Breverías
1275
Esta glacial, despótica cordura
va inexorablemente devorando
al soñador que sigue en mí soñando;
quién me diera volver a mi locura.
1276
Irás semidesnuda por callejas sin nombres,
sobre tu piel la firma de experto cirujano;
te odiarán las mujeres, te adorarán los hombres,
rumba, salsa y bolero tu paso cotidiano.
Entre tanto festejo, y en tanta algarabía,
percibirás la pausa de un silencio distante,
te invadirá dorada, suave melancolía,
por quien durante un tiempo se declaró tu amante.
1277
Hay vidas esquemáticas, vacías,
en que nadie ha vertido su existencia;
y otras en que hubo luz, pero hoy sombrías,
se marchitan en blanda negligencia.
Si agobia el lastre de quien ha perdido
por naufragio, derrota, error, fracaso,
cuánto peor jamás haber bebido
del vino utópico en incierto vaso.
1278
Hoy se me cierra el libro, y enmudecen
las teclas del piano;
quieren volar los ojos, se humedecen,
y descienden al llano;
todo a nivel de tierra, circunscrito
a límites y andrajos,
y el entusiasmo, la ilusión, el grito,
se alejan cabizbajos.
1279
Regálate fragante,
rosa que lentamente se deshoja;
mágico es el instante,
y tu piel se me antoja
vestida sólo de una cinta roja.
Sonetos
1189 - Dame tu nombre
Si eres senda y rumor, si eres certeza,
no te alejes con tránsito de río,
que el agua no regresa, y desconfío
de quien parte y no vuelve la cabeza.
Déjame andar por ti, por tu corteza,
en este atardecer en que me guío,
no por las veleidades del gentío,
sino por tu silencio y gentileza.
Me has dado el tacto ya, dame tu nombre,
y que entre ambas riberas, mujer y hombre,
no haya corriente, sino cauce seco
donde se den la mano dos orillas.
Que al abrazo carnal de las rodillas
sucedan nombres sólidos, sin eco.
Los Angeles, 13 de diciembre de 2004
1190 - Morir
He dado muerte a tantos…La memoria
es mi buque fantasma, cementerio
glacial, flotante de uno a otro hemisferio,
lúgubre, inevitable trayectoria.
Y tantos me han matado…¿Qué oratoria
sabrá encender la luz de ese misterio
de vivir aunque sea en cautiverio?
¿dónde está, muerte absurda, tu victoria?
Ni la vida es el triunfo pregonado,
ni la muerte el revés inesperado;
cada cual vive y muere a su manera.
Yo he matado y he muerto muchas veces,
he bebido mi copa hasta las heces,
no me intimida la última frontera.
Los Angeles, 13 de diciembre de 2004
1191 - Sombra
Y cuando ya no esté, cuando mi llama
transforme en humo azul su parpadeo,
y el corazón extinga su aleteo,
dormida alondra inmóvil en la rama;
cuando ya no esté aquí, sobre tu cama,
que albergó mi deseo y tu deseo,
descenderá mi sombra en ronroneo
de gata en celo que tu ardor reclama.
Estaré junto a ti; no vigilante,
sino en dedicación, y habrá un instante
en que me llames sobre ti otra vez.
Y aunque no me llamaras quedaría
a tu lado en silencio; no podría
brindar a nadie más mi desnudez.
Los Angeles, 15 de diciembre de 2004
1192 - Tu abrazo
Es tu abrazo de luz, no restringido,
tan imprevisto y mudo que arrebata;
algo en mi oscuro fondo se dilata
que no sabe a tu lado estar dormido.
Círculo de relámpago extendido
en torno mío, el ímpetu desata
que urge a tu desnudez bajo la bata
manifestar abierta su libido.
Caerá como la luz en el ocaso,
en sedoso descenso, paso a paso,
como párpados blandos, soñolientos.
Mas no los tuyos, lúcidos, sagaces,
ni los míos, que exploran desenlaces
a mi agresión y a tus ofrecimientos.
Los Angeles, 16 de diciembre de 2004
1193 - ¿Para qué escribo?
Y yo, ¿para qué escribo? ¿Quién espiga
en esta mies de versos visionarios
irremediablemente innecesarios?
¿En quién esa cosecha se prodiga?
Quisiera ser ungüento que mitiga
las coronas de espinas, los calvarios;
que mis poemas fueran emisarios
de paz, el roce de la mano amiga.
Y tú, ¿para qué lees, o qué intentas
descubrir en las páginas sangrientas
de un alma torturada que aún respira?
Precisamente que el dolor no mata,
que tu llanto en el mío se retrata,
y que cada alma por igual suspira.
Los Angeles, 17 de diciembre de 2004
1194 - Nunca la vida es sueño
Un muerto no es un muerto, es un dormido
incapaz de seguir hacia delante,
como el recién nacido es emigrante
que del país del sueño se ha evadido.
Nunca la vida es sueño; sueño ha sido
la noche precursora del instante
de nacer, y al morir vendrá apremiante
el sueño que esa vez fue interrumpido.
Este paréntesis de pena y gloria,
de duda y fe, de olvidos y memoria,
llamado vida es desvelado empeño.
Quizá alguien nos soñó, y hoy nos rodea
de componentes de su propia idea,
hasta que al fin volvamos a su sueño.
Los Angeles, 18 de diciembre de 2004
Poemas
Indiferente
Tallóse un monumento a su medida,
o a la medida de su absurdo orgullo;
me habló su voz en ráfaga y murmullo,
y se quedó en mi piel entretejida.
Dejé mi tiempo al pie de su obelisco,
truncado hoy por el hielo o la desgana,
mármol decapitado, del que mana
sangre de beso en furia de mordisco.
El labio siempre degenera en diente
si el alborozo emigra al abandono;
ni ruego ni detesto ni perdono,
esta ruina me deja indiferente.
Los Angeles, 12 de diciembre de 2004
Dentro de ti
Te veo mirar, y veo
cuanto ves, no porque mire
las mismas cosas que miras,
mas porque mi ojo percibe
desde dentro tu retina;
estoy en ti, en tus raíces,
en tus ramas, en tu tronco,
escuchando lo que dices,
hablando por tu palabra,
viendo cuanto ves y viste,
custodio de tus recuerdos,
testigo de cuanto vives.
Cuando cantas soy el arco
que rasguea tus violines;
soy tu lágrima callada
si melancólica gimes;
las manos en tus mejillas
en los crepúsculos grises.
No tienes que hablar, entiendo
cada pensamiento triste,
cada deseo frustrado,
cada sonrisa que finges.
Soy tan parte de ti misma
que no acierto a despedirme.
Los Angeles, 16 de diciembre de 2004