Breverías
2056
Murió el poeta, no su poesía.
Esta será inmortal. Si a veces fuera
debilitándose su luz, sería
para nacer en nueva primavera,
para regenerarse en nuevo día,
o reanimar el fuego de la hoguera.
La luz que se escribió será imborrable.
Brille en nosotros. Por nosotros hable.
2057
Llevaba al hombro un fardo de años vivos,
pero no le pesaban, tan ligeros
como globos al sol, multicolores;
llenos todos de afanes explosivos,
de ansias vitales y de instintos fieros,
y de anticipación, y de temblores.
Siempre a la espera de la aguja osada
que le reviente el alma alborotada.
2058
Vengo hoy a ti sin nada que ofrecer,
como quien suspendió la asignatura
y dejó de estudiar; soy la mujer
que, tiempo atrás, te amó en desenvoltura,
y te adiestró en el arte de perder
y de la soledad, tras la ruptura.
Yo también he perdido en otro juego.
Sólo he venido a verte y me voy luego.
2059
No hay ya palabras. En la noche han muerto
todas las voces, y el silencio expresa
la amargura y pavor de los amantes.
Extiende sus arenas el desierto
sobre el último oasis. Nadie besa,
ni son las rosas como fueran antes.
Se reviste la piel de escalofrío.
Al romper de la aurora, qué vacío.
2060
Como rosa gentil, desfallecida
sobre el mudo teclado del piano,
te has desprendido de tu propia vida
sin tu canto de cisne. ¿Qué hortelano
de manos de aire y alma enfebrecida
restaurará tu potencial humano?
Duerme la melodía, no está muerta.
Ni tú has dejado de existir. Despierta.
Sonetos
2077 - Sin palabras
En el silencio se durmió el sentido,
abrazado quizá a la última idea.
No queda ya palabra que provea
recurso de expresión a lo vivido.
Tú y yo no somos ya. Se ha suspendido
el flujo entre los dos, y nos rodea
un muro de cemento que bloquea
a uno del otro. Todo se ha perdido.
Perdimos el proyecto de futuro
que gestamos, creció y se hizo maduro
al ritmo en que el amor fructificaba.
Y se extinguió el coloquio. ¿Qué le queda
al bosque si perdiera la arboleda?
¿Qué pueden darse dos si todo acaba?
Los Angeles, 15 de abril de 2009
2078 - Al punto de morir
Si la sombra extendida de la muerte
hoy sobre mi perfil se proyectara,
no admitiría que me abandonara
tu imagen en mí impresa al conocerte.
Tatuada en mis entrañas, pude verte
en tiempo de optimismo y algazara,
que nos unió, y en el que nos separa,
al punto de anexión y al de perderte.
Y al punto de morir seguiré viendo
cuanto fuiste una vez, y sigues siendo
dentro de mí, a pesar de esta agonía.
Pero, al finalizar mi trayectoria,
no quedará tal vez en tu memoria
sino un concepto que soñaste un día.
Los Angeles, 15 de abril de 2009
2079 - El pozo del olvido
En la oquedad sombría del olvido
va cayendo el fervor de cada amante,
exhausto de la brega sofocante
de mantener lo que ya está perdido.
Uno tal vez no se haya convencido
de su propia derrota, y anhelante
quede a la espera del supuesto instante
en que será el ayer restablecido.
Pero no lo será. Cuando se apaga
el fuego que nos dieron, una llaga
queda no más, cubierta de ceniza.
Y, al escuchar, junto al brocal del pozo
que el recuerdo absorbió, sólo el sollozo
se escuchará del alma que agoniza.
Los Angeles, 16 de abril de 2009
2080 - Cuánto me amó
Decía amarme tanto que ni aún ella,
con los ojos cerrados, presentía
sus propios límites, si los había;
¿fondo de abismo? ¿altitud de estrella?
Yo nada replicaba. Su querella
fue siempre mi silencio. Cada día
me cantaba su amor, y recogía
respuesta de aire, sin rumor ni huella.
No era repudio, incertidumbre o juego;
no tengo una razón, ni es desapego;
prefiero simplemente no indagar.
No es miedo. ¿Miedo a qué? ¿A delatarse?
A veces es mejor no analizarse…
Cuánto me amó…, y yo me dejé amar.
Los Angeles, 16 de abril de 2009
2081 - Un sueño a mi manera
Me habla el sueño; su voz traza hontanares
sobre la verde hierba, golondrinas
bajo cielo de añil, y repentinas
cataratas de luz, y pleamares.
No le creo del todo; los pilares
en que apoya sus piezas más genuinas,
no son firme armazón, son puente en ruinas
por el que van callando los cantares.
Me proclama la fiesta, pero he visto
tanto gris despertar que me resisto
a aceptar sin recelo cuanto dice.
Voy a crearme un sueño a mi manera,
con los pies en el suelo, que no muera,
que al despertar no se desvalorice.
Los Angeles, 18 de abril de 2009
2082 - Así me doy
Se me desagua el alma en cada verso,
como quien llena el jarro en demasía,
rebasando los bordes. Mi energía
me deserta al compás que me disperso.
Conmigo mismo sin cesar converso,
¿quién errará en tan franca compañía?
Pero dejo fluir cada alegría,
cada dolor, de mi íntimo universo.
Cuanto me colma se me va ligero,
y en la medida en que renazco, muero,
pues no sé retener, y así me doy.
Tú, que tocas mi vida en la lectura
de lo que expresa mi pasión, procura
sonreir y llorar por lo que soy.
Los Angeles, 20 de abril de 2009
2083 - Como el mar
Eres el mar, sonoro, movedizo,
vienes y vas, y en tu incesante canto,
rutinario y variable, gozo y llanto,
como una de tus olas me deslizo.
Tan seguro en tu margen fronterizo
y tan consciente de tu propio encanto
que todo se te debe; y entretanto,
y pese a tu arrogancia, te humanizo.
Oh, mar, oh, mar, que ni andas ni aleteas,
que abusivo y metódico te empleas
en danza sin propósito ni altura.
No volveré a tus playas. Me has dictado
dureza y rigidez de acantilado,
en la búsqueda yo de la ternura.
Los Angeles, 20 de abril de 2009
2084 - Toda cristal
Eras toda cristal; podía verte
como a través del aire, en transparencia;
eras extática circunferencia,
sin aristas ni esquinas, al quererte.
Mágica seductora que convierte
en perversión angélica inocencia,
y doblega apatía o resistencia
del más desentendido o el más fuerte.
Yo era también cristal, diáfano, ajeno
a cuanto no eras tú; también el trueno
que al relámpago sigue, inapelable.
Pero hoy mis pasos van sobre pedazos
de vidrio oscurecido, y arañazos
me desgarran la piel. Tú eres culpable.
Los Angeles, 20 de abril de 2009