Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Dentro del sueno

Índice

Sonetos:
Hiedra Otra noche El mayor regocijo Llora, mujer Tantas veces murió De espaldas al recuerdo A la orilla Hueco Eso fue ayer Dentro del sueño Junto a mí
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Breverías

1147
Melena en cautiverio; suelta el lazo, que en libre catarata se derrame sobre los hombros, cuando se encarame mi mano a ti, surgiendo del abrazo.

1148
¿A la espera de qué? Muere la tarde en lenta, melancólica agonía; vendrá la noche, nacerá otro día, y dormirá el espíritu cobarde. Cuando el dardo del tiempo te despierte punzándote esa piel que no se entrega, será tarde quizá para la siega, pero no lo será para la muerte.

1149
La danza es movimiento; el movimiento es parte de la vida que se ofrece a través de temblor, de acercamiento, de efervescencia que rejuvenece. Alarga el pie con paso intermitente, gira los brazos y la espalda arquea, deja flotar extática la mente, y amalgama el sentido con la idea.

1150
¿A dónde vas, frente a la noche oscura, que te cierra el camino? ¿Tan brumosa es la vida a tu espalda que apresura tu paso hacia otra vía dolorosa? No dejas luz atrás, pero delante tampoco hay luz; sombrío es el entorno. El destello está en ti, tan fulgurante; déjalo arder, sin fuga y sin retorno.

1151
La música y el ritmo nos envuelven, niebla de gozo, ondulación vibrante, pétalos de jazmín que se disuelven como amante en los brazos de la amante. No ven los ojos, párpados caídos, pero esa melodía transparente, no se sabe si tiembla en los oídos, o es el alma tan sólo quien la siente.

Sonetos

978 - Hiedra
Trepa la madreselva a tu balcón en ansiedad de abrazo, mensajera rehuyendo el caracol de la escalera por más directa, exótica ascensión. La barandilla es clara invitación, los barrotes, reclamo, no barrera, y a su piel inflexible de madera el ramaje se adhiere en confusión. Mi espíritu en la savia se desliza, soy el impulso escalador que riza sus finos dedos que al cristal apuntan. Mis ojos por las púas aparecen, en las hojas mis labios se estremecen y en tímido rumor por ti preguntan.
Los Angeles, 13 de diciembre de 2003
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979 - Otra noche
Hombre soy que no sabe anochecer; pletórico de luz, juego a la aurora, al reflejo en el lago, a la sonora rabia del mar, al hoy, nunca al ayer. Porque el tiempo que fue no ha de volver, alargo en el presente cada hora; si la rosa que aspiro me devora, intentaré al momento renacer. El recuerdo es cadáver de otro día enterrado en la cámara sombría de una noche que fue, que ya no existe. Cada mañana es súbita asesina de la noche anterior, y se encamina a otra noche a que mi alma se resiste.
Los Angeles, 14 de diciembre de 2003
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980 - El mayor regocijo
Me enriquezco de aquello que no muere; las amantes se van, el amor queda, aunque en la cara y cruz de la moneda sólo un lado, la cruz, nos pretendiere. A cambio de sus rosas no requiere justa retribución la rosaleda, ni exigirá favores la arboleda si un alto el peregrino en ella hiciere. No está en la aceptación el alborozo, ni deberá el desdén causar sollozo, el mayor regocijo está en la entrega. Ama tenaz, desesperadamente, que quien ama se otorga lo que siente, y quien no ama a sí mismo se lo niega.
Los Angeles, 14 de diciembre de 2003
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981 - Llora, mujer
Reconozco la lluvia en tus mejillas, no llama a la ventana, no es del cielo, nacida en doble surco paralelo, enraizada en temblores de rodillas. Tu caja de Pandora está hecha astillas, ni la esperanza queda, ha alzado el vuelo; hoy las nieves se niegan al deshielo, y los sueños se tornan pesadillas. Hay momentos que agobian, hay momentos que han sido entrelazados de lamentos, y se arrebozan en la oscuridad. Llora, mujer, descarga tu agonía en el silencio de hoy; ya habrá otro día con más ventura y menos soledad.
Los Angeles, 14 de diciembre de 2003
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982 - Tantas veces murió
“Son demasiadas muertes para una sola vida”. (Antonio Gala)
Tantas veces murió...Murió en enero, cuando extiende la nieve amplio sudario sobre los campos muertos; su adversario fue un sentimiento leve, pasajero. Murió en abril, al borde del sendero, una mañana tibia, en solitario; no logró completar su itinerario, víctima al pie de un corazón de acero. Murió en julio y septiembre, al sazonarse espigas y racimos, y encontrarse manos vacías, alma desolada. Murió enfermo de sueños, de promesas, de fuego extinto alzándose en pavesas, pero siguió avanzando en su jornada.
Los Angeles, 15 de diciembre de 2003
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983 - De espaldas al recuerdo
No destruyó las flores; agostadas fueron quedándose sobre el florero; la inmarchitable nota del ‘te quiero’ aún palpita en sus manos apretadas. Quizá un trofeo más; tantas almohadas, en su oleaje azul tanto velero, sobre sus vías tanto pasajero..., tantos anillos de humo en bocanadas. De espaldas al recuerdo, las heridas cicatrizan mejor; más avenidas se abren dinámicas, acogedoras. Los ojos del silencio están despiertos hacia el pasado, y al mañana muertos; emergen ya salmodias soñadoras.
Los Angeles, 15 de diciembre de 2003
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984 - A la orilla
De la montaña al mar en bicicleta, a lo largo del río, en pedaleo de leve esfuerzo y amplio galanteo, largo intervalo y cópula discreta. La luz, entre el ramaje, ninfa inquieta, danza sobre la piel, en coqueteo de la azogada sombra; un escarceo de brisa y fronda el júbilo completa. Ni al cielo dirigiste la mirada, ni sobre el césped la dejé clavada, encontrados tus ojos y los míos. Y al fin el mar. El agua indiferente, neutral el sol, la expectación ausente... Nada como la orilla de los ríos.
Los Angeles, 15 de diciembre de 2003
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985 - Hueco
A golpes de silencio, día a día, entre los dos un hueco hemos labrado; ni un pontón de sentidos fabricado nos volverá a reunir. En la tardía luz otoñal se asienta la apatía de un bosque de rumores despoblado, ciego en color, de cielo anubarrado, tedio que de los sueños desconfía. Quisiera rellenar ese recinto con escombros de olvido, y un distinto vínculo establecer, libre de miedos; y recobrar los ángeles huídos cuyas alas y pies, estremecidos, aún tiemblan en las puntas de mis dedos.
Los Angeles, 16 de diciembre de 2003
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986 - Eso fue ayer
Muy diferente a ti; no tan hermosa, pero la amé como si hubiera sido; ni más joven que tú, pero vencido quedé por su actitud voluptuosa. Tú eres veraz, y aunque ella fue engañosa, la amé como si no hubiera fingido; optas a mí, de ella no fui elegido, y amé hasta las espinas de su rosa. No entendió cuánto supe de su argucia, porque pagué en amor su guerra sucia... Eso fue ayer, amé, sufrí, perdí. Hoy eres tú, recíproca querencia, sentimiento, sentido, transparencia, y cuanto entrego regresando a mí.
Los Angeles, 16 de diciembre de 2003
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987 - Dentro del sueño
Tal vez mañana flotarán visiones en los ojos que miran el paisaje, y en vertical el olmo resquebraje este horizonte gris sin ilusiones. El olmo aislado canta aspiraciones de llanura desierta; su ramaje le balbucea al viento, en un lenguaje de tenues, íntimas provocaciones. Descubrirá mañana la mirada que el cielo oscuro, la laguna helada, la fronda muda, el altiplano yermo, recuperan su estado primitivo; y yo de nuevo he de sentirme vivo dentro de un sueño en el que ya no duermo.
Los Angeles, 16 de diciembre de 2003
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988 - Junto a mí
Me esperarás, y acogeré la oferta que tiembla en el cristal de tus retinas; germinará un rosal entre las ruinas, y cicatrizará la herida abierta. Oigo otra primavera que despierta en coplas de verdor por las colinas, mientras en torno a mí te arremolinas, cálido viento de caricia experta. No escucho ya los gritos del invierno, con su nieve exterior, su frío interno, helando, ensordeciendo alma y oído. Sólo el rumor del leño crepitante ardiendo en el hogar, y tú, mi amante, junto a mí, despertándome el sentido.
Los Angeles, 18 de diciembre de 2003
Diseño: Carmen Álvarez
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