Breverías
1202
Tu imagen tengo por partida doble,
dos amantes sincrónicas, desnudas,
y doblemente en torno a mí te anudas
en el espejo, enredadera y roble.
1203
Las aves del recuerdo...¿las retienes?
sin rama en que posarse en mi arboleda,
pasan de largo, despoblados trenes
con rumores de olvido en cada rueda.
1204
Tengo tantas raíces..., y tú eres una de ellas;
no se sabe hasta dónde penetrarás el suelo;
si el aire entre las hojas plañirá sus querellas,
te besará la lluvia, te marchitará el hielo.
Sigue hundiendo tus dedos en el vientre fecundo
de esta tierra, mi tierra, que te acoge y se ofrece,
tu avance en mis entrañas tan íntimo y profundo,
que al principio me agita, y al final me adormece.
1205
Llevo un beso escondido, tímida mariposa
que aún no ha iniciado el vuelo, pero tiembla y espera
que se le abran las alas; mientras tanto, reposa,
en la quieta blandura de su cuna de cera.
Llevo un beso escondido que te sueña y presiente
como voz que convida, se ofrece y casi toca;
beso de ritmo lento y amplitud ascendente
del marfil de los muslos al brocal de la boca
1206
La partida es el túnel que nos roba
la luz, la fronda, el aire del paisaje;
mi tren quiere abortar este viaje,
tornando a los andenes de tu alcoba.
1207
En el fondo de ti yacen los besos
como bajo la tierra la esmeralda;
por tales joyas crujen hoy mis huesos,
y se acentúa el arco de mi espalda,
trabajando tu mina; no reducen
fatiga ni sudor mis energías,
que en vigor reanudado se traducen;
tantas cosas de ti van a ser mías...
Sonetos
1084 - Llueve
Bajo el sollozo de la lluvia andamos.
Es el adoquinado turbio espejo
donde ven las farolas su reflejo,
cuyo temblor de luz pisoteamos.
En el kiosko se amontonan ramos
de rosas y claveles; cruza un viejo
aferrado al paraguas; yo me dejo
besar de cada gota; contemplamos
desde el puente la lluvia sobre el río;
a lo lejos resuena el vocerío
de la turba infantil alborotada.
Te llevo de la mano; soñoliento
permanece el paisaje; en tal momento
sólo tú estás, no necesito nada.
Sobre el Atlántico, 14 de mayo de 2004
1085 - De noche
Borra la noche la última sonrisa
desprendida del rostro del ocaso;
llega oscuro el silencio paso a paso,
forastero del brazo de la brisa.
Y vienes tú, en diafanidad, sin prisa,
con fervor enemigo del fracaso,
ofreciéndote entera, fresco vaso
para la sed, canción que se improvisa.
Y me envuelves, me acunas, y me anegas,
y aunque no me resisto, me doblegas,
y aunque no lo requieres, me abandono.
Mano de luna, beso de bengala,
muslos de incendio en que el amor se instala...
Yo, sediento y sensual, ya no razono.
Londres, 14 de mayo de 2004
1086 - Noche, distancia
¿Es la distancia noche que separa,
tibia luz que al crepúsculo se aleja?
¿Es la noche distancia que nos deja
en ansiedad de la mañana clara?
Mi noche y tu distancia; si lograra
uncirte a mi reposo...¿Quién festeja
horizontes absurdos, cuya queja
soterra melodías de algazara?
Quiero cantar contigo en alianza,
no en monólogo aislante, de añoranza,
sino en dueto de temblor y tacto.
Muérase la distancia, o se marchite,
y aunque luego florezca o resucite,
tenga esta noche su valor exacto.
Madrid, 17 de mayo de 2004
1087 - ¿De qué sirven?
No he visto el sol, me has ausentado el cielo,
sólo el rumor del mar lejano llega;
cada sentido alerta se congrega
sobre tu carne de pantera en celo.
La silla en rotación, la mesa, el suelo,
el agua impúdica que nos anega,
la mano audaz que bajo el agua juega,
tactos de vibración o terciopelo.
Tanto como te doy y me concedes,
mundo y vida en confín de unas paredes,
breve tiempo, perenne evocación.
¿De qué sirven la luz del sol, la nube,
río que baja, o álamo que sube,
contrastados con esta sensación?
Tarragona, 21 de mayo de 2004
1088 - Amalgama
Me has galopado a veces, mi jinete,
y he cabalgado a veces tus caderas;
han sido en ti mis manos viajeras,
entre las tuyas fui feliz juguete.
Centauro, toro bravo que arremete
con estruendo de rotas cristaleras,
suave brisa rizando las banderas,
leve caricia, o penetrante arriete.
He sido, fuiste, soy, y a la vez eres
silencio monacal de amaneceres
y estrépito profano en erupción.
Ambos adscritos a gentil ternura,
enroscados en lúbrica locura;
mezcla de sentimiento y sensación.
Burgos, 25 de mayo de 2004
1089 - Aquí y allí
Se me acorta y alarga la distancia
al despertar tu nombre en la memoria,
circulación de puerta giratoria
que viene y va en discreta vigilancia.
Tú aquí y allí, compleja circunstancia,
ni incompatible ni contradictoria;
se te piensa en perenne trayectoria
de casi tacto a extensa trashumancia.
La mente rozará de mil maneras
tu piel desnuda; sólo las barreras
de absurda lejanía lo limitan.
Mis manos hacia ti mansas se tienden,
si cercana, en susurros se me encienden,
y si lejana, atormentadas gritan.
Santander, 28 de mayo de 2004
Poemas
¿Para qué el miedo?
Voy hacia ti por rutas de conquista;
tu alma, bandera al viento, de temores,
tu carne, madriguera de temblores,
tú, aceptación que ni huya ni resista.
Voy hacia ti que estremecida esperas,
incierta de mi acción, mas desbordando
los límites del dónde, cómo y cuándo,
mujer que al fin rebasa sus barreras.
¿De qué sirve el pudor? ¿Para qué el miedo?
Si evitas hoy, lamentarás mañana;
recorrer el camino a la ventana
es pintar sobre el aire con el dedo.
Sueña, pero aferrada a lo tangible;
si temblaran tus manos, si tu mente
se decide, y al punto se arrepiente,
si hay principios de acero, sé flexible.
Vengo hacia ti irrumpiendo en tu contorno,
mis nudillos golpean en tu puerta;
pensaré, si no la abres, que estás muerta,
y otra se me abrirá y no habrá retorno.
Madrid, 16 de mayo de 2004
Salvaje
Eres tierra abonada para sembrar placeres,
y eres placer fecundo que mi tierra cultiva;
nada tienes de enigma, sabiendo lo que quieres,
ni a deseo adversaria, ni a desnudez esquiva.
Gritos amordazados, y gestos convulsivos
germinan en tu rostro, rosas de hondo lenguaje,
moduladas en bronce, de pétalos lascivos,
lenguas que hablan y absorben, dulce niña salvaje.
Se aglomeran temblores en mis extremidades,
siendo absorbido al fondo de grieta horizontal,
todo tu cuerpo un río de voluptuosidades,
nacido en surtidores de grieta vertical.
Nunca escuché gemidos tan plenos de sonrisas,
ni conocí alborozo tan yuxtapuesto a llantos,
ni frenos tan uncidos al yugo de las prisas,
ni tan largos seísmos como en tu piel, ni tantos.
Quiero ser definido mojón en tu camino,
huella profunda y firme que entre tus pies se hospeda,
el recuerdo de un hombre que hacia ti un día vino,
hizo el amor contigo, y aunque se fue, se queda.
Castilla, 25 de mayo de 2004