Breverías
1336
El tiempo era el corcel que se negaba
a galopar; ni látigo ni espuela
le persuadían, mientras yo esperaba
la fecha casi inmóvil. Sólo vuela,
como la última flecha de la aljaba,
cuando mi cuerpo al tuyo se nivela.
Tiempo tan lento cuando no queremos,
y tan ligero cuando nos tenemos.
1337
No sé si eres partícula que asciende
vivaz del corazón a la cabeza,
extraña insensatez que ésta no entiende;
o si eres silogismo que tropieza,
y de la mente al corazón desciende,
más afín a la acción que a la certeza.
Y no sé si eres más garra o concepto;
pero sé que eres tú, y así te acepto.
1338
En la impaciente urgencia del abrazo
que por venir está, yo reivindico
mi derecho y el tuyo, y justifico
la caricia encubierta en el zarpazo.
1339
Es el amanecer clara sonrisa,
mudo ramo de luz, incitadora;
el ocaso es la voz conspiradora
de la propuesta enfática y precisa.
Luego, al anochecer, es nuestra hora.
1340
Hoy, a las ocho y media, te he pensado;
también luego a las diez y cuarto; y antes
a las seis menos veinte…Qué callado
te habla mi pensamiento, aunque distantes.
Sonetos
1269 - Ésta es la noche
El ángel turbador de la tristeza
ha plegado sus alas, se ha dormido;
desvelados tú y yo y nuestra libido,
ésta es la noche en que la vida empieza.
El susurro del aire, la belleza
de los cielos desnudos, el aullido
del lobo en la tiniebla, y el crujido
universal de la naturaleza,
son eventualidad imperceptible.
Nosotros somos lo único tangible
en el cosmos; adósate a mi piel.
Mírame y calla, deja que los dedos
elaboren en rítmicos enredos
tacto de plumas y sabor a miel.
Los Angeles, 23 de abril de 2005
1270 - Ven hacia mí
Ven hacia mí con la definitiva
certeza ineludible de la muerte,
y a tu llegada pueda retenerte
con su misma raigambre posesiva.
Abre la noche larga y agresiva
en cuyo seno el arrebato vierte
su ciega intensidad, y se despierte
en plenitud de acción la piel lasciva.
No estallarán las luces de la aurora
quebrando las tinieblas; cada hora
de esta noche febril será un milenio
de repetidas tácticas sensuales
surgidas como aladas espirales
de la mágica lámpara de un genio.
Los Angeles, 25 de abril de 2005
1271 - Ducha
Hacia la ducha vas semidormida,
equilibrando desnudez y toalla,
te observa impúdico el espejo; calla
su tic-tac el reloj, su marcha olvida.
La sombra, que antes te admiró tendida,
ha invitado a la luz, que ahora avasalla
tus miembros pálidos, y al fin estalla
en abrazo de danza retorcida.
El agua te amará, tan blandamente,
como si una caricia transparente
descolgara su adorno hasta los pies.
Y tus manos, pensadas como mías,
transitarán secretas galerías…,
pero, ay, qué triste quedarás después.
Los Angeles, 26 de abril de 2005
1272 - Oscuridad
La oscuridad me duele; se adormecen
la camelia, la ardilla y el jilguero;
la noche tiene el signo forastero
de quienes al llegar desaparecen.
Las ramas de los álamos se mecen
al impulso del viento plañidero;
se ha dormido sin sueños el sendero,
y todas las ventanas se ennegrecen.
La oscuridad me duele. Mi voz clama
por ti desde el desierto de la cama,
y ni siquiera el eco me responde.
La oscuridad…¿Qué luz iridiscente
podrá suplir tu desnudez ausente,
que me ignora, me esquiva o se me esconde?
Los Angeles, 28 de abril de 2005
1273 - Hacer, dejar hacer
Estoy como a la orilla de mi vida,
mirándome a mí mismo en desaliento.
Qué extraño me parezco. Cada intento
de sonreir es arpa enmudecida;
tal que una mano de rencor vestida
le cortara las cuerdas, o el intento.
Tengo que renovar cada fragmento
agrietado en el alma dolorida.
No sé si desde dentro o desde fuera;
requiere el bisturí mano severa,
pero la percepción es de la mente.
Hacer, dejar hacer, interferencia
de la intención y de la inteligencia,
si una inflexible, la otra inconsecuente.
Los Angeles, 28 de abril de 2005
1274 - El sueño de la mente
Mi pensamiento va perdiendo peso
con cada roce de la mano experta.
Las ideas y el tacto…No se acierta
a equilibrar tan singular proceso.
Las yemas de tus dedos, cada beso,
la rodilla en avance, y entreabierta
impúdica la blusa, con la oferta
de los senos redondos, me confieso
incapaz de conceptos y razones;
me persuade la voz de los pezones
con su callada y rígida elocuencia.
Tal bandada de alondras hoy conmigo,
con avidez picoteando el trigo,
que la mente se duerme en indolencia.
Los Angeles, 28 de abril de 2005
Poemas
Una mujer
Una mujer en relación de angustia
en la mitad más joven de la vida,
se contempla los senos olvidados
en el silencio ausente de caricias.
Tan llena el alma de ávidas mareas,
y la piel trepidante tan vacía.
En soledad acompañada, muerde
rosas artificiales o marchitas.
Soledad codiciada es un regalo;
qué maldición la soledad venida.
Esta mujer de lánguida mirada,
sin reflejo de un hombre en las retinas,
caminando paisajes rutinarios
saturados de nieblas y llovizna,
intentando llegar a algún destino,
aun sabiéndose barco a la deriva;
esta mujer que sueña mil caminos,
que envidia el vuelo de las golondrinas,
es incapaz de recoger las flores
que se brindan al paso en cada orilla.
Y volverá a su casa, a su costumbre,
envejeciendo un poco cada día;
y se le irán los muslos enfriando,
y no sabrá reformular sonrisas.
Una mujer en relación de angustia,
en la mitad más joven de su vida.
Los Angeles, 29 de abril de 2005