Breverías
2191
En una esquina, sí, remota esquina,
donde no se demoran peatones,
y la luz se acobarda, clandestina,
y tal vez alguien pide direcciones,
el cigarro en los labios, y camina
con paso incierto bajo los balcones.
En una esquina así. ¿No lo recuerdas?
Quiera el destino que otra vez te pierdas.
2192
No se me enfría este calor latente
del vertical abrazo, prolongado,
que inesperadamente me impartieras.
Ni la eventual derivación yacente
bajo la luna tibia, en el terrado.
Con qué fervor abrazas y adulteras.
2193
Ya no te quiero, no; mas cómo quiero
a la mujer que fuiste;
la que nunca se fue, porque aún existe
dentro de mí, con su alma de bolero.
Ya no te puedo amar; y sin embargo,
amando a aquélla que me amaba sigo;
la que jamás me llamaría amigo,
pues fui su amante a lo ancho y a lo largo.
Cuánto la amé, cuánto la sigo amando,
mientras se va tu imagen disipando.
2194
Se congregan los besos en mi boca,
como alondras que hubieran olvidado
su aptitud de volar.
Si alguno casualmente se equivoca,
y aventura el despegue, desgajado,
qué maltrecho en su intento ha de quedar.
2195
Cuando estoy a tu lado tengo frío;
ese frío que el manto de la muerte
nos contagia al pasar, o agua de río
que perforando el hielo se nos vierte.
Tal vez porque te vas, porque agoniza,
en tu noche del alma, la belleza
creada entre los dos; porque es ceniza
lo que antes llama fue; sombra y tristeza
la luz y el gozo que cantaban antes;
roto cristal dejar de ser amantes.
Sonetos
2265 - Pan candeal
No eres paso monótono de esposa
sobre quehacer de curso cotidiano,
ni delicado trote en que la mano
de la amiga se acerca primorosa.
Galope eres de amante luminosa
rompiendo el aire, devorando el llano,
rumbo a mi lumbre de calor humano
que abrasará tus alas, mariposa.
En contundencia vienes, y en premura,
para contrapesar la prematura
fuga del tiempo que tu mies menguó.
Para ti en granazón amarilleo,
presto a siega y molienda, y ya me veo
pan candeal que tu ángel horneó.
Los Angeles, 21 de noviembre de 2009
2266 - No lo viste llegar
Qué solo te has quedado, amante ciego.
No lo viste llegar, aunque sabías
que todo tiene fin. Tus profecías
desbaratadas fueron por el fuego
que tú mismo alumbraste, como un juego
de ajedrez, rey y reina, fantasías
de torres, caballeros, teorías
de ataques y repliegues, pero luego…,
inesperadamente jaque mate.
No lo viste llegar. No hubo debate,
señal o augurio; sólo conclusión.
Conferiste al amor inaugurado
fugacidad, y pronto, fascinado,
olvidaste tu propia previsión.
Los Angeles, 21 de noviembre de 2009
2267 - Transmutación
Cambia tanto en tus ojos el paisaje
que no sé nivelar mi titubeo
entre aquello que miro y lo que veo,
entre la realidad y el maquillaje.
Si eres de mar, careces de oleaje,
si de hontanar, dormita el borboteo,
si de mujer, te sobra el coqueteo,
si de pasión, te falta lo salvaje.
Fueron balcón abierto al panorama,
y te vi tal cual eras, sin programa,
en naturalidad, sin decorados.
Hoy ya no veo lo que vi, y añoro
cuanto eras y no tienes. Eras de oro,
y el oropel se adhiere a tus costados.
Los Angeles, 22 de noviembre de 2009
2268 - Tus manos
Tan gráciles tus manos, y atrevidas,
como lo fuera, a no dudar, la rosa
si no luciera espinas, tan juiciosa
tras defensas en punta inadvertidas.
Precipitadas, por desprotegidas,
toman la iniciativa; oh, deliciosa
acometividad, ni pudorosa
ni desenvuelta, manos consentidas.
Serpea en mis parcelas y progresa
hacia el atrevimiento, que se expresa
más deliciosamente que el pudor.
Dirígelas, incítalas, provócalas,
y en firme y larga suavidad, colócalas
en torno a mi… ¿Dónde estarán mejor?
Los Angeles, 22 de noviembre de 2009
2269 - Dos llamas
Dos llamas somos en distinto leño,
si adheridas ayer, hoy incapaces
de unísono temblor, y aunque voraces,
cada una oscila en diferente sueño.
Aún se conforma el mío a tu diseño
de libre piel e mpulsos montaraces,
silencio y trueno exentos de disfraces,
dominio y sumisión en mutuo empeño.
Y aún apunta hacia ti, recto objetivo,
suspiro virgen y huracán lascivo,
irreversible opción, sin otro intento.
Mas en tu brújula no soy ya norte,
y en tu reloj, perdido mi resorte,
ha agotado mi tiempo el movimiento.
Los Angeles, 23 de noviembre de 2009
2270 - Concurrencia
Observo el surtidor, cuyo arco insiste
en su copla monótona en la fuente;
desierto está el jardín, y aun sin oyente
para su gozo o llanto, no desiste.
En el arpa del alma emerge un triste,
lánguido acorde, y fluye hacia la mente.
¿No estaré yo cantando inútilmente
a un auditorio que en verdad no existe?
La tarde, de repente, es más sombría;
me encuentro en una inmensa galería
por la que avanzo sin saber a dónde.
De pronto la razón se me ilumina.
¿Qué importa si no hay nadie en cada esquina?
Yo hablo al hombre interior, y él me responde.
Los Angeles, 23 de noviembre de 2009
Poemas
Bek
Dialogo con mi perro. No es que entienda
ciertas órdenes, gestos o vocablos.
Eso lo entienden todos,
desde su primer grado.
Bek no ha cursado estudios,
mas su nivel es de universitario.
No sólo absorbe cuanto le platico,
sino que me responde, tan…humano.
Dos formas inequívocas mantiene
de expresarse: Los ojos y las manos.
No el ladrido o la lengua,
eso es para los perros iletrados.
Bek me mira de frente,
y acepta mi mirada sin reparos,
y en sus ojos dibuja
cada respuesta, y cuando entusiasmado,
reafirma con sus patas delanteras
sus estados de ánimo.
No es un perro de juegos,
más bien de afectos puros, instantaneos,
con frecuencia exigente,
un más, y más, y más, que no me canso.
Pero qué claridad en sus mensajes,
como si el alma le brotara a saltos
a través de pupilas tan oscuras
flotando sobre círculos dorados..
Sabe tanto de mí, porque si escribo,
percibe, aunque no lea, mis desmayos,
el gozo que me agita,
y el dolor que se clava en mi costado.
Y advierto la alegría en su talante,
y me acompaña a veces en el llanto.
Acostado a mis pies, vigilia o sueño,
eres, amigo Bek, el firme abrazo
que me niega el destino en ocasiones,
la lealtad perdida en el naufragio
de los días perdidos,
mi propia sombra unciéndose a mis pasos.
Los Angeles, 24 de noviembre de 2009