Breverías
2151
Inmediatez es siempre, y lejanía
se reviste de nunca o de fracaso;
Te vas desvaneciendo en la sombría
distancia que se agranda paso a paso.
Años de luz se tornan los kilómetros
entre los dos, tu estrella es ya fugaz;
y el tiempo, desplomados los termómetros,
sigue abriendo sus fauces, tan voraz.
2152
¿De qué sirve en la torre la veleta,
que cambia posición con cada viento?
¿De qué me sirve tu actitud inquieta,
fluctuando entre arrojo y desaliento?
Roble te quiero, firme y arraigado,
aunque a veces oscile tu ramaje;
alma de trazo recto, no quebrado,
con regularidad en el mensaje.
2153
¿Por qué será que siempre me aparece
tu balcón al pensarte, cual si hubiera
visto en él tu perfil la vez primera
que me acerqué a tu casa? Desfallece
cada rumor en esta tarde en calma,
mas renace tu voz, aunque remota,
y dulcemente en mis oídos flota,
antes de descolgarse sobre el alma.
2154
Se me han roto las alas del abrazo
que me llegó una vez, titubeante,
revelador de anticipada amante.
Parece haberse desatado un lazo.
Volaba en torno a mí, como promesa
a punto de cumplirse en cualquier hora;
No puede ya volar, y me incorpora
un sabor a vacío que no cesa.
2155
Era infinita y ciega la escalera,
y mi descenso irreversible y mudo;
ni estrépito escuchaba, ni saludo,
tal vez nadie lo hacía, ni lo diera.
Era dejar atrás toda una vida,
la que ya fue, la que es, la que será;
era ausentarse, mas sin despedida,
huella en que nadie reflexionará.
Sonetos
2208 - Cuadro lésbico
Yo, mujer que, entre dudas y osadía,
te revela el desván de sus deseos;
tú, mujer apremiante, sin rodeos,
en rotunda lección de anatomía.
Entre la seriedad y la ironía
sabes nadar; yo en blandos chapoteos
fluctúo entre ansiedad y titubeos,
mientras tu mano es trazo y fantasía.
De mi propio arsenal medio ignorante,
acato tu destreza itinerante
sobre este laberinto de mi piel.
Lienzo soy casi en blanco, y a la espera
de los colores que tu afán genera,
cada uno de tus dedos un pincel.
Los Angeles, 20 de septiembre de 2009
2209 - Ven sobre mí
Si, muertos los jardines, te asomaras
por los agrietamientos en el muro,
recobraría su color más puro
cada devastación que contemplaras.
Y si al pie de los álamos hallaras
mirlos y alondras que desmán oscuro
cortó las alas, por gentil conjuro
de tu tacto y tu voz las renovaras.
Mira que soy mujer atribulada,
vida marchita y alma desalada,
aspirando al prodigio de tu abrazo.
Ven sobre mí, mujer, blando oleaje
suave alborada, brisa en el ramaje,
y adormézcame el sol en tu regazo.
Los Angeles, 21 de septiembre de 2009
2210 - Tacto sutil
En las manos del hombre se amotina
vigor abrupto en pulso de tormenta,
maniobrando en función de la herramienta
que hurga en la carne, que en la piel termina.
Soy el alma detrás de esa cortina,
blanda o voraz, serena o turbulenta,
gama trascendental que transparenta
el diáfano cristal de mi retina.
Quien se asome al brocal y no lo vea,
carece de ese abrazo que rastrea
cada íntimo sendero que a mí enfila.
Tú, la de blancas manos, la del tacto
sutil, conocedor, lento y exacto,
ven y adéntrate en mí…por la pupila.
Los Angeles, 21 de septiembre de 2009
2211 - Mi dulce acantilado
Yuxtaponerme a ti sin penetrarte,
mi oleaje vital alborotado
lamiéndote, mi dulce acantilado,
a quien mi espuma su humedad imparte.
Mi amor se estrella en ti, parte por parte,
te resbala en las grietas, fracasado,
te susurra, te grita, y mi costado
sangra de sólo verte y tantearte.
Ah, si una espada mágica tuviera
que horadara la roca; en qué manera
en su oquedad mi savia vertería.
No obstante, ven, amada, no de piedra,
sino de brazos mil como la hiedra,
a los que esta mujer se ceñiría.
Los Angeles, 21 de septiembre de 2009
2212 - Beso vivo
Tantos hombres besé, siempre en rastreo
del beso intemporal, definitivo,
que a un tiempo fuera tímido y lascivo,
de desvanecimiento y de deseo.
De ese beso que fuera ronroneo,
y relámpago, y trueno, beso vivo
ya frontal y directo, ya evasivo,
lanzada, ráfaga, revoloteo.
Con qué voracidad busqué el prodigio
que eternizara al menos un vestigio
de lo que tanto quise conocer.
Besé a tantos, de tantos fui besada,
mas ni uno solo me dejó marcada
la piel y el alma como tú, mujer.
Los Angeles, 21 de septiembre de 2009
2213 - Tanto
Tantos senderos nuestro pie camina
con meta o al azar, tanto avizora
nuestro ojo inquisidor, y tanto explora
nuestra insaciable mente peregrina,
en incesante búsqueda felina
del orgasmo perfecto, y la mejora
de las íntimas tácticas que implora
cada piel que a otra piel se subordina.
A tantos cuerpos hemos ascendido
con más logro anhelado que obtenido,
que el saldo negativo incita a duda.
Por eso el brío varonil rechazo,
y sólo a ti, mujer, en blando abrazo,
quiero adosarme, trémula y desnuda.
Loe Angeles, 22 de septiembre de 2009
2214 - Duermes
Duermes en la quietud de quien ahuyenta
los monstruos de la noche, con su aspecto
tan sereno, tan suave, tan perfecto,
Afrodita de mármol, soñolienta.
Cambias de posición, y se te asienta
sobre los labios tímido proyecto
de sonrisa, en el íntimo dialecto
que sólo yo comprendo y tu alma inventa.
Sigo observándote, como quien mira
belleza inmaterial, que aunque respira,
no se toca, por miedo a evaporarse.
Al fin despiertas, y en verdad se enciende
tu rostro al ver a esta mujer, que emprende
cada día el quehacer de enamorarse.
Los Angeles, 22 de septiembre de 2009
2215 - Roto el dogal
Recordarás, mujer, tiempos lejanos,
antes de unir tus senos a los míos,
en lechos de hombres, páramos baldíos
de fuerza y prisas, e inexpertas manos.
Fueron los sueños, como el sexo, vanos,
y los afectos, por igual, vacíos;
las esperanzas eran como ríos
perdiéndose en atrofia de pantanos.
Rompimos el dogal, e independientes
ensayamos opciones que las gentes
anatematizaban sin saber.
Pero en nosotras una luz brillaba
que indefectible nos predestinaba
a un mañana de amar y estremecer.
Los Angeles, 22 de septiembre de 2009