Breverías
2146
Escribo, escribo, escribo, y me repito,
en persistente redoblar, campana;
mas si enmudezco, ¿quién oirá mi grito?
¿Quién desatollará esta caravana
de palabras de seda o de granito
que en el fondo de mi alma se empantana?
Mientras haya un mortal que escuche o lea,
mazo será mi voz que batanea.
2147
Se despierta en el cuenco de su mano
tierna gacela que a león aspira;
yérguese en rigidez, aún es temprano
para ensayar rugido, pero mira
con su ojito de cíclope menudo
a la extática, bella domadora
circunvalándole en abrazo mudo;
y decide al momento: Ya es la hora.
2148
He muerto algunas veces, pero todas
esas muertes han sido insustanciales,
indignas de elegías de rapsodas,
sin llantos de otros y sin funerales.
Cuando morí de ti, fue apagamiento,
definitivo golpe de guadaña
refractario a ulterior renacimiento,
como si me aplastara una montaña.
¿A qué resucitar? Aunque pudiera,
sin tú nacer a mí, no lo quisiera.
2149
En las cumbres estás de mis ideas,
y en las rendijas de mi tacto estás;
en mi sensualidad te balanceas,
y más asciendo cuanto más te das;
como arcilla en tus manos me moldeas,
siendo por ti elusivo a los demás.
Llevo en las noches el fanal radiante
que me hace ver el mundo como amante.
2150
De cuanto amé y viví, sólo me queda
el eco de su nombre, casi nada,
pero tanto a la vez, pues se me enreda
en torno al alma aún hoy enamorada,
roza mi piel en suavidad de seda,
y hace nido en un hueco de mi almohada.
Y lo insisto en mental jaculatoria
a deidad sólo viva en la memoria.
Sonetos
2200 - Blanda marea
Blanda, morena y tibia, la marea
de tus sentidos a mi piel desciende,
y en trepidante desnudez suspende
labios y senos sobre mí, y rastrea
zonas vitales donde no alborea,
y sólo el juego sensorial entiende;
en su oleaje de ansiedad me enciende,
me convulsiona y me relampaguea.
Dos muslos paralelos, dos abiertos,
en vaivenes sincrónicos, expertos,
y voluntad de idéntico objetivo.
Y diriges la orquesta, coordinando
cada instrumento que se va acercando
al acorde final, copulativo.
Los Angeles, 17 de septiembre de 2009
2201 - Liberación
Sé viento para mí, tócame afable,
circunválame, alójate furtivo
en cada recoveco en que cultivo
mis semillas de amor. Qué vulnerable
me percibo ante ti, mas no culpable.
Transgrediré las normas si el motivo
de mi infracción es el temblor lascivo
vislumbrado en tu aliento irrefrenable.
Fui nieve tiempo atrás, álgida, pura,
desuncida en espíritu y cintura,
inasequible a enfangadora huella.
Mas el verano derritió el estrato
de insípida blancura, y hoy rescato
mi realidad, que abrasa y atropella.
Los Angeles, 17 de septiembre de 2009
2202 - La llave de oro
No me acerqué a tu umbral a conocerte,
que ya de tiempo atrás te conocía;
vine como quien piensa todavía
que el amor es aval contra la muerte.
Vine inseguro, como si tenerte
para mí fuera fantasmagoría;
pero di espaldas a la cobardía,
reafirmé mi intención y me hice fuerte.
Pretendí descubrir la llave de oro
de esos sueños de miel que tanto añoro,
y vivirlos al fin, ya en el ocaso
Me trasladaste al cénit de la gloria,
se marchitó el laurel de la victoria,
y hoy germina la ortiga del fracaso.
Loa Angeles, 17 de septiembre de 2009
2203 - Desnúdate, mujer
Desnúdate, mujer; caigan barreras,
rájense velos, ábranse cortinas,
álcense párpados, y en las retinas
vuelque el alma gladiolos y panteras.
Desnuda eres más bella; recuperas
la visión de tus formas más genuinas,
sin colores espurios, sin neblinas
de tejidos opacos o vidrieras.
Despójate de ese árido bagaje
de alhajas, bálsamos y maquillaje
tan a ti ajeno que te disminuye.
Quiero verte en tus rasgos naturales,
en tus modos estéticos, sensuales;
otra visión te merma o te destruye.
Los Angeles, 18 de septiembre de 2009
2204 - Balcón
No sé por qué en cada mujer hermosa
que represento en la imaginación,
o se cruza en mi propia dirección,
no alcanzo a ver alcoba voluptuosa.
Si las ubico en libre, jubilosa
fantasía a nivel de seducción,
la imagen pertinaz de tu balcón
se sobrepone a mi visión brumosa.
La ventana entreabierta, las macetas
de geranios, begonias y violetas
colgando en la baranda, y el tendal.
¿Recuerdas mis llegadas, tu saludo
alborozado, mas discreto y mudo?
¿Y aquel amor tan incondicional?
Los Angeles, 18 de septiembre de 2009
2205 - Primaveral
Entra por el portal la primavera,
con su hervor en la sangre, la fragancia
y el colorido en tersa consonancia
con los rumores mil de la chopera.
Canta el rosal, se enciende la pradera,
florecen las alondras, y en la estancia
sonríe afable una mujer, y escancia
en dos copas un vino de solera.
Se me acerca gentil, y me cautiva
no sé si su actitud inofensiva,
o su mirada franca, sin pudor.
Brindamos hasta el fondo, en optimismo,
apartamos las sillas, y allí mismo
sobre la alfombra hicimos el amor.
Los Angeles, 18 de septiembre de 2009
2206 - Compañera
Tú mirabas las nubes, yo la danza
de la espuma en las olas, junto al puerto;
era el mar elegíaco concierto,
era el cielo rapsodia de añoranza.
Ambos en ese punto en que se avanza
por la vida en confuso desconcierto,
la mirada fugaz, el rumbo incierto,
y un horizonte oscuro en lontananza.
Te saludé, me sonreíste, el día
se tornó algo más claro; parecía
que en pleno atardecer amaneciera.
Tomé tu mano, y en aquel instante
mi mente susurró: ‘Será tu amante’.
Pero sólo te dije: ‘Compañera’.
Los Angeles, 18 de septiembre de 2009
2207 - Sombra
La tarde era una lámpara encendida
en la calleja gris, adoquinada;
y era una sombra errática, alargada,
y un estupor de amarga despedida.
Era la tarde golondrina herida,
latido leve y ala mutilada,
canción que fue, mas no será cantada,
fuente en que el agua se quedó dormida.
Avanzaba la sombra, pieza a pieza,
dando tumbos, borracha de tristeza,
sin saber, ni importarle, el paradero.
Era la tarde espectro despoblado
de cuerpo y alma, y en cada tejado
besos muertos colgaban del alero.
Los Angeles, 18 de septiembre de 2009