Breverías
1451
Derramada en mi vida como lluvia ligera,
te recibe mi tierra, lenta me profundizas;
sobre mi piel revive toda una primavera,
y entre ríos de muslos gentil me inmovilizas.
1452
Date a mí sorbo a sorbo, que aunque mi sed exige
caudalosas urgencias, debo alargar el plazo;
sé arroyo, no torrente, que hacia mí se dirige,
llama que parpadea, más bien que fogonozo.
1453
Cada una de mis venas, dinámica y silente,
es caricia que rueda, huérfana de expresión;
como si no te viera perdida entre la gente,
aun sabiendo que llevas mi misma dirección.
Si escuchara tu paso, si te hicieras visible,
si me dieras la mano, marchando junto a mí,
te hablarían mis venas en acento inaudible,
como red incorpórea cayendo sobre ti.
1454
El martirio del alma que al amar no te adquiere,
no por ser incruento de menos me maltrata;
en la hoguera, en el agua, por la espada, se muere,
pero amor es verdugo que atormenta y no mata.
1455
Para ti he preparado la noche más oscura,
arropada en silencio, sin normas, sin riberas,
sólo una luz colgando sobre tu arquitectura,
y un asalto de todas mis implacables fieras.
Sonetos
1417 - Larga es la noche
En la hora inmóvil de esta noche muda
despoblada de ti, lecho desierto
por donde el cuerpo lúbrico, despierto,
indaga huellas de tu piel desnuda;
en ese tiempo que al reloj se anuda
esposando sus manos, yo revierto
al momento y la imagen en que abierto
a tus apremios fui gozosa ayuda.
Las sábanas mantienen tu fragancia
que no han logrado meses ni distancia
disipar; te poseo al respirarte.
Larga es la noche, inmensamente hueca,
en rastreo de ti, siempre a la rueca
de un recuerdo incapaz de acariciarte.
Los Angeles, 18 de febrero de 2006
1418 - Viaje
En proyección de eternidad te miro,
tan limitado yo, tan andariego,
camino interminable en que voy ciego,
voz ignorada y alma de suspiro.
A ti me esfuerzo en arribar, aspiro
a un anclaje final, pero navego
como el buque fantasma, y nunca llego,
y en vastos círculos absurdos giro.
No sabría decir si la barrera
que en torno tuyo veo es de madera,
fácil de derruir, o de granito;
ni si mi mente o tú creó el blindaje.
Pero dispuesto estoy para un viaje
contigo de la mano al infinito.
Los Angeles, 18 de febrero de 2006
1419 - Fracturado sosiego
El parque era quietud, blandos matices
de verde y oro, y un silencio entero;
no era la soledad el forastero
que nos puebla la piel de cicatrices,
sino el huésped llamado en las felices
horas de reflexión, el compañero;
roble y castaño, acacia y limonero
forjaban un abrazo de raíces.
Eran las aves diminutas llamas
semiapagadas, mudas en las ramas;
en el lago los cisnes, yo sentado
en el banco de piedra, pensativo.
Llegaste; fue tu abrazo un explosivo
que el entorno dejó dinamitado.
Los Angeles, 18 de febrero de 2006
1420 - Lázaro
A mí también me señaló la muerte
con su mano huesuda, descarnada,
y fui cadáver, y quedó encallada
mi frágil alma, carabela inerte.
Sentí mi propio hedor, como quien vierte
podredumbre a su puerta o en su almohada,
y no acerté a pensar que la alborada
llama también al muerto a que despierte.
Sacudió el sol mi tumba una mañana
como triunfal río de luz que mana
de las cumbres nevadas de la vida.
Y reventó mi lápida en pedazos.
Ahora vivo acunado entre los brazos
que devolvieron mi alma renacida.
Los Angeles, 18 de febrero de 2006
1421 - Espacio
De personas y cosas me despego,
el tiempo no me afecta ya, no existe
ni mañana ni ayer; sólo persiste
ese punto del hoy, con el que juego.
Y el espacio; quietud, desasosiego,
que une y separa, ofrece y se resiste,
por el que avanzo a plena luz, y triste
precipitado en sombras me repliego.
El espacio, que alarga sus extremos
a tales puntos en que ya no vemos
el rostro sin disfraz que nos invita.
Yo, que aun del alma supe despojarme,
arrastro hacia ti el cuerpo, y al brindarme
ese espacio fatal me incapacita.
Los Angeles, 25 de febrero de 2006
1422 - Rejuvenecimiento
Va madurando el árbol que cultivo,
y el tibio sol sus frutos colorea;
manso el viento las ramas balancea
y se aleja en la tarde, fugitivo.
Pero no es primavera donde vivo;
no es verano ni otoño; no verdea
bucólico el paisaje, y se blanquea
cada pico en la sierra. ¿Qué motivo
puede tener un árbol que florece
cuando todo se agosta y adormece?
¿Qué extraña savia absorben sus raíces?
Tal vez tú has sido la fecunda tierra
que a mí en prolífica humedad se aferra,
renovando mi esencia y sus matices.
Los Angeles, 25 de febrero de 2006
1423 - Sueños
Dormido estuve; cada sueño adscrito
al núcleo de la mente fue ligera
burbuja de jabón, fugaz quimera,
ácido aroma de clavel marchito.
Dormido no fui yo; fui manuscrito
que ajena mano errática escribiera;
y hoy recurro al tachado y la tijera,
y en mi verdad tan sólo me ejercito.
Ya no duermo, ni sueño involuntario
marca los cuadros de mi calendario
con proyectos que yo no he decidido.
Despierto estoy. Te sueño cada día,
pero estos sueños son de mi autoría,
firmados con mi nombre y tu apellido.
Los Angeles, 25 de febrero de 2006
1424 - Obesa
Llevo formas absurdas instaladas
en torno a mí, patética grandeza
de calibres. ¿Quién ama la belleza
de almas tan burdamente empapeladas?
El ojo ajeno enfoca las miradas
al perfil engarzado en la corteza,
e invidente al espíritu, bosteza,
y oigo desvanecerse las pisadas.
¿Dónde la percepción de los valores?
¿Qué permanece al caducar las flores?
¿Y quién se atreve a transbordar la piel?
Un gesto representa mayor daño
cuanto más tributario es del tamaño,
y cuanto más velado, más cruel.
Los Angeles, 25 de febrero de 2006