Breverías
1606
Háblame aunque no entienda lo que digas,
frenado en la barrera de tu idioma.
¿No puedo ver el esplendor de Roma
a través de trirremes y cuadrigas?
El tono de tu voz me dice tanto
que puedo a su través captarlo todo.
A veces es más importante el modo,
que lo que pueda recubrir su manto.
1607
Logró alcanzar el fin de su viaje,
se descolgó del tren, sangre invisible
brotando en surtidores desde el alma.
Ella esperaba. Todo su lenguaje
fue un “Quédate conmigo” ineludible;
y él se quedó a recuperar la calma.
1608
Hace tanto sembré, sin conocerte,
un grano de ti misma en mi plantío,
y esperé, y esperé, su granazón.
Dormí, pensando: “Cuando me despierte,
será ya un árbol joven, será mío.”
Y hoy el tiempo me ha dado la razón.
1609
Mi expresión es orquídea macilenta,
sus palabras tan cortas, tan banales;
no logra definir, aunque lo intenta,
los sentimientos más elementales.
Quiero hablarte y me encuentro en parte mudo.
Ah, si una daga desgarrar pudiera
mi pecho, al ver mi corazón desnudo,
tu propio corazón me comprendiera.
1610
No fue casualidad tu advenimiento;
nada acaece porque sí, hay motivos
para el suceso fútil y el portento;
tú has sido el témino de mi aislamiento,
y mi razón de estar entre los vivos.
Sonetos
1609 - Enclaustrado
Las palabras un día pronunciadas
en éxtasis o en furia, calma o miedo,
son apenas bosquejos del enredo
de ideas en la mente aprisionadas.
Insondables ideas desaladas,
que no podrán volar; sólo un remedo
de su esencia trasciende, rumor quedo
de alta explosión, difusas llamaradas.
Las palabras son máscaras, ocultan
más de lo que declaran, y resultan,
como revelación, insuficientes.
¿Cómo podré comunicar contigo,
si las íntimas cosas que te digo
no se hacen a sí mismas evidentes?
Los Angeles, 5 de enero de 2007
1610 - Yo nací para andar
Tuve una vez raíces tan ligeras
que se me hicieron pies; árbol andante
de cien brazos abiertos a la amante
clavada en melancólicas esperas.
El árbol quieto, de ansias prisioneras
en sus hondas raíces, ve delante
la misma panorámica asfixiante,
y es su destino pábulo de hogueras.
No quise estar; lo inalterable pesa,
y al fin es lápida glacial que apresa
los giros del espíritu, su vuelo.
Yo nací para andar, para el abrazo,
no para vegetar, y de un hachazo
ser abatido, inerte, sobre el suelo.
Los Angeles, 5 de enero de 2007
1611 - Nada hay fuera de mí
De repente mi mundo ha enmudecido,
como si un cíclope le amordazara;
todo está inmóvil, como si plegara
sus alas el arcángel del olvido.
O tal vez es la cuenca de mi oído
que alza muros y sorda se declara,
como si el vendaval de la algazara
recrudeciera en ella su silbido.
Los libros ya cerrados, el paisaje
diluído en la bruma, y el lenguaje
cautivo en silenciosa galería.
Nada hay fuera de mí, por eso miro
sólo a la íntima zona del suspiro,
donde se unce tu luz a mi armonía.
Los Angeles, 5 de enero de 2007
1612 - Irresoluto
Era un hombre tan solo como el viento,
nómada de planicies, de ciudades,
semejantes aullidos, brusquedades,
idénticos retozos, mismo intento
de envolver, de agitar. Su atrevimiento
no iba a la par de sus actividades;
era, más bien, proyectos, ansiedades,
ineptos más allá del pensamiento.
Era un hombre de pura teoría,
que todo, o casi todo lo sabía,
casi todo, menos la ejecución,
ese punto final, remate, estoque
que abate al toro, prodigioso toque
que subyuga al dormirse la razón.
Los Angeles, 6 de enero de 2007
1613 - Nereida
Se desplomó en mis ojos; no sabía
de qué estrella cayó, qué alondra oscura,
en fuga de su nido en la espesura,
la recogió en sus alas aquel día.
Pero llegó a mi lado. No se oía
ni el canto del zorzal, ni la premura
del río entre las rocas, ni la pura
celebración del agua en la bahía.
Era todo quietud, como si el mundo
frenara su corcel por un segundo,
para que el vínculo se estableciera.
Y quedose albergada en mis retinas,
nereida en nuevas zonas submarinas,
señora de su entorno y prisionera.
Los Angeles, 6 de enero de 2007
1614 - Filtración
Has aprendido de mis ojos tanto
que a tu mirada estoy como desnudo;
ya no hay sombras en mí, ni tengo escudo
protector de misterios; me trasplanto
todo entero, mis lágrimas, mi canto,
mi voz de miel, mi soliloquio mudo,
mi pensamiento a gritos, que sacudo
como quien libra de serrín su manto..
Me has rescatado de mí mismo, y llego
todo nuevo a tu feudo, mi alter ego,
para de tus conceptos revestirme.
Ósmosis incorpórea que trasvasa
dos mentes solidarias, una masa
en la que soy feliz de diluirme.
Los Angeles, 7 de enero de 2007
Poemas
Sombras son las palabras
¿Cómo hablaré para que mis conceptos
lleguen a ti en su pura transparencia?
La palabra se adorna de vestidos,
va arrastrando los pies sobre la tierra
bajo el enorme lastre
de pendientes, collares y pulseras;
se maquilla hasta el punto que su madre
apenas logra ya reconocerla.
Si todos la parimos igualmente,
cada cual la atavía a su manera;
siendo la misma, es vista diferente,
casi al nacer, perdida la inocencia.
Serpiente es deslizándose en el polvo,
no paloma que vuela.
Al hablarte, el vocablo me traiciona,
es falso mensajero que te lleva
equívoco mensaje, insuficiente,
desentonado de mi propia idea.
Le captas a través de abstrusos filtros,
que en vez de desnudarle, le aderezan.
¿Cómo comprenderás lo que te digo,
si mis propias palabras no reflejan
con toda exactitud lo que perturba
o incendia el corazón y la cabeza?
La piel del sentimiento es de colores,
y la palabra en blanco y negro entrega.
incompleto, esquemático mensaje.
¿Cómo captar la singular belleza
de la mujer, del árbol, de la alondra,
a través de la sombra que proyectan?
Son las palabras sombras que no alcanzan
a transmitir lo que la mente intenta.
Cuando te digo ‘Te amo’ sólo alcanzas
a entender una parte, no la esencia
de lo que vibra al fondo del espíritu;
sólo te llegará la silueta.
Los Angeles, 9 de enero de 2007