Breverías
1891
No llegará su carta, no está escrita,
lo impiden las faenas cotidianas;
se necesitan días y semanas…,
y voluntad también se necesita.
Alguna vez escribirá, presumo,
quizás en unos meses, o en un año;
tal vez hable de amor, diga “te extraño”…
Quizá en el fuego lo susurre el humo.
1892
Cansado de esperar, y tú cansada
de que, alguien que debió llegar, no venga;
¿cómo articularía yo una arenga
si mi aliento se bate en retirada?
Dejemos de aguardar, ya nos tuvieron
y renunciaron a seguir; unamos
las manos y los ojos, y vayamos
en paz y amor por donde no quisieron.
1893
Se me escapa la vida. No, no muero,
o tal vez sí, pero tan lentamente…
He perdido mi espíritu guerrero,
ya soy un rostro más entre la gente,
son los demás, no yo, que en el sendero
programan ritmo y dirección, al frente.
Otros viven por mí, con ellos voy,
no sé quién era, ni sé ya quién soy.
1894
Le dije tantas cosas… Parecía
escucharlas, mirándome obsequiosa,
pero no respondía.
Hoy, con la mente un tanto recelosa,
pienso que se aburría.
1895
Desde la soledad del desengaño,
mundo y conceptos se volatilizan;
la realidad, los símbolos de antaño,
pierden vigor, ya no nos electrizan;
sólo el dolor aumenta de tamaño,
sólo sus consecuencias se eternizan.
Los ojos ya no ven, la lengua es muda,
y hay sólo una certeza: Nuestra duda.
Sonetos
1891 - Ángel y fiera
Se me acercó al umbral del alma, blanda
como el desmayo de una virgen, llena
de hambres horizontales, su melena,
tropel de alondras que clamor desbanda.
Toda ofrenda, sin prisa, sin demanda,
provocativa y a la vez serena;
su voz, sensual zumbido de colmena,
y en sus ojos la miel. En la baranda
de los míos quedóse, tan vibrante,
tan plácida, tan densa…, tan amante,
como esperando un signo sugerente.
Y lo vio. No sé cuál, ni en qué manera;
me besó, la besé, y ángel y fiera
triunfó en mi piel y me absorbió la mente.
Los Angeles, 20 de junio de 2008
1892 - Nueva vida
Estoy abriendo todas mis ventanas
a la luz, a la brisa, a la frescura
de esta nueva estación que se apresura
desatendiendo ayeres y mañanas.
Derretidas las nieves, o lejanas,
desvanecida la última amargura,
disueltos ya promesa y ligadura,
regresan hoy al vuelo las campanas.
Entre el sol, entre el aire en mi recinto,
que siendo idéntico, será distinto
de lo que fue; quedó remodelado.
Idos frío, penumbra y abandono,
respiro nueva vida, me apasiono,
y germinan orquídeas a mi lado.
Los Angeles, 20 de junio de 2008
1893 - Me puebla, la habito
Tan en complicidad, tan entreabierta,
que su actitud no da lugar a duda;
oigo su firme, tenue pie, saluda,
su mirada es propósito y oferta.
Directa, sin disfraz, amante experta
desde el primer instante en que, desnuda,
cálida enredadera, se me anuda
a esta piel que un amor dejó desierta.
Y hoy se me puebla de ella, y en el rito,
se hace ciudad extática, y la habito,
saturando sus íntimos rincones.
Y quedo entre memorias y proyectos,
aislado de ambos, ambos imperfectos,
en eje intenso de celebraciones.
Los Angeles, 20 de junio de 2008
1894 - ¿Qué fue?
Eres camino, y eres muchedumbre,
persona fuiste, y ahora ya gentío,
sentimental espacio todo mío,
y hoy distancia en visión de incertidumbre.
Tu rostro flota en la gastada herrumbre
de los muchos que van, de lo sombrío;
la fuente en que bebí, no es fuente, es río
que se ofrece y se va, larga costumbre.
No logro verte, entre los más, perdida;
te quedabas, te vas, desentendida
de lo que fue, perenne alejamiento.
De lo que fue… ¿Qué fue? ¿Sueño dorado?
¿De qué mente, en qué noche, a qué costado?
¿No seré yo una ráfaga de viento?
Los Angeles, 20 de junio de 2008
1895 - Ya no sabes dormir
Ya no sabes dormir. En el acero
de tus sábanas ruedas y rebotas;
ni alzas el vuelo ni apacible flotas,
en tu noche, ni alondra ni velero.
Por tu sueño cabalgo, caballero
de un tiempo azul y de ilusiones rotas,
no recobrado aún de las derrotas;
por tu sueño camino, forastero.
Por tu sueño vacío, inhabitable,
en el que no me oirás, aunque te hable
en lenguaje de arcángel o profeta.
Ya no sabes dormir. Aprenderías
escuchando otra vez las melodías
que susurró la voz de este poeta.
Los Angeles, 20 de junio de 2008
1896 - Sigue virgen mi espíritu
Me rodean impúdicas vestales
de túnicas ceñidas, transparentes,
si en formato gentil de adolescentes,
desbordantes de instintos animales.
Danzan en torno a mí; sus espirales
me nublan la razón; tan inocentes,
tan lúbricas también, tan decadentes,
mutua explosión de flúidos vitales.
Mi carne, ya letárgica, se duerme;
conseguí abandonarme, no ofrecerme,
a mi piel se adhirieron, tenue sombra.
Sigue virgen mi espíritu, enlazado
sólo al tuyo; tan fiel, tan fracasado,
que aun en tu fuga sin cesar te nombra.
Los Angeles, 21 de junio de 2008
1897 - Te llamaré, me llamarás…
Es el amor un pájaro escondido
en la fronda del alma exuberante;
no consagra su canto al caminante,
ni para el cazador hace su nido.
Cuando percibe el áspero graznido
de la apatía en peñascal distante,
reconoce la fuga del amante
en su inicio sutil, sin hacer ruido.
Tal vez escuche la palabra vana
de mantenerse amigos. ¿Quién hermana
festines y ataúdes, sangre y vino?
Te llamaré, me llamarás…; veremos
que pronto apenas nos reconocemos,
yo en mi zaguán, y tú por tu camino.
Los Angeles, 21 de junio de 2008
1898 - Diluído en ti misma
Me enmaraño en tu entraña; ya debiera
haber recuperado el personaje
diluído en ti misma. ¿Qué engranaje
de piezas me lo impide? Si pudiera
separarlas, romper esta quimera
de compenetración, este montaje
del que has salido sin que descerraje
mi armazón, que de ti no se libera…
Persisto en operar el mecanismo
que ambos montamos, porque mi optimismo
se niega a ver el fin de tu asistencia.
Y aunque me falta la mitad, reincido
en la ceguera de lo que he perdido,
y en la utopía de tu permanencia.
Los Angeles, 21 de junio de 2008