Breverías
1846
Si te cuento estas cosas es porque a nadie tengo
a quien decir la historia que en declararse insiste;
no es una historia extraña, pero es de donde vengo,
con la mente nublada y el corazón tan triste.
Muchos ya la han vivido, quizá algunos murieron
de soledad y angustia; yo no sé qué me espera;
pero sangro al ver tantas huellas que se perdieron,
tantas palabras de oro trocadas en madera.
1847
Cuando besé tus labios, ¿me besaba una idea
rondándote la mente, trama de niebla y ruido?;
¿o el núcleo del alma donde relampaguea
el fervor de los nudos que la atan al sentido?
Cuando besé tus labios yo te besaba toda,
pero tú, ¿qué besabas?, ¿humedad, devaneo?
¿tal vez la sinfonía de versos de un rapsoda?
¿o besabas, Julieta, la pasión de Romeo?
1848
Cada mañana estabas, al mirarme al espejo,
detrás de mí, asomada sobre el hombro, risueña;
pero recientemente, disuelto tu reflejo,
sólo mi rostro veo, que con el tuyo aún sueña.
1849
Se acercaba el final; era tan triste…
Ya no me amabas, pero lo decías;
como también, quizá, se lo dijiste
a quien amabas ya por esos días.
Quien ama ve donde el amor no existe,
y yo vi tus palabras tan vacías.
Cuanto pueda decir no te hará mella
hasta que empiece a declinar tu estrella.
1850
Me hacen falta momentos de sosiego
abrazado a una piel que no aparente,
tiempo de amor callado, sordo y ciego
a razones ajenas, inocente
como el rostro de un niño. Si me entrego
con cuerpo y alma, corazón y mente,
me urge también que quien me da su abrazo
no medite en partidas o reemplazo.
Sonetos
1865 - No lo diré
No he decirte, amor, aunque debiera,
cuán firme fue mi fe, y me la has perdido,
que nunca te mentí, que me has mentido,
y aun sin amor, tu engaño persevera.
No lo diré. Saltaste la barrera
de verdad que tú habías erigido,
y ahora que ya, mujer, te has despedido,
no abjuraré este amor, aunque quisiera.
Mas no te lo diré. Ya no te importa
si te amo, si te amé, ni qué me aporta
un amor de dolor y soledad.
Tantas cosas oirás en adelante…
Muchas tal vez de labios de otro amante
que oscila entre el engaño y la verdad.
Los Angeles, 6 de abril de 2008
1866 - Una mentira
Una mentira es sólo una mentira,
un trueno nada más, no una tormenta;
pero es fecunda, su familia aumenta,
y cada miembro por igual conspira.
Se ayudan mutuamente; no se aspira
a rectificación, sino se intenta
enmascararlo, y como tal se inventa
nuevo disfraz que otro disfraz inspira.
Se añaden eslabones a eslabones,
y pronto la cadena no da opciones
de marcha atrás, y hay que seguir tirando.
Poco a poco la urdimbre es tan espesa
que ni la luz del día la atraviesa,
y la historia se irá desintegrando.
Los Angeles, 6 de abril de 2008
Poemas
Recuerdos
Despierta los recuerdos,
ese rebaño de vividas ansias
que apacentaste un tiempo,
encáuzalos a nuevas alboradas
por veredas de euforia renacida,
no se queden en hueste de fantasmas.
Dancen en tu cerebro como entonces,
cuando tu rostro iluminado hablaba
de auroras boreales, lunas llenas,
y madrugadas blancas.
Ay de los que fabricas estos días,
de los que te acompañan
como un brazo ceñido a la cintura,
y no me reconocen; qué algazara
de diminutos pies en torno tuyo,
en sugerente, interminable danza.
Restaura en ti los nuestros,
los que me asegurabas
de larga vida y pertinaz presencia,
que en mí no mueren ni de mí se marchan.
Los nuevos medrarán en estatura,
y en la congoja de su sombra larga
se desdibujarán los que engendramos,
y no quedará nada;
tal vez un nombre sólo,
como una voz, sin eco, muy lejana.
No les dejes dormir, que no se mueran,
no les vuelvas la espalda.
Los Angeles, 5 de abril de 2008
Todo se lo llevó
“Más que no tenerte y lo perdido,
me duelen los sueños que quedaron sin vivir.”
(Roberto Valenti)
Por un pasillo en sombra,
por un túnel oscuro, indiferente,
como las almas cruzan, liberadas,
el arco de la muerte,
así me abandonó. Llevóse todo,
las dionisíacas insensateces,
las quietas, plácidas contemplaciones,
los sueños ya vividos, los que aún duermen
en diminutas cunas a la espera
de su revelación, y los placeres
ya idílicos, sedosos,
o empapados de semen.
Todo se lo llevó, tan a escondidas,
y casi de repente.
Se anubarraba el mar, gemía el viento,
murmuraba el arroyo; por la cuesta
de la ermita bajaba
creciente polvareda.
Las señales tan claras, y los ojos
cerrándose a las pruebas.
Se inventaban disculpas
que jamás un tercero se creyera,
se barría hacia dentro,
ocultando el hollín bajo la estera.
Y al fin se fue la amante,
quedándose la amiga.
Los miembros que antes caldeara el fuego,
¿cómo se templarán en la ceniza?
El beso ajeno a marcos y fronteras,
¿cómo se detendrá en la nueva línea?
Y a la puerta cerrada, ¿cómo el sexo
logrará refrenar las embestidas?
Todo se lo llevó. Me dejó el alma
vacía, tan vacía...
Los Angeles, 5 de abril de 2008
Desvío
Se tapizan de nieve tus palabras,
tan parcas, tan escuetas,
como si las sirvieras a dos manos,
correspondiéndome la exigua izquierda,
mientras hacia otro lado
se desbordara pingüe la derecha.
Solían recaer sobre mí todas,
cálidas, apretadas y sedientas,
buscando la colmena del oído
como enjambre de abejas.
Y eran miel para mí. Pero hoy me cubren,
si no amargas, apáticas y secas.
Frías también, muy frías,
tan misericordiosas, tan correctas.
¿Quién heredó el fervor de sus manojos
que deshacías sobre mi cabeza?
Ah, corona de voz de cien quilates,
ya corona de espinas, quién me diera
rebobinar el tiempo
y reclamar la original diadema.
Cuánto frío hay en este recorrido
a mi calvario, con la cruz a cuestas,
solo, sin Cirineos ni Verónicas,
dejando atrás la sangre entre las piedras.
Los Angeles, 5 de abril de 2008
Noche
En esta noche de incorpóreos tactos
te busco entre mis dedos,
que un tiempo rastrearon
tus recodos, y en ellos se durmieron.
Pero hoy están vacíos,
te has ido como el agua. Mi aposento
aún tiene aromas tuyos, adheridos
a paredes y techo.
Me ves desde el retrato,
grácil, semidesnuda, sonriendo;
no sé quién mereció aquella sonrisa,
ni importa, fue anterior a nuestro tiempo.
Viniste a mí como si fueras virgen
de carne y pensamiento,
y en ti arrancó mi vida,
borrando antecedentes y recuerdos.
Te miro cada noche,
cada noche me miras, y tenemos
conversación de amantes,
y al apagar la luz en ti me duermo.
Hay noches largas, largas,
como un silencio que no cesa, un viento
sin principio ni fin, cabrioleando,
o como dos espejos
sumando, frente a frente,
idéntico reflejo.
En tales noches, sin estar conmigo,
estás, estás, estás; no te detecto,
eres tan invisible, pero tienes
presencia sensorial junto a mi cuerpo.
Y te abrazan las sábanas,
y te abrazas a mí, y hay un deseo
en mi piel con tu nombre y apellido,
que te llama, te llama a sangre y fuego.
Eres el estallido
que sólo yo puedo escuchar. Mis huesos
crujen en el anillo de tus brazos,
y hay en mis manos un temblor de senos.
Ay, qué cerca de mí, forma imprecisa,
y qué desesperadamente lejos.
Los Angeles, 6 de abril de 2008
Amiga
Ya lo sabes, amiga.
Se me apagó la luz, se desmoronan
las doradas almenas
de mi castillo, y flotan
sobre sus ruinas, en mi noche oscura,
fantasmas de agonías y zozobras.
Soy mala compañía,
evadido el humor, la mente en sombra,
la piel clamando por la piel distante,
que no es tuya, la lluvia que se agolpa
al umbral de los párpados,
y la doliente, endémica rapsodia
de incertidumbres y lamentaciones;
¿qué harás en este entorno de derrota?
Escuchas, y sonríes tristemente,
y a mi lado te acoplas
como si fueras una mano inmensa
acunándome tibia, hora tras hora.
Me dejo adormecer en tus vaivenes
como niño pequeño. Gota a gota
vas absorbiendo mi dolor; descanso
de esta brega constante, se me aflojan
la tensión de las sienes, los latidos,
y hasta el alma tal vez se me deshoja
como el olmo en otoño,
quedándose desnuda, y me la tomas.
No sé si hoy pueda concederte el cuerpo,
o apropiarme del tuyo; cada cosa
tiene su tiempo y su lugar; tuvimos
nuestro momento de salvaje gloria,
que volverá a reproducirse un día,
pero hoy me duele todo, hasta mi sombra.
Ovíllate a mi lado,
déjame descansar; eres la esponja
que absorbe mis conflictos;
así, más cerca, enrédate en mi forma,
dulce, voluptuosa amiga mía…
Quizá un poco más tarde te responda.
Los Angeles, 7 de abril de 2008