Breverías
2061
Te pienso lenta, sosegadamente,
sin las inquietas prisas de mañana,
sin los lamentos lúgubres de ayer.
Y al pensarte, te llevo, caminante
por un paisaje azul, de filigrana,
donde el día no sabe oscurecer.
2062
No tienes nombre, yo te presto el mío;
no puedes ver, tu lazarillo soy;
si estás desnuda, tengo un atavío
de piel incandescente, y te lo doy;
si extraviados van tus pies, te guío;
si buscas lealtad, contigo voy.
Estoy elaborado a tu medida,
deja tu alma a la mía entretejida.
2063
Son mis versos mensajes amorosos
sin reconocimiento, sin destino;
hojas de otoño, trenes silenciosos
sin estaciones, viento en el camino.
Yo los sigo prolífico pariendo,
dejándolos fluir en libertad;
búsquense su cobijo, sólo enciendo
pequeñas luces en la oscuridad.
2064
Silbando voy, para eludir el miedo
de andar en soledad, tan inseguro
como los niños en el cuarto oscuro;
y al fin en miedo y soledad me quedo.
2065
Destruyamos el tiempo y su exigencia;
no haya mañana ni tampoco ayer;
ayer es el lamento en persistencia,
mañana es preocuparse sin saber.
Ninguno de los dos tiene sentido:
Uno está muerto, el otro no ha nacido.
Sonetos
2085 - De ayer y de hoy
Besos de hielo, rígidos, tan fríos;
besos de compromiso, sin misterio;
besos con lobreguez de cementerio,
produciendo, al nacer, escalofríos.
¿Dónde han quedado aquellos como ríos,
húmedos, largos, hondos, sahumerio
aromando constancia o adulterio,
en mar de amor intrépidos navíos?
Al apagarse el sueño del verano,
deshojado en otoño, me empantano
en los turbios gemidos del invierno.
Labios que yo besé me han escarchado
mis propios labios; y desintegrado,
y oculto en mi interior, me desgobierno.
Los Angeles, 22 de abril de 2009
2086 - Carne de mi carne
Empiezas a ser rama de mi olivo;
se despiertan tus hojas, y te extiendes,
ya brazo de mí mismo; no pretendes
ser todo yo, sino integrante activo.
Ah, carne de mi carne, en mí cautivo,
pero con vida propia; que dependes
de la que me creó, y la trasciendes,
y eres uno conmigo, por quien vivo.
Naciste hacia el azul, como intentando
atenazar parte del cielo cuando
cada uno de tus dedos se me huía.
Evasión que no es fuga, si el intento
es de alcanzar la luz y el firmamento
para darlos a quien te los daría.
Los Angeles, 22 de abril de 2009
2087 - Pulso
Se me amortigua el pulso, se me muere,
debilitado, inepto viajero,
tanto tiempo a mi ritmo, tan ligero,
y ahora caduco a pie de miserere.
Recuerdo su galope; se me adhiere
a la memoria como arnés de acero
su tictac de reloj tenaz, certero,
bajo la piel, que sabe lo que quiere..
Trepidante su marcha en rojo río
como tambor batiendo con tal brío
que parecía reventar mis venas
Pero hoy, casi en silencio, sin pujanza,
y malherido de la edad, avanza
como espectro arrastrando sus cadenas.
Los Angeles, 23 de abril de 2009
2088 - A la inversa
Llegaban redoblados sus quejidos,
hijos bastardos de mi indiferencia;
los cribaba el cedazo de la ausencia,
apareciendo menos desvalidos.
Resonaba su canto en mis oídos,
mas como amordazado, sin cadencia;
pasión de un lado, de otro somnolencia,
¿cómo encuadrar fervores en descuidos?
Pero invirtió su juego la fortuna,
y yo, de ser en firmamento luna,
disco de plata fui al fondo del lago.
Del abandono me surgió el lamento,
mas no manifesté mi desaliento.
Ya lo viví al revés. Callo y me apago.
Los Angeles, 23 de abril de 2009
2089 - Revelación
A mandobles de luz establecía
su propia creación. Yo era la nada,
nebulosa, neutral, deshabitada,
con alma de alquiler, que no sentía.
Dormida en mí la vida, yo existía;
como el rumor, como la bocanada
de ingrávido humo azul, o agua estancada,
y ella me hizo a su imagen, que es la mía.
Y procedí a vivir, con la pujanza
de quien forjara súbita alianza
con las nubes, la luz, las mariposas.
Ah, qué revelación efervescente,
rescatando sentidos, alma y mente
para ofrecerlos como un haz de rosas.
Los Angeles, 24 de abril de 2009
2090 - Mis veredas
De mis propios sentidos peregrino,
llevo en mi superficie tenues huellas
que nadie logra percibir; aquéllas
labradas como labra el campesino
su heredad, pero en modo clandestino,
en noches silenciosas, sin estrellas,
cuando la mano es grupo de doncellas
brindando roces y escanciando vino.
Transito en soledad cada vereda
que otras manos impúdicas, de seda,
tiempo atrás, insaciables recorrieron.
En cada avance y retroceso evoco
experiencias de ayer, y desemboco
en cuanto me enseñaron y aprendieron.
Los Angeles, 25 de abril de 2009
2091 - Misma ola
Me habló de amor, se desnudó, fue mía,
y, sin embargo, no me pertenece;
fue expresiva palabra, que acontece,
y se disipa en tibia cortesía.
Yo supe amarla, la amo todavía
con palabra que no se desvanece,
convincente y vital; aún me estremece;
lleno voy de ella, aunque ella esté vacía.
Es más amor el que se da y no ruega
y sobrevive a aquel que se repliega,
pues la aflicción le nutre y acrisola.
Me desborda el amor por cada poro;
sonrío a veces, sobre todo, lloro,
sobre la misma playa, misma ola.
Los Angeles, 26 de abril de 2009
Poemas
Invierno de Don Juan
Desesperado voy. Llevo adosadas,
a esta mi piel rebelde, conexiones
de múltiples edades, razas varias,
plétora de países. No sé dónde
conocí a cada una,
ni recuerdo sus nombres,
pero guardo en la mente viva imagen
de sábanas en húmedo desorden,
de fervientes gemidos,
de impulsos agresores.
Aún lo veo y escucho
rasgando el aislamiento de mis noches;
en las andanzas de mis días turbios,
al escuchar el rítmico redoble
bajo la piel del pecho,
como batir lejano de tambores;
y en los crepúsculos de seda y oro,
y en los amaneceres, cuando el bosque
se despierta y desborda
de luz y de rumores.
Las calles, ya mojadas de la lluvia,
ya hirviendo al sol, o deshojando voces,
desconocen el eco de mis pasos,
o los ignoran. Yo que tuve amores
detrás de tantas puertas,
o a la luz de la luna en sus balcones,
hoy voy como extranjero,
mirado por las gentes como el hombre
que hace turismo, que fotografía
viejas fachadas, típicos rincones;
no saben que sus hijas, sus esposas,
tal vez sus madres, guardan mis sudores
en los recodos de su piel, aún tersa,
o ya marchita, ya plebeya o noble.
Quisiera descubrirles
quién fui, quién soy, en cuantos albornoces
hallé enigmas nunca antes revelados,
siempre agradecimientos, no reproches;
cómo les deshacía los tabúes
establecidos por vetustos monjes
cuyo rigor, cilicio y celibato
excluían el goce.
Pero ya nadie escucha, nadie sabe,
se ignoran tácticas, conversaciones,
sólo se abren las piernas, se penetra,
y se procede súbito al desmonte.
Prosigo mi camino...
Ah, cuando yo era joven.
Los Angeles, 25 de abril de 2009