Breverías
1686
Soy residente de esa incierta zona
que se prolonga, casi despoblada,
desde la realidad hasta la nada,
pues sólo alli el amor nace y sazona.
No hay en sus calendarios más que un día,
los relojes han sido triturados,
y ni pretenden los enamorados,
ni se avergüenzan de su anatomía.
1687
Si te entiendo, y entiendes lo que digo,
¿qué importan tu país, tu altar, tu idioma?
Hay un lenguaje universal, amigo,
en la rama que lleva la paloma.
Si no estás contra mí, si estás conmigo,
la barrera más alta se desploma.
Fugaz el tiempo va, la vida es breve,
y el mundo es de quien ama y quien se atreve.
1688
Como el agua del mar, amada mía,
eres, en cíclico estremecimiento,
y cuanto más te bebo cada día,
más ávido me dejas, más sediento.
1689
Cuando me hayas amado muchos años
pensando que mis vicios son virtudes,
no me colmes de paz, dame inquietudes,
que el tedio a los amantes hace extraños.
1690
Si tu poder me oprime, si tu bota
marca mi espalda y permanezco inerme,
será tu fuerza en parte tu derrota,
me harás callar, pero sin convencerme.
Sonetos
1710 - Messenger
Se inventan vidas, ámbitos, amores,
se engaña por teléfono y teclado,
la fantasía, potro desbocado,
vence a la realidad; no hay ruiseñores,
ni húmedos besos, ni fragantes flores,
sólo un pasquín de mundo fracasado;
una técnica innoble de mercado,
y un entumecimiento de valores.
La avidez de conquista o galanteo
tiene más objetivo de trofeo
que de consagración o de entusiasmo.
Vienen y van palabras y embelecos,
y a ambos cabos del cable hay dos muñecos
a la furiosa caza del orgasmo.
Los Angeles, 16 de junio de 2007
1711 - Rebajas
En bandeja se ofrece, amplia ventana
a objetos de consumo; planta espejos
para manipular en sus reflejos
la luz con que el boato se engalana.
Duerme la noche, danza la mañana,
e inician su desfile los cortejos
de cándidos mirones. Da a lo lejos
un reloj nueve golpes de campana.
La muchedumbre se transforma en horda,
represa cuarteada que desborda
su caudal turbulento en la campiña.
Y tal vez nadie al interior evoca
lo visto en la vitrina, turba loca,
por baratijas aves de rapiña.
Los Angeles, 16 de junio de 2007
1712 - El mar es soledad
La soledad es bruma que me piensa,
y al pensarme, adoptiva me ha creado;
ahora mi barco flota desolado
en superficie vasta e indefensa.
La luz huye de mí; tras de la densa
pared de niebla, el rumbo fracasado;
tal vez el yunque del acantilado
se me perfila como recompensa.
El mar es soledad, y es infinito,
y aunque risueño, puede ser maldito,
y puede ser silencio, aunque es rumor.
Si llegara a tu playa, si llegara,
qué abrazo de oleaje, qué algazara,
qué integración de amante y amador.
Los Angeles, 17 de junio de 2007
1713 - Lirio
El alma tenue, blanquiazul del lirio,
en fuga del jardín, se me incorpora,
abriendo la campana invitadora,
perforada en orgásmico martirio
por el rígido estambre. Fuera cirio,
y por su luz brotara nueva aurora;
fuera lanza, y la mano compresora
la blandiría como rey asirio.
Se abre el lirio integral, sin resistencia
a la penetración, y su inocencia,
aun derramándose en placer, persiste.
Y tú también, y yo, confabulados,
en superposición de enamorados
cuya perseverancia no desiste.
Los Angeles, 18 de junio de 2007
1714 - Naufragio
¿Cómo no percibió el martirio lento
de tu sonrisa en éxodo forzoso?
¿No vio tu activador voluptuoso
languidecer en deficit de intento?
¿No pudo constatar el hundimiento,
deteriorado el entramado añoso,
del afecto, y el triunfo clamoroso
del negro buque del resentimiento?
Viviendo a tu costado y tan lejano,
sin entender que es obra de artesano,
tiempo y sudor, perfeccionar la vida.
Si no me intimidara el griterío…
Si yo hacia ti fletara mi navío…
Si recalara en ti una amanecida…
Los Angeles, 20 de junio de 2007
Poemas
Antes y después
La desnudé olvidando la estrategia
de lentitud impúdica, morbosa,
prenda por prenda, suya y mía, en turnos.
¿Cómo frenar el brío que se agolpa,
arrinconando el plan preconcebido,
y apenas deja retirar la colcha?
Quise hacerla esperar, acrecentando,
como sobre la playa, ola tras ola,
su marea de instintos, y los míos,
como llama acercándose a la pólvora,
o vapor dilatado en la caldera
hasta ese punto en que al final explota.
Esa es la teoría. Y hay momentos
en que tal vez funciona
porque el factor circunstancial decide,
mas no era éste el lugar, ni ésta la hora.
Mi río que insistente y prolongado
fluía su imparable trayectoria
lento y seguro, aboca a turbulenta
catarata inminente y espumosa.
Se produjo un revuelo, simultaneo,
como si una bandada de palomas
huyera en estampida,
y el suelo fue babel, pero de ropa.
En desnudez los dos, frente al espejo,
en desnudez, de pie, sobre la alfombra.
Luego, lo que sabemos, lo de siempre,
con las variantes y las maniobras
que hace nuevo lo viejo, como el agua
saturando la esponja,
desbordando hendiduras, intersticios,
o absorbida en convulsa ceremonia.
Hicimos el amor, multiplicando
desmesuras y formas,
invalidando métodos pactados
por caciques sin alma y sin hormonas.
Y al fin de la refriega en que ambos bandos,
exhaustos, suelen proclamar victoria,
no firmamos la paz, sólo una tregua,
no de tinta y papel, de boca a boca.
Se aproximó la noche, agazapada,
con sigiloso amago de raposa,
y hubimos de partir, mas no sin antes
mutuamente vestirnos en la alcoba.
Ahora sí en lentitud, con la fineza
que los arrullos del sosiego otorgan.
Fuimos perdiendo piel, pero ganando
vigor en la mirada. Qué salmodias
suelen dormir al fondo de los ojos,
y sólo se despiertan y se asoman
a tenues golpes de complicidades,
que las más recias torres desmoronan.
Ahhh, los acordes ininterrumpidos
de la canción del alma silenciosa.
Al fin la calle, soledad y luna,
me la llevó como se va el aroma,
dejando algo invisible
que nos sigue envolviendo, como sombra
que pegada a los pies nos acompaña,
como agua azul que nunca se evapora.
Los Angeles, 19 de junio de 2007
Amante sola
Los días van y vienen, y tú quedas,
amante sola, ausente de otras manos;
sólo las tuyas tiemblan, y en la noche,
cuando tejen sus nidos los abrazos,
y las palabras se hacen ronroneos,
tu sexo es el albergue despoblado,
entreabierta la puerta,
el fuego en el hogar, y a punto el tacto.
Como si hubieras puesto
sobre la mesa de nogal, el jarro
de rojo vino, el queso, el pan, las rosas,
las copas de cristal, y decorado
de incitantes colores
esa entrada a ti misma, y tu invitado
hubiera confundido su camino,
él, vagabundo, tú, país lejano.
Eres de aquí, de este momento puro
en que todo pudiera ser. Qué blando
se ha vuelto el tiempo, tan estricto siempre;
ya no vuela como antes, ha hecho un alto,
y nada, nada en tu ámbito sucede,
siempre a la espera tú, siempre acechando
pisadas, voces tras de los cristales,
y no llega el amante. El candelabro,
sobre la mesa, agota su vigilia,
y el alma se te va desmoronando.
No es tu noche esta noche, es otra noche
como tantas; te cuenta el campanario
las horas lentas, y es cada tañido,
dentro de tu cerebro, un martillazo.
Amas en la distancia, y la caricia,
ya remedo mental, ya autoregalo,
es breve travesía en mar de gozo,
y persistencia de sabor amargo.
Ay, amante, mujer, dispuesta y sola,
rodando por un sueño fracasado.
Los Angeles, 20 de junio de 2007