Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Fluyendo

Índice

Sonetos:
Derrota Voz Miliciano universal Déjala en libertad Una ventana Replanteo Sin ti, la noche Fuera
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Breverías

1611
Corre la vida en cauce de esperanza, y yo quiero bajar con ella a nado en huidiza y eufórica mudanza, sin importarme lo que al fin se alcanza, sólo fluir, fluir, alborozado.

1612
Dame las dos pasiones, la que agita, trastorna, enerva, apresa y desbarata, furia de mar, desnudo de Afrodita; y la que sabe a abril, clavel y nata, y a sosiego, y ternura, y necesita contemplación, susurro, serenata. Hacer y estar, fervor y placidez, torrente y lago, en plena desnudez.

1613
Tantos caminos me han llevado a ti, vías radiales de circunferencia, contigo, amante espléndida, en el centro, que no hubo pérdida, y te conseguí. Si existe una salida de emergencia, la ignoraré, permaneciendo dentro.

1614
La muchacha rodaba por los sueños como una bola de algodón; tenía un viento hermano que la dirigía frente a casas escuálidas, sin dueños. Y al llegar la vivienda que albergaba música y luces, voces y alborozo, la adolescente, en el arcén del gozo, antes de abrir la puerta, despertaba.

1615
Corre el reloj; desprende el calendario, otoño de papel, las hojas muertas; cierran los años, al pasar, sus puertas… Y hacemos inventario. Y no es el tiempo quien se va marchando, sino nosotros mismos, que partimos, mientras el tiempo queda, o nos dormimos, y el sueño se nos va desintegrando.

Sonetos

1615 - Derrota
“Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver; cuando quiero llorar, no lloro, y a veces lloro sin querer”. (Rubén Darío)
Ay, los años, los pueblos, los caminos, que se nos escaparon, desbandados como tropel de ciervos, asustados de ominosos ladridos repentinos. Éramos bravos jóvenes, genuinos, batallón de mesiánicos cruzados ni por miedo, fatiga o sed quebrados, conscientes de jayanes, no molinos. El mundo todo era la gran palestra donde lidiamos; la victoria, nuestra; la duda, ajena, y el laurel, seguro. Y al fin el tiempo, amargo, gota a gota, nos dio a beber la hiel de la derrota, escanciada en la copa del futuro.
Los Angeles, 15 de enero de 2007
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1616 - Voz
Alguien en voz confidencial me llama, mezcla de ansia, de ensueño y de gemido, alguien por tanto tiempo enmudecido, que hoy, casi imperceptible, me reclama. Apremiante mensaje que derrama, como río de luz, como tañido de solemne campana, el contenido más íntimo de un ser que sufre y ama. Esa voz tan sutil como precisa, oscilando entre lágrima y sonrisa, logra horadarme, proyectil de fuego. Desarmado, sin casco ni coraza, guerrero soy que ni huye ni rechaza, y así a la magia de esa voz me entrego.
Los Angeles, 16 de enero de 2007
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1617 - Miliciano universal
En la cima del odio los he visto, torva mirada, mente diminuta, asignando la cruz o la cicuta a nuevo Sócrates, a nuevo Cristo. Superfluo cada cual si desprovisto de la pistola al cinto, que permuta justicia y orden por la fuerza bruta, a la que inexorable me resisto. Yugo perturbador nos avasalla a fuerza de ignorancia y de metralla, cuando el puño tremola única idea. Los he visto, ignorantes milicianos acunando a la muerte entre las manos, en convicción de dinamita y tea.
Los Angeles, 17 de enero de 2007
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1618 - Déjala en libertad
No detengas al alma fugitiva que libre va, como a la mar el río; si el dique es represión, y desafío, el alma queda por igual cautiva. Ambos deben fluir a la deriva, sin coerción ni freno, con el brío del torrente, o el manso señorío del meandro en tardanza defensiva. Déjala en libertad, ya piense o ame; que su afán de vivir se le derrame como el agua del ánfora en la fuente. Despliegue como el águila en la altura la amplitud de sus alas, y segura de su intención, exprese lo que siente.
Los Angeles, 18 de enero de 2007
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1619 - Una ventana
Oigo el rudo silbido de la muerte, como si el largo tren en que viajo se acercara a su término; relajo la tensión de los músculos; mi suerte también ha sido echada; me hago fuerte, frente a este Rubicón en que aventajo la osadía de César: No barajo sino una opción, que sobre mí se vierte. Siempre hay una estación, siempre se llega, sea o no tiempo de vendimia o siega, con el sabor del fruto prematuro. No para mí. No he de llamarla hermana como el hombre de Asís, sólo ventana abierta hacia otro tipo de futuro.
Los Angeles, 20 de enero de 2007
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1620 - Replanteo
La he visto sumergida en el destino de su propia mirada, donde un puente, sobre río de olvido, la consiente continuar con alguien su camino. Tras tanta adversidad y desatino, tanta argumentación incoherente, enfiló un horizonte diferente, no por más radical menos genuino. Miró, vio, suspiró, y al fin, clavada en la más improbable encrucijada, tomó la más incierta dirección. Joven y hermosa, ni contó los años, ni el parecer de propios ni de extraños; sólo a su amante le prestó atención.
Los Angeles, 20 de enero de 2007
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1621 - Sin ti, la noche
La noche se ha quedado silenciosa, indolencia recóndita, desnuda, como sombra discreta que se anuda con dejadez de soñolienta esposa. Y en la noche no estás; tan soledosa va transcurriendo como quien se escuda de la vida que pasa y le saluda y mano amiga sobre el hombro posa. No es ya sólo la luz y los rumores que se han ido al exilio; los temores vagan por esta oscuridad callada. Les ahuyentaba tu presencia viva. Sin ti, la noche es barco a la deriva con la tripulación encadenada.
Los Angeles, 20 de enero de 2007
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1622 - Fuera
Fuera verdad cada palabra, fuera la sangre que habla por el vino tinto, fuera abedul, rosal, o terebinto que en alma y mente su raíz tuviera. Fuera rumor que nunca vocifera, siempre en diafanidad, aunque distinto, campiña fuera más que laberinto, y más que invierno oscuro, primavera. Fuera cada palabra tuya, mía, mezcla de seriedad y picardía, tanto de brasa, tanto de sosiego. Y fuera nuestro diálogo tan claro que en plena ingenuidad y sin reparo se adivinaran la intención y el ruego.
Los Angeles, 20 de enero de 2007
Diseño: Carmen Álvarez
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