Breverías
2071
Ah, cómo duermes bajo las estrellas,
sin sueños, en la oscura
quietud que nada alienta, nada augura,
tú tan ausente como ciegas ellas.
Ajeno a todo, tu intelecto duerme,
duerme tu voluntad, ceniza fría,
duerme tu anatomía,
y yo, necio de mí, vine a ofrecerme.
2072
Hay tarde, y noche, y día, en la memoria.
Yo, a pleno sol, cuanto vivimos, veo.
¿Mantienes en ocaso nuestra historia,
o es medianoche ya de mausoleo?
2073
Cada esquina es ensueño y añoranza,
ésta al pasado, aquél hacia el futuro.
Sabe de la impaciencia en la tardanza,
de lo inequívoco, de lo inseguro.
Me detengo en algunas, y adivino
gemidos, besos, desesperaciones,
desde lo indispensable a lo anodino
amantes ensayando mil opciones.
¿Y mis propias esquinas?
Ah, tantas rosas…, ah, tantas espinas…
2074
Eres de ayer, me acosas, me golpeas
con las mismas cadenas
con que me esclavizaste.
Me arrebataste todas las ideas
menos la de ti misma, y en mis venas
fluye el recuerdo con que me infectaste.
2075
Te daría la vida que no tengo,
si pudiera mi fe resucitarla.
Pero perdí la fe, y a recobrarla
es por lo que a ti vengo.
Pero será tal vez empeño vano;
tienes tu vida, ¿para qué la mía?
¿Recuperar la fe? Triste ironía.
Fue asesinada por tu propia mano.
Sonetos
2099 - Perdida la sonrisa
Qué cerca tú, mujer, pero qué lejos.
Te miro, con tus manos en las mías,
me ves, pero no estás; y son tan frías
tus palabras, tus sueños tan complejos.
Cascabel y cristal, toda festejos,
así te conocí en mejores días,
cuando iban hacia mí todas tus vías.
Ah, la memoria de los tiempos viejos.
Hoy tu abrazo es formal, músculo en ruina,
inmóvil cruz clavada en la colina,
contigua, y a la vez inalcanzable.
Has olvidado sonreir, y al verte,
tu propia seriedad a mí revierte,
y me atraviesa el alma como un sable.
Cantabria, 17 de mayo de 2009
2100 - Rompí todas las reglas
Rompí todas las reglas, y hoy me acosa
la experiencia de ayer, fuego y ceniza;
me abrasé y me extinguí; se inmoviliza
mi pie sobre esta vía dolorosa.
Cada pisada me abre nueva fosa
en este ir y venir, y se me eriza
la piel al caminar; ¿quién garantiza
diafanidad en senda nebulosa?
No sé por dónde avanzo, ni me importa;
me cautiva, y también me reconforta,
la sed de amar y el riesgo de perder.
Apático a presagios y cautelas,
sabré ignorar las viejas cantinelas,
y repetir el carnaval de ayer.
Cantabria, 17 de mayo de 2009
2101 - Duermo por ti y contigo
Me despierto por ti cada mañana;
si no por ti, ¿por quién despertaría?
Tu voluptuosidad me desafía,
y hacia ella sola mi vigor se afana.
Duermo por ti y contigo, aunque lejana,
y hago tus sueños míos. Qué ironía:
Te consagro mi propia melodía,
y la recibes con fervor de hermana.
Tengo en amar la singular destreza
de quien construye, pieza sobre pieza,
su castillo de naipes, y la brisa,
en sutil irrupción acariciante,
lo desmorona al fin, pero al instante,
lo restauro, esbozando una sonrisa.
Cantabria, 18 de mayo de 2009
2102 - Què lejos
¿Cómo decirte adiós, si no has venido
con los brazos abiertos, al llamarte?
¿Cómo y en qué medida se comparte
pasión y fe que se han desvanecido?
¿Cómo encender tu fuego ya extinguido?
Si no olvidé, ¿cómo volver a amarte?
En esta soledad, ¿cómo encontrarte
si en atención has desaparecido?
Te absorben tanto las preocupaciones
triviales del vivir, que mis opciones
a tu sensualidad se me limitan.
Ay, que lejos estás, no ya en distancia
de geografía, mas de circunstancia,
sin oír a estos brazos que te gritan.
Cantabria, 18 de mayo de 2009
2103 - Diferencias
Ni mi otoño ni mis amaneceres
serán como los tuyos; cuanto veo
va impregnado de mí, del revoleo
de alas, hojas, rumores y quehaceres
que inspiran mi alma, forjan mis placeres,
en avalancha, brisa o borboteo.
Tú los verás de acuerdo a tu deseo,
a tu disposición, según quien eres.
Cuando yo digo “Te amo”, me refiero
a la persona en tu interior, primero
y auténtico objetivo que persigo.
Cuando lo dices tú, desaparece
la persona que soy, y prevalece
la que una tarde se encontró contigo.
Cantabria, 19 de mayo de 2009
2104 - ¿Y por qué no me voy?
¿Por qué me quedo junto a ti? Pudiera
romper el molde a que me vi ceñido,
despertar de este sueño en que he dormido,
dormir la muerte que glacial espera.
Pero no sé partir. Me desespera
quedar contigo cuando ya te has ido;
lleno de ti sin ti, roto y vencido,
lluvia de rocas en la cristalera.
¿Y por qué no me voy? Me arrastro y giro
en torno a los vestigios, que aún admiro,
de un pasado espectral, ya inexistente.
Ah, qué actitud cerril, descabellada,
esperando que el agua ya pasada
vuelva a cruzar de nuevo bajo el puente.
Cantabria, 20 de mayo de 2009
Poemas
Fantasma en marcha
Se arrancó el corazón una mañnana,
y lo arrojó a los lobos del olvido.
Llegaron uno a uno, recelosos,
y más tarde en manada. Sus aullidos
rasgaban la cortina
del aire matinal como cuchillos.
Y se lo devoraron,
prosiguiendo sin alma su camino.
Ya no era el hombre canturreando coplas,
o hablándose a sí mismo;
era el vacíu oscuro, silencioso,
en cápsula de vidrio;
fragilidad quien fuera fortaleza,
desaliento quien fuera regocijo.
Y seguía su marcha, cabizbajo,
indiferente a melodía o ruido,
surcando multitudes,
ciego sin lazarillo.
Las gentes le miraban
sin interés, como quien mira un libro
de páginas en blanco,
portada gris, sin título.
Y él proseguía, errante, derrotado,
sombra entre sombras, ráfaga y suspiro.
Hombre ya sin pasado,
presente neutro, porvenir plomizo;
nada le queda ya, ni la nostalgia
del esplendor perdido,
ni la esperanza de vivir mañana,
prófugo de sí mismo.
Y así avanza, fantasma inusitado
de sólo cuerpo, autómata elusivo.
Quien rompiera su vida
nunca miró hacia atrás, viejo capítulo
que no vuelve a leerse,
pero que siempre permaneche escrito.
Cantabria, 15 de mayo de 2009
Váyase con su olvido
Seguí el camino y tropecé en un muro,
llamé a la puerta y respondió el silencio,
tendí la mano sin hallar contacto,
grité en la noche, devolviendo el eco
mi propia voz; y proclamé las glorias
de mi pasión, profeta en el desierto.
Soy escultura de aire,
levantada en su entorno, ofrecimiento
de abrazo horizontal, imperceptible,
ráfaga en permanente galanteo.
Invisible es mi oferta, irrepudiable,
si bien en el desván de mi cerebro.
Ella no lo percibe, ciega y sorda,
como el amor, cuando se va muriendo.
¿Por qué tal frialdad, tanta desidia,
si el cielo es tan azul, tan blando el sueño,
si canta el agua, el álamo verdea,
y los amantes intercambian besos?
Sigo las huellas que trazamos juntos,
resucito el recuerdo,
y afloran en mi piel viejos contactos,
de la caricia leve al duro sexo.
Mas ella no lo advierte,
hojas secas perdidas en el viento
cuanto fue para mí rosas fragantes,
mi arpa de plata su tambor de hierro.
Váyase con su olvido gris y helado,
quédeme yo en mi caluroso invierno.
Cantabria, 16 de mayo de 2009