;
esas manos contienen hoy mi tacto,
y por su medio, sobre ti redacto
mi confesión de amor y mi añoranza.
Los Angeles, 24 de abril de 2002
622 - Sin superlativo
Con prístino lenguaje primitivo,
de la idea atavío transparente,
háblame en sobriedad, como se siente,
pondera y juzga sin superlativo.
Ya laudatorio, ya peyorativo,
frena tu léxico grandilocuente;
quien desorbita, decepciona y miente;
critica, elogia, pero sé objetivo.
Ni es ella emperatriz del universo,
ni tú el mejor galán, y no es tu verso
lo más artístico que se haya escrito.
Baja el volumen, equilibra el labio,
que la mesura es la heredad del sabio,
y deja a tu deidad el infinito.
Los Angeles, 26 de abril de 2002
623 - Quédate
Oigo sordo fragor de cristalera
en el fondo nocturno de tu ausencia,
como si el alma, ciega en su inocencia,
diera un traspiés mortal en la escalera.
Hoy tus brazos no son la enredadera
trenzadora de firme dependencia;
son otoño grisáceo que silencia
lo que bullicio fue de primavera.
Nubes rotas, estrellas apagadas,
y un dolor, asesino a dentelladas,
interponiendo angustia entre los dos.
Tú, que fuiste requiebro en mis auroras,
tú, que tal vez si lloro, también lloras,
quédate en mí, no digas aún adios.
Los Angeles, 26 de abril de 2002
624 - He de negar mi ayer
He de negar mi ayer cuando te quiera,
ser virgen para ti en el sentimiento,
y saberte en perenne ofrecimiento
última amante, y a la vez primera.
Peregrino hacia ti, tú viajera
por mi tórrido yermo soñoliento,
llegando a ser, al encontrarme hambriento
pan, queso y vino bajo la palmera.
Tala mi olvido el bosque del recuerdo,
y eres tú tanto más que lo que pierdo,
que nada esto parece, y eres todo.
Mágica pleamar sobre mi arena,
que ni las fases de la luna frena,
e irrumpe hasta en el último recodo.
Los Angeles, 29 de abril de 2002
625 - El mejor perfil
De las amantes que una vez vistieron
cálida desnudez bajo la luna;
de aquéllas cuya mente libre acuna
credos audaces que jamás cohibieron;
de las que, retraídas, no supieron
adherirse al convoy de la fortuna;
en mi crisol forjé de todas una,
con el mejor perfil que proveyeron.
Y esa es mi amante de hoy, y de mañana,
residente en la cámara que hermana
conceptos, emociones y deseos.
Y yo estoy en su línea divisoria
de cuerpo y alma, intentos y memoria,
sobre la tumba de los titubeos.
Los Angeles, 30 de abril de 2002
626 - Tal como es
El libro de mi vida ha sido escrito
sobre la piel de barro que moldea
este arcángel centrífugo, esta idea
que liberarse quiere a pleno grito.
Libro sagrado un día, otro maldito,
a la luz de la mente que lo lea;
para unos, el destello que alborea,
para otros el cinismo que vomito.
Dualidad no innata, percibida
por el ojo que ve sangre y herida
en la cuna del beso y el abrazo.
Imagen y concepto consistentes
con mi propio sentir, no el de las gentes;
ni les abjuro yo ni les disfrazo.
Los Angeles, 5 de mayo de 2002
627 - Breve es la dicha
Se me derrumba el tiempo en tu presencia,
torre de naipes, cúpula de arcilla,
estela que en el mar rasga la quilla
del velero que apunta hacia la ausencia.
Intima, breve, intensa coexistencia,
tan lenta en gestación, feraz semilla
soñadora de mieses, que en la trilla
ve laurel y derrota en concurrencia.
Al bosquejo inicial, siguió la espera,
larga, calmosa, como si quisiera
paralizar el gozo del encuentro.
Y ahora, al llegar, repica la campana
anunciando que el hoy es ya mañana,
tan pronto casi como en ti me adentro.
Los Angeles, 5 de mayo de 2002
628 - Odio la noche
Bésame más, de prisa, que huye el día,
y el deber te arrebata de mi lado;
dime otra vez, ceñida a mi costado,
que me amarás mañana todavía.
Odio la noche; en ella no eres mía,
tú en deserción, mi epíritu quebrado,
de tu entrañable patria desterrado,
la mente en gris, la carne en rebeldía.
En tan exiguas horas te poseo
que eres libro anatómico que hojeo
sin lograr absorber su contenido.
Sólo una imagen, un inciso, un trazo,
puedo ver si te beso, si te abrazo,
y al querer estudiarte, ya te has ido.
Los Angeles, 6 de mayo de 2002
629 - Dedos
Exploradores son, que no guerreros,
los dedos enquistados en mis manos;
y objetivos impúdicos, paganos,
mueven su paso en tus desfiladeros
¿Qué importa no haber sido los primeros
en redención de simas y altozanos?
No por sembrarse los primeros granos
desbordarán de trigo los graneros.
Yo les veré frisar ambas vertientes,
y en avances frontales, persistentes,
parecerán flotar e introducirse.
Y al grácil ritmo en que los guío y muevo,
suscitarán en ti temblor tan nuevo
que optarán cuerpo y alma por abrirse.
Los Angeles, 7 de mayo de 2002
630 - De visita
Si he de dormir sin ti, pero en tu cama,
no me cambies las sábanas, amiga;
deja que en ellas tu fragancia siga,
siga el contacto que tu piel derrama.
Se irá la luz, resurgirá la llama
que el corazón aún sin saberlo abriga,
y aceptarás tal vez la dulce intriga
de ser amante y a la vez ser dama.
Cuando el silencio apague los rumores,
subyuga indecisiones y temores,
y entra vistiendo sólo tu sonrisa.
Libre, entornada encontrarás la puerta,
mi ansiedad esperándote despierta,
y tú ni temerosa ni indecisa.
Los Angeles, 8 de mayo de 2002
631 - Insomnios
De mis sueños perenne fugitiva,
de mis insomnios huésped permanente;
si eres tal cuando no te hallas presente,
¿cómo serías siendo mi cautiva?
Hoy sólo puedo verte en perspectiva,
horizonte lejano, sombra ausente,
aunque con el empeño que consiente
la más descabellada tentativa.
Te veré, te amaré, no importa cuándo,
ni dónde, ya riendo, ya llorando,
y de mis sueños no podrás huir.
Porque entonces serán sueños despiertos,
mis insomnios tendrán brazos abiertos,
y no habrá voluntad para dormir.
Los Angeles, 10 de mayo de 2002
Poemas
Glóbulo rojo
Navegaré tu sangre; seré glóbulo rojo
rodando en tus arterias, venas y capilares;
exploraré las hondas raíces del sonrojo,
la zona oscura donde se instalan los pesares.
Indagaré impulsivo la esquina luminosa
en que anidan las risas y baila el cosquilleo;
y la cálida, ciega, vibrante, húmeda fosa
portal de nacimientos, drenaje del deseo.
Y en el rápido flujo, bajo la curvatura
de la dúctil aorta, salvaré la cascada,
descendiendo hasta el fondo de esa comarca pura
donde afloran los sueños y arraiga la mirada.
Los Angeles, 25 de abril de 2002
Nombres
En mi historia hay silencios, y lagunas, y huecos,
y paréntesis blancos, de mí sólo entendidos;
e inexplicables rosas entre claveles secos,
y misteriosos nombres dentro de mí dormidos.
En mi vida hay fragmentos que el mundo desconoce,
que fueron blanqueados y yacen en la sombra;
huellas de suaves manos entre manos sin roce,
y misteriosos nombres, que sólo el alma nombra.
En mi pasado hay criptas selladas al gentío,
a las que no descienden ni rampas ni escaleras;
y una salmodia etérea, pura, en el griterío,
y misteriosos nombres de ocultas compañeras.
Y la historia incompleta, la vida fragmentada,
el pasado que, ciego, sus enigmas esconde,
palidecen opacos ante la llamarada
del misterioso nombre que hoy llamo y me responde.
Los Angeles, 7 de mayo de 2002