Breverías
2166
Amenazaba ausencia. En ocasiones
no insinuaba, desaparecía,
pero resucitaba al tercer día,
siempre con renovadas intenciones.
Amasada de fugas y regresos,
por inseguridad y dependencia,
creaba en sí quimérica dolencia
que empapaba al amante hasta los huesos.
Y un día, al regresar tras el desplante,
ya no estaba el amante.
2167
Me quebró el sueño el canto intermitente
del búho en el abeto,
retornando a mi mente
la piel de la mujer que amé en secreto,
su tibia contextura,
su inquieta rebeldía,
y el avance frontal de su figura
contra los componentes de la mía.
Aunque placer de mi único diseño,
me resistí a retroceder al sueño.
2168
Le hablé de los enigmas de esa playa,
que aniquila la fe de los amantes;
del sombrío perfil de la atalaya,
visión final de tantos navegantes;
de la senda rural que zigzaguea
entre las rocas, asomada al mar;
de las negras siluetas que en la aldea
parecen espiarnos al pasar.
Pero era joven, tenso, indestructible,
y yo ya no era su árbitro infalible.
2169
Al tornarse la noche más oscura,
retirada la luna a su guarida,
pareciendo que el viento se apresura
a ganarle a la lluvia la partida,
ambos entrando por cada angostura
de esta cabaña que te vio rendida,
te observaré a mi lado, aunque no estés,
repitiendo otras vez tantos porqués.
2170
No sé si lo recuerdas. Yo ascendía
de tus pies a tus muslos, a tus senos,
deteniéndome al fin sobre tus ojos.
No sé si yo era río o melodía,
pero tú eras relámpagos y truenos,
en una noche de claveles rojos.
Sonetos
2231 - Fuera de mi alcance
Sólo palabras mansas, brisa y seda,
nunca fragosidad, codazo o trueno;
me alzo en brindis audaz, pero no ordeno,
y sin chirridos mi carreta rueda.
Y tú, por quien la noche desenreda
su madeja de sueños en mi seno,
cuya frivolidad sirve veneno
que sin matar fulmina, ¿qué moneda
podrá adquirir tu marca en exclusiva?
¿Disposición, tal vez, más agresiva,
lenguaje de martillo, y exigencia?
Queda ese precio fuera de mi alcance;
pues con tal desnivel, no habrá romance
capaz de recabar supervivencia.
Los Angeles, 20 de octubre de 2009
2232 - Equilibrio
Nací una vez, renazco cada día,
humo azulado en vertical sendero;
pero también, y con frecuencia, muero,
lámpara al viento, al ruido melodía.
Tan fugaz es la vida…, romería
jovial desbaratada en aguacero;
pero también calvario pasajero,
con la resurrección tras la agonía.
Me visto de equilibrio, de mesura,
y ni el punto más bajo me fractura,
ni el más alto pináculo me hechiza.
Bien y mal, cangilones de la noria
que sube y baja en ronda giratoria,
cuyo agua no se estanca, se desliza.
Los Angeles, 21 de octubre de 2009
2233 - Sed
Mis ojos no te ven, pero te veo
en cada amanecer, en cada ocaso;
al mío se une el eco de tu paso,
y me repite el olmo tu jadeo.
Vienes como un espíritu. Te leo
en cada libro que abro; si el fracaso
zarandea mi fe, llenas mi vaso
de optimismo hasta el borde, y me espoleo.
A mí adherida, sombra luminosa,
más elocuente por lo silenciosa,
cuanto más incorpórea, más tangible.
Mis confidencias sobre ti descargo,
pero ni oyes ni ves; oh, vino amargo
para mi ávida sed inextinguible.
Los Angeles, 22 de octubre de 2009
2234 - Qué andamiaje
Penetrando en mi cuerpo, has irrumpido
como cóndor, las alas desplegadas,
en mi espacio vital, donde las hadas
tejen sueños y opciones, y el bramido
del sexo es tenso mar embravecido
en insistencia de olas espumadas.
Mi osamenta y la tuya entrelazadas,
qué andamiaje común de alma y sentido.
Me afirmo en pie por ti, recio baluarte
por ambos erigido, y al tocarte
soy blanda horizontal, y así eres tú.
Tal solidez, y tanto terciopelo,
clamoroso trombón y violoncelo,
todo complicidad, y sin tabú.
Los Angeles, 23 de octubre de 2009
2235 - Transformación
Qué diferentes somos, los que un día
afirmamos preciso acoplamiento.
Eran tiempos de cánticos al viento,
uncidas realidad y fantasía.
Idénticos nos vimos, no cabía
discordia o disonancia en nuestro intento
de concertar esfuerzos, ni elemento
de inconexión. Nuestro eje era armonía,
y a sus extremidades, cada rueda,
en sincronización; por la vereda
carriles paralelos, misma impronta.
Mas hoy, nuestro camino, bifurcado,
de nuestra conexión se ha desterrado,
orientándose a cuanto nos confronta.
Los Angeles, 24 de octubre de 2009
2236 - Andaba, andaba
“El sueño de la razón produce monstruos”.(Goya)
Andaba, andaba, andaba, y el sendero
poblábase de extraños caminantes
adoptando mis huellas, ignorantes,
como yo mismo, de mi paradero.
Yo era en mi propia tierra forastero;
múltiples sombras, teas humeantes,
calaveras cubiertas de turbantes,
parecían nombrarme compañero.
Árboles, al pasar, se incorporaban
al creciente tropel; desenterraban
sus raíces tornándolas en pies.
Tal vez iba en tu busca, o tal vez fuera
fugitivo de ti, sueño y quimera.
Yo andaba, andaba, a golpes de porqués.
Los Angeles, 24 de octubre de 2009
2237 - Comunicación
Sabes mucho de mí, mas tanto ignoras
que tu ánfora persiste medio llena;
si fuente soy que el agua no refrena,
¿por qué al caudal ya en ti no la incorporas?
En formas mil y en incesantes horas
broto y me doy, frenética o serena,
surtidor u hontanar, suave en la arena,
retozona entre rocas obstructoras.
Ni aminoro el fluir ni lo empantano;
como soy me deslizo, está en tu mano
ya hacer acopio o sumergirte entera.
Las palabras no alivian al sediento;
sólo los hechos, el comportamiento,
tienen voz axiomática, sincera.
Los Angeles, 24 de octubre de 2009
Poemas
Mis ideas
Minúsculos sarcófagos de olvido
se alinean al fondo de la mente
como si de un tsunami se tratara.
Viejas ideas que han enmudecido,
y el silencio en la idea es coincidente
con aridez, y a muerte se equipara.
Sus voces, tiempo atrás, eran genuinas
expresiones de atípica belleza,
que no se ajusta a fórmulas pedantes;
hablaban a través de las retinas,
a la vez con tesón y gentileza,
en el lenguaje impar de los amantes.
Muchas de ti nacieron, sembradora
que fuiste en la amplitud de mi parcela,
en cada surco que tú misma abriste.
Y mientras tu campana soñadora
no dejó de tañer, y ardió tu vela,
su vida se alargó. Pero te fuiste.
Su pulso comenzó a debilitarse,
languideció el color, concluyó el canto,
y volvióse anodino su mensaje.
Sin paraísos a que vincularse,
en soledad de ti, y en desencanto,
se dejaron morir en mi paisaje.
Enterradas están esas ideas
que volaron tan alto, y tan profundo
rastrearon, contigo de la mano.
Mas cuando, sin saberlo, merodeas
en torno a mí, soy yo quien, moribundo,
quiero resucitarlas, pero en vano.
Los Angeles, 23 de octubre de 2009