Breverías
1285
Me hablaba desde lejos, repitiendo
las ideas ancladas en mi mente,
eco provocativo, efervescente,
de cuanto ayer mi mano fue escribiendo.
Me pensaba en voz alta; parecía
una extensión de mí, como si fuera
parte de mi alma y de mi piel; cualquiera
pudo decir que me pertenecía.
1286
Los amores virtuales son rosas de papel;
ámame con las manos, los muslos y la boca;
que no ama bien quien habla si al conversar no toca,
lejana esposa de otro, devotamente infiel.
1287
El hombre que se acuesta contigo se ha dormido,
no ha despertado en años, tan sordo y tan ajeno
que no responde al brusco clamor de tu alarido,
sólo tu propia mano rondando cada seno.
La caricia de antaño, la palabra ferviente,
golondrinas han sido que no sabrán volver;
tan culpable es quien duerme como quien lo consiente,
levántate y camina, ya amanece, mujer.
1288
Hambre de ti gastándome la entraña
sin poder ni saber cómo extinguirla;
una vez más la vida nos engaña,
o ignoramos tal vez cómo vivirla.
1289
Mi nostalgia comienza en tus umbrales,
donde empezó otro día mi esperanza;
tú y yo imposible, lúbrica alianza,
de rectas, círculos y horizontales.
Sonetos
1203 - Voy a dormir
Voy a dormir sobre mi propia historia,
reclinando el vigor del pensamiento
en almohadas de olvido, mi momento
de silenciar la voz de la memoria.
Se ha ausentado la luz; la palmatoria
cuelga de un hilo azul, el aposento
tiene el alma de túnel soñoliento
sin tren, ni claridad, ni escapatoria.
Mis imágenes, sombras en la sombra;
mis sueños, versos que ya nadie nombra,
y páramo desierto, mi jardín.
Se han vaciado todos los espejos,
hace frío a mi lado, y a lo lejos
desgarra sus tristezas un violín.
Los Angeles, 7 de enero de 2005
1204 - Corazón muerto
No le pudo matar, ya estaba muerto.
Perdió la vida en tantas ocasiones…
pero sus cíclicas resurrecciones
eran como volver a estar despierto.
Siempre al sueño, al amor, al tacto abierto,
como se abren al día los balcones,
consciente de que al pie de sus acciones
hay un puñal asido a brazo experto.
No le afectaba el riesgo presentido;
era su expectativa haber vivido
sin medir contratiempo o desenlace.
Cuando la blanca daga le abrió el pecho,
partió un corazón mudo, ya deshecho
por no haber encontrado quien le abrace.
Los Angeles, 7 de enero de 2005
1205 - Avanza tu oleaje
No necesito más que la marea
de tus manos, llegada y retroceso,
y un rumor incesante como un beso
que no sabe morir y me espolea.
Esta mi arena frágil te bordea
leve y frontal, sin el rigor y el peso
de la roca, que lleva en ella impreso
signo brutal de almena que bloquea.
Abierta me hallarás, granada rosa
siempre primaveral, ni temerosa
ni en veleidad, mas lúbrica y resuelta.
Alza el pecho y avanza tu oleaje,
lanzado galeón al abordaje,
que estoy por ti en mi desnudez envuelta.
Los Angeles, 7 de enero de 2005
1206 - Al fin
Quietas viste mis manos; si supieras
de su estremecimiento por tocarte,
de su invisible afán de entrelazarte
en lúbrica ascensión de enredaderas.
Tantas veces te vi, sin que pudieras
adivinar este ansia de besarte,
esta urgencia voraz de desnudarte
y adjudicarme senos y caderas.
Qué mentida, qué estéril inocencia,
camuflando la sed, la turbulencia
que fluyen desde el sexo hacia la mente.
Pero hoy tus ojos, y también los míos,
han confluído al fin como dos ríos,
un sólo cauce, sólo una corriente.
Los Angeles, 11 de enero de 2005
1207 - Casi una niña
Casi una niña ayer, boca inexperta
en palabras y besos, armadura
sobre senos y muslos, insegura,
como quien llama tímida a la puerta.
Entre los brazos hoy se me despierta
la flexibilidad de tu cintura,
ofreciendo en sensual desenvoltura
la desnudez apenas descubierta.
Has comido del árbol de la Ciencia,
y se ha desvanecido tu inocencia;
dinámica y gentil, te crecen alas.
La mirada se ha vuelto tan rotunda
que aun mirando de frente me circunda,
y desde el fondo de ella me apuñalas.
Los Angeles, 12 de enero de 2005
1208 - Íntima locura
Joven, esposa y madre: qué distante
tu beso respetable en la mejilla;
¿cómo explicar que el roce en la rodilla
más que fortuito fue intención galante?
¿Cómo, desde mi verso vacilante,
decirte que en mí llevo una semilla
con vocación fecunda de gavilla,
de amigo transformándose en amante?
Joven y madre, descuidada esposa,
desencantada de uno, y jubilosa
por quienes reproducen tu figura.
Dejé tus labios de mis besos llenos,
abrí tu blusa, acaricié tus senos,
y aún no conoces mi íntima locura.
Los Angeles, 13 de enero de 2005
1209 - Radiante túnica
En silencio tus dedos me han tejido
radiante túnica de mil colores
que nadie puede ver; y tentadores
trazaron en mi piel su recorrido.
Me veo de tu tacto revestido,
de tus propios aromas y temblores;
no sé reconocer otros valores
sino aquellos que en mí has establecido.
Cuando al crepúsculo la tarde aboque,
y la sombra devore cada bloque
de esta ciudad, aunque contigo, extraña,
de ti estaré vestido, aunque desnudo,
mi voz oirás, permaneciendo mudo,
y me hallarás al fondo de tu entraña.
Los Angeles, 13 de enero de 2005
1210 - Amante ciega
No puedes ver, mi ciega enamorada,
la tibia mano que en la noche explora
tu luminosa piel, tan receptora
que fuera innecesaria la mirada.
Perdidos los colores, y truncada
la magia de crepúsculo y aurora,
cada roce es sonata arrobadora,
cada rumor es claridad dorada.
Se te han llenado de ojos los oídos,
y los aromas más inadvertidos
son para ti una primavera en flor.
En tus labios el gusto va de fiesta,
y te nace en los dedos una orquesta
de la que yo me siento director.
Los Angeles, 14 de enero de 2005