Breverías
2136
No fue difícil explorar un día
la red del laberinto de tu mente;
difícil es tener la sangre fría
para hallar la salida en el presente.
2137
Me subleva el clamor inexcusable
de tu silencio en dilatada ausencia;
me ensordece, me asfixia, me sentencia
a estado de aislamiento miserable.
Háblame una vez más. Aunque me digas
que has alcanzado el fin de tu trayecto;
sé que el amor no es largo, ni perfecto,
que planta nardos y recoge ortigas.
Firmada al fin la paz, aunque en derrota,
recobraré mi aplomo, gota a gota.
2138
Besos iluminados se me escapan,
y en busca de atención revolotean;
si les vieras pasar, si les atrapan
tus propios labios y los saborean,
asentarán en ti su residencia,
arraigarán con solidez de encina,
librándome al final de esta dolencia
del alma en soledad, que me asesina.
2139
Insaciable la piel te necesita.
Aún ignoro quién eres, pero estás.
Aún no sé donde, pero tu alma grita
con más fervor que lo hacen las demás.
Vendrás, te ubicaré, o encontraremos
un punto en convergencia
para ensayar propósitos extremos
que alguien juzgara excesos o demencia.
2140
Inmóvil sombra, que ni vas ni vienes,
sólo estás; cuyo breve escalofrío
es el único indicio que retienes
de tu vitalidad. Hoy me atavío
de tu aletargamiento. Si los trenes
del ayer me acarrean su sombrío
flete de insomnio y ansiedad, prosigan.
Mi estación ha cerrado. Que maldigan.
Sonetos
2184 - Nausica
“Never forget me, for I gave you life”
(Homero, ‘Odisea’, libro 8)
Cerca de Ítaca ya, como quien tiende
la mano y casi toca; pero danza
sobre el mar el espectro de venganza
de Poseidón, que una vez más enciende
la furia de las olas. No se ofende
en vano al dios, que los navíos lanza
contra las rocas. Odiseo alcanza
la playa en que Nausica le sorprende.
Hija de reyes, tan gentil y humana
como ajena a la pompa cortesana,
ni tentadora fue ni seducida.
“Vuelves hoy a tu patria, no me olvides,
que en esta playa en que ahora te despides,
fui yo, Odiseo, quien te dio la vida.”
Los Angeles, 1 de septiembre de 2009
2185 - Radamanto
Vuelve a la tierra, vuelve, Radamanto,
pero no ya al perímetro de Creta;
vuelve a este mundo extraño, que se agrieta,
que blinda la injusticia a cal y canto.
Vuelve, que sólo se percibe el llanto
del caído, y el músculo interpreta
la ley a su favor, tras la careta
de un derecho en barniz de sacrosanto.
Tu integridad es de imperiosa urgencia,
mas no en el Hades, sino en cada Audiencia
o tribunal de nuestra sociedad.
Hipócritas y cínicos presiden,
legislan, juzgan, guían y deciden,
y nos urge tu aplomo y equidad.
Los Angeles, 1 de septiembre de 2009
2186 - Perséfone
Gentil mujer en pastoril ambiente,
con las amigas recogiendo flores,
pero reina de hierro, que sudores
y pánico provoca en piel y mente.
¿Cómo la joven grácil, inocente,
florece en sombra, es génesis de horrores,
y regresa a dulzuras anteriores,
para volver al látigo inclemente?
¿Y quién puede vivir con esta doble
realidad de caricia y de mandoble,
susurro y grito, beso y martillazo?
Sólo quien compagina infierno y tierra.
Amar es a menudo estar en guerra
con quien abre la puerta y da el portazo.
Los Angeles, 2 de septiembre de 2009
2187 - Calipso
Amar al hombre que ama todavía,
quien al besarte a otra mujer añora,
¿cómo, dulce Calipso, se aminora
tanta desolación, día tras día?
Ulises, más que amante, es el vigía,
alto en la escarpadura, que avizora
la superficie azul, mientras implora
la nave que no emerge en lejanía.
Es todo tuyo, y es también ajeno,
tu blanda exquisitez, y tu veneno,
piel que te envuelve y no te pertenece.
Ha de volver, aunque no sabes cuando,
a su país, y quedarás llorando
por un amor que no se desvanece.
Los Angeles, 2 de septiembre de 2009
2188 - Pasifae
Hay a veces humor en la venganza,
y hasta un dios irritado se sonrie;
pero quien le escarnezca o desafíe
galán será que con el diablo danza.
¿Se puede amar a un toro? ¿Qué ordenanza
lo prohibió alguna vez? Tal vez lo espíe
rumiando en la pradera, o me extasíe
su blanca piel, su aplomo, su pujanza.
Irresistible su reclamo ha sido,
y a base de erupción y de bramido.
al Minotauro dio mi vientre hogar.
Y encerrada me vi en el Laberinto
por seguir el dictado del instinto
que un dios en mí determinó implantar.
Los Angeles, 2 de septiembre de 2009
2189 - Faetón
Fui el joven engreído que alardea
de padre dios del sol, de su carruaje
de blancos alazanes, del viaje
que en torno al mundo sólo un día emplea,
noticia y desafío en la asamblea
de mis amigos, y de tal lenguaje
nació el proyecto de que mi coraje
en el carro del astro auriga sea.
Me elevé entre los picos de la sierra,
volé tan bajo que abrasé la tierra,
y tan alto volé que quedó helada,
por no lograr control de la cuadriga.
Zeus lanzó su rayo, y me castiga
por petulante a muerte anticipada.
Los Angeles, 2 de septiembre de 2009
2190 - Eros
Me enciendes, me enamoras, me abandonas,
vuelves a mí, me arrobas, y me hieres,
te acercas, te separas, te me adhieres,
quiero hacerme entender, mas no razonas.
Me canso ya de tantas intentonas,
grito amor y no llegas, pero quieres
que ame a quien no me atañe; tus poderes
sólo agitan, no aplacan, mis hormonas.
Tuvo razón Apolo, tu destreza
como arquero divino es más torpeza
que habilidad, al despedir el dardo.
Tus disparos, tal vez, sean certeros,
pero muy a destiempo, mensajeros
que, a quien espera rosa, entregan cardo.
Los Angeles, 3 de septiembre de 2009
2191 - Psique
Triste es amar a quien jamás se ha visto,
aunque nos dé en la oscuridad su abrazo;
por más extático que sea el lazo,
de algo fundamental va desprovisto.
Si no logro mirarte, me resisto
a un medio amor que puede ser zarpazo,
o falsificación, o reemplazo
de algo lejano en que tal vez persisto.
Los ojos, componentes esenciales
del cuerpo a cuerpo, túnicas sensuales
que se abren a un desnudo más desnudo.
Lo supo Psique y no lo intuyó Eros,
y abandonada va por los senderos,
el alma en gritos, pero el labio mudo.
Los Angeles, 3 de septiembre de 2009