Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Aqui y alli

Índice

Sonetos:
Llueve De noche Noche, distancia ¿De qué sirven? Amalgama Aquí y allí
Poemas:
¿Para qué el miedo? Salvaje
seperador

Breverías

1202
Tu imagen tengo por partida doble, dos amantes sincrónicas, desnudas, y doblemente en torno a mí te anudas en el espejo, enredadera y roble.

1203
Las aves del recuerdo...¿las retienes? sin rama en que posarse en mi arboleda, pasan de largo, despoblados trenes con rumores de olvido en cada rueda.

1204
Tengo tantas raíces..., y tú eres una de ellas; no se sabe hasta dónde penetrarás el suelo; si el aire entre las hojas plañirá sus querellas, te besará la lluvia, te marchitará el hielo. Sigue hundiendo tus dedos en el vientre fecundo de esta tierra, mi tierra, que te acoge y se ofrece, tu avance en mis entrañas tan íntimo y profundo, que al principio me agita, y al final me adormece.

1205
Llevo un beso escondido, tímida mariposa que aún no ha iniciado el vuelo, pero tiembla y espera que se le abran las alas; mientras tanto, reposa, en la quieta blandura de su cuna de cera. Llevo un beso escondido que te sueña y presiente como voz que convida, se ofrece y casi toca; beso de ritmo lento y amplitud ascendente del marfil de los muslos al brocal de la boca

1206
La partida es el túnel que nos roba la luz, la fronda, el aire del paisaje; mi tren quiere abortar este viaje, tornando a los andenes de tu alcoba.

1207
En el fondo de ti yacen los besos como bajo la tierra la esmeralda; por tales joyas crujen hoy mis huesos, y se acentúa el arco de mi espalda, trabajando tu mina; no reducen fatiga ni sudor mis energías, que en vigor reanudado se traducen; tantas cosas de ti van a ser mías...

Sonetos

1084 - Llueve
Bajo el sollozo de la lluvia andamos. Es el adoquinado turbio espejo donde ven las farolas su reflejo, cuyo temblor de luz pisoteamos. En el kiosko se amontonan ramos de rosas y claveles; cruza un viejo aferrado al paraguas; yo me dejo besar de cada gota; contemplamos desde el puente la lluvia sobre el rí­o; a lo lejos resuena el vocerí­o de la turba infantil alborotada. Te llevo de la mano; soñoliento permanece el paisaje; en tal momento sólo tú estás, no necesito nada.
Sobre el Atlántico, 14 de mayo de 2004
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1085 - De noche
Borra la noche la última sonrisa desprendida del rostro del ocaso; llega oscuro el silencio paso a paso, forastero del brazo de la brisa.   Y vienes tú, en diafanidad, sin prisa, con fervor enemigo del fracaso, ofreciéndote entera, fresco vaso para la sed, canción  que se improvisa. Y me envuelves, me acunas, y me anegas, y aunque no me resisto, me doblegas, y aunque no lo requieres, me abandono. Mano de luna, beso de bengala, muslos de incendio en que el amor se instala... Yo, sediento y sensual, ya no razono.
Londres, 14 de mayo de 2004
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1086 - Noche, distancia
¿Es la distancia noche que separa, tibia luz que al crepúsculo se aleja? ¿Es la noche distancia que nos deja en ansiedad de la mañana clara?   Mi noche y tu distancia; si lograra uncirte a mi reposo...¿Quién festeja horizontes absurdos, cuya queja soterra melodías de algazara?   Quiero cantar contigo en alianza, no en monólogo aislante, de añoranza, sino en dueto de temblor y tacto.   Muérase la distancia, o se marchite, y aunque luego florezca o resucite, tenga esta noche su valor exacto.
Madrid, 17 de mayo de 2004
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1087 - ¿De qué sirven?
No he visto el sol, me has ausentado el cielo, sólo el rumor del mar lejano llega; cada sentido alerta se congrega sobre tu carne de pantera en celo. La silla en rotación, la mesa, el suelo, el agua impúdica que nos anega, la mano audaz que bajo el agua juega, tactos de vibración o terciopelo. Tanto como te doy y me concedes, mundo y vida en confín de unas paredes, breve tiempo, perenne evocación. ¿De qué sirven la luz del sol, la nube, río que baja, o álamo que sube, contrastados con esta sensación?
Tarragona, 21 de mayo de 2004
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1088 - Amalgama
Me has galopado a veces, mi jinete, y he cabalgado a veces tus caderas; han sido en ti mis manos viajeras, entre las tuyas fui feliz juguete. Centauro, toro bravo que arremete con estruendo de rotas cristaleras, suave brisa rizando las banderas, leve caricia, o penetrante arriete. He sido, fuiste, soy, y a la vez eres silencio monacal de amaneceres y estrépito profano en erupción. Ambos adscritos a gentil ternura, enroscados en lúbrica locura; mezcla de sentimiento y sensación.
Burgos, 25 de mayo de 2004
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1089 - Aquí y allí
Se me acorta y alarga la distancia al despertar tu nombre en la memoria, circulación de puerta giratoria que viene y va en discreta vigilancia. Tú aquí y allí, compleja circunstancia, ni incompatible ni contradictoria; se te piensa en perenne trayectoria de casi tacto a extensa trashumancia. La mente rozará de mil maneras tu piel desnuda; sólo las barreras de absurda lejanía lo limitan. Mis manos hacia ti mansas se tienden, si cercana, en susurros se me encienden, y si lejana, atormentadas gritan.
Santander, 28 de mayo de 2004

Poemas

¿Para qué el miedo?
  Voy hacia ti por rutas de conquista; tu alma, bandera al viento, de temores, tu carne, madriguera de temblores, tú, aceptación que ni huya ni resista.   Voy hacia ti que estremecida esperas, incierta de mi acción, mas desbordando los límites del dónde, cómo y cuándo, mujer que al fin rebasa sus barreras.   ¿De qué sirve el pudor? ¿Para qué el miedo? Si evitas hoy, lamentarás mañana; recorrer el camino a la ventana es pintar sobre el aire con el dedo.   Sueña, pero aferrada a lo tangible; si temblaran tus manos, si tu mente se decide, y al punto se arrepiente, si hay principios de acero, sé flexible.   Vengo hacia ti irrumpiendo en tu contorno, mis nudillos golpean en tu puerta; pensaré, si no la abres, que estás muerta, y otra se me abrirá y no habrá retorno.  
Madrid, 16 de mayo de 2004
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Salvaje
Eres tierra abonada para sembrar placeres, y eres placer fecundo que mi tierra cultiva; nada tienes de enigma, sabiendo lo que quieres, ni a deseo adversaria, ni a desnudez esquiva. Gritos amordazados, y gestos convulsivos germinan en tu rostro, rosas de hondo lenguaje, moduladas en bronce, de pétalos lascivos, lenguas que hablan y absorben, dulce niña salvaje. Se aglomeran temblores en mis extremidades, siendo absorbido al fondo de grieta horizontal, todo tu cuerpo un río de voluptuosidades, nacido en surtidores de grieta vertical. Nunca escuché gemidos tan plenos de sonrisas, ni conocí alborozo tan yuxtapuesto a llantos, ni frenos tan uncidos al yugo de las prisas, ni tan largos seísmos como en tu piel, ni tantos. Quiero ser definido mojón en tu camino, huella profunda y firme que entre tus pies se hospeda, el recuerdo de un hombre que hacia ti un día vino, hizo el amor contigo, y aunque se fue, se queda.
Castilla, 25 de mayo de 2004
Diseño: Carmen Álvarez
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