Breverías
1941
Adhiriéndose a ti la enredadera
de estos brazos y muslos, de esta brasa
que no sabe entibiarse, de esta fiera
que cada día un límite traspasa
porque se acepta, más que se tolera,
porque se colma, y luego se rebasa;
adhiriéndose a ti, que estremecida
me absorbes antes de quedar dormida.
1942
Caudalosa me inundas, eres río
que en prodigalidad te me desbordas,
me cubres, me disfrazas de tu aspecto;
ensanchas mi perímetro, me amplío,
y mis sentidos, agresivas hordas,
se vuelcan en tu piel..., y me conecto.
1943
Radiante y circular, mi luna llena,
en permanente giro a mi costado,
curvas y esferas en temblor desnudo;
mareas insistentes en la arena,
primaveras naciendo en el terrado,
y yo guerrero que arrojó el escudo.
1944
No tienes tiempo, ya no sabes cómo
sedimentar las horas;
cada vez que me asomo
al borde de tu vida me evaporas.
Yo que hice eterno para ti el instante
del amor que nació tan impensado;
yo, que aún me llamo, por amarte, amante,
soy la parte de ti que has mutilado.
1945
Soy la palabra que escuchar quisiera,
pero que no pronuncias,
la convicción, en ti perecedera,
y la complicidad a que renuncias.
Soy lo que fui, ya no eres lo que fuiste,
mi reloj se detuvo, el tuyo trota,
soy los vocablos que una vez dijiste,
eres idioma de región remota.
Sonetos
1959 - Múltiple muerte
¿Cuántas muertes el hombre enamorado
debe sufrir, distante y sin motivo?
¿Qué grito, terminal y convulsivo,
quebrará su garganta? Desangrado,
sobre la estepa, lejos de poblado,
en la hora estrecha de saberse vivo,
verá el golpe de mazo, decisivo,
que abatirá su espíritu agotado.
Pero no será el fin, pues cada muerte,
más que un último instante que liberte
mente y alma de idea y sentimiento,
será recomenzar nueva agonía,
muriéndose de gris melancolía,
y asesinado de abandonamiento.
Los Angeles, 24 de septiembre de 2008
1960 - Y lo tuve un momento
Y yo pensé que del amor nacía
el abrazo esencial, la boca ardiente,
y el sexo sembrador de la simiente,
o, de otra forma, la galantería.
Y pensé que también descendería
sobre mí, delicada y transparente,
un alma sin disfraz, de confidente,
a ninguna otra igual, sino a la mía.
Y lo tuve un momento, pero luego
llegó el invierno sepulcral y ciego,
y me envolvió la nieve y la tiniebla.
En soledad de acero me estremezco,
retirada su oferta, aunque me ofrezco,
y a su pesar su espíritu me puebla.
Los Angeles, 24 de septiembre de 2008
1961 - Su mirada
Oigo el recio clamor de su mirada,
llamándome insistente desde lejos,
a todos invisible, como espejos
que no reflejan, al mirarnos, nada.
Sólo yo puedo ver la iluminada
imagen de mí mismo en sus reflejos;
aún me mira en directo, sin complejos
con agresividad de doble espada.
Como quien sabe lo que quiere, mira,
percepción integral, y no retira
sus ojos, enraizados en la mente.
Así la vi y la veo todavía,
mujer que en desnudez me desafía,
pide, se entrega, y nunca se arrepiente.
Los Angeles, 24 de septiembre de 2008
1962 - Váyase el desertor
No voy a proyectar la reconquista
de tu propio terreno. No se trata
de someter a quien nos arrebata
cuanto nos dió. La idea imperialista
no encaja en mí, ni el temple conformista,
que adormece el espíritu o le mata.
Quien vino, besó y huye, desbarata
los proyectos de amor. Soy realista,
y hago frente al estrépito enemigo,
pero ni bombardeo ni fustigo
a amante que repliega sus mesnadas.
Váyase el desertor por sus caminos,
que en tiempos y lugares más genuinos
habrá otra voluntad y otras almohadas.
Los Angeles, 24 de septiembre de 2008
1963 - Tu nombre
Al nombrarte, sacude levemente
sus tibias alas de ángel cada estrella,
y un flujo de vocablos se atropella
al borde de mis labios y en mi mente.
Cada palabra, cada idea siente
la urgencia de nacer, pero es aquélla
que mejor te describe, la que sella
su génesis vital y transcendente.
Tu nombre te describe, te circunda
como abrazo integral, y es baraúnda
desatinada cada nuevo nombre.
Como un sorbo de miel, denso, exquisito,
lo acuno, lo articulo, lo repito,
viéndote más mujer, y yo más hombre.
Los Angeles, 25 de septiembre de 2008
1964 - Todo mi mundo
La ventana se me abre sobre un mundo
que casi desconozco; yo, enclaustrado
en horas y palabras, y a mi lado
mi perro fiel, gentil, meditabundo.
El alto cerro, el río vagabundo,
el vasto robledal, el verde prado,
el cielo, entre grisáceo y azulado,
lienzo son panorámico, profundo.
No hay nada más allá de los cristales
que esta visión de escenas otoñales
que un pintor, no sé quién, reprodujera.
Todo mi mundo es sólo una pintura,
ni en él me interno, ni su miniatura
de mí interés dormido se apodera.
Los Angeles, 25 de septiembre de 2008
1965 - Al aire libre
Recostada en la manta, sobre el suelo,
a sombra y pie de la ruinosa ermita;
largo el día, letárgico, dormita,
sólo un águila audaz ensaya el vuelo.
Miro el raudal copioso de tu pelo
desbordarse en la espalda; se me agita
otro raudal que en mi interior habita,
y en voluptuosidad me desnivelo.
Con los Picos de Europa en lejanía,
y al clamar de tus ojos casi mía,
puedo olvidar cautela y transeúntes.
Oh, que hacer el amor al aire libre
pide actitud que nos desequilibre,
sin que lo explique yo, ni tú preguntes.
Los Angeles, 25 de septiembre de 2008
1966 - Absurdo camino
No avanzo ya por el camino de antes,
el camino es autónomo y me lleva;
mi voluntad no cuenta, la releva
otro motor de impulsos apremiantes
que no está en mí, que rige los instantes
y la perpetuidad, sin que se atreva
la mente a protestar; ya nieve o llueva,
es la senda quien hace caminantes.
Yo no quiero ir a ti, pero mis pasos
no me obedecen; saben de fracasos
y no obstante patéticos se obstinan.
Oh qué camino absurdo, que a tu estancia
me propulsa, a pesar que la distancia
la mente y tu actitud me desaniman.
Los Angeles, 25 de septiembre de 2008