Breverías
2271
Entre muslos salvajes, sobre senos compactos,
a mordiscos benignos, en abrazos de furia,
en la desenvoltura de clandestinos actos,
en el fondo del trance que otros llaman lujuria,
allí nacen mis ansias, allí estalla mi grito,
allí muero yo mismo, y allí me hago infinito.
2272
Por los holgados páramos del sueño
soy alma trashumante,
de todo y nada indiscutible dueño,
a nada y todo eufórico aspirante.
No me interesa ya lo que he logrado,
todo lo que no tengo me apasiona;
de repente apareces; doblegado,
te apoderas de mí, zona por zona.
2273
Me devolvió el cadáver de mis versos,
yo que por ella los parí uno a uno;
fue como destrucción de catedrales.
Y hoy los contemplo en torno a mí, dispersos,
fundido el nombre que les dí; ninguno
dispuesto a erguirse, y los juzgué inmortales.
2274
Tus caricias son rígidas y frías,
como con diez dedales en los dedos.
¿Por qué las das, tan grises, tan vacías,
amarga farsa, inútiles remedos?
Preferiré la aguja que ensangrienta,
a esa caricia, verdadera afrenta.
2275
A escondidas te he amado. Te amaría a escondidas
durante quince siglos si hasta entonces viviera;
a escondidas, mi amada, por eso se adultera,
cuatro personas, cuatro, pero sólo dos vidas.
Sonetos
2354 - Otro día
“Cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor”. (Jorge Manrique)
Un día habrás de amar, pero otro día
bajo tus pies se agrietará la tierra,
te llamará el abismo, y sorda guerra
reemplazará la paz que te envolvía.
A ciclos de alborozo y agonía,
de vida y muerte, nuestra edad se aferra,
e injusta nos acoge y nos destierra,
nos embriaga, nos colma y nos vacía.
Al mirar hacia atrás en añoranza,
darás al viejo amor una pujanza,
altura y solidez que no alcanzó.
Alma que sangra, y llora, y languidece,
dilata la derrota, y enaltece
la transcendencia de lo que perdió.
Los Angeles, 18 de abril de 2010
2355 - Nadie los oye, sino yo
Tantas cosas me invitan a su juego,
procuran seducirme con rumores
de madrigal, o zambra de colores,
pero consigo hacerme sordo y ciego.
Controlo mis sentidos, me despego
de fragancias, de tactos, de sabores,
amortiguo asperezas y rigores,
y sé hallar el sendero del sosiego.
Mas si puedo cerrar ojos y oídos,
no logro amordazar los alaridos
en que prorrumpe el corazón sangrante.
Nadie los oye, sino yo, intramuros;
residen en los fondos más oscuros
de la desolación de cada amante.
Los Angeles, 18 de abril de 2010
2356 - Renacimiento
Voy a quebrar los lúgubres candados
con que blindé mi espíritu vencido,
silenciar la trastienda del gemido,
recuperar el plan de mis cuidados.
Nuevos propósitos serán forjados
a base de oro y fuego, y un olvido
de acerado rigor será fundido
para labrar mis campos. Mis arados
abrirán nuevos surcos, nuevo trigo
en ellos brotará, sin que enemigo
vuelva a sembrar cizaña en esa mies.
Ah, mi heredad, abandonada, yerta;
hoy resucitarás, tras estar muerta,
o acarrear la vida del revés.
Los Angeles, 19 de abril de 2010
2357 - La sola llave
Van a dolerte, amor, todos mis besos.
Al recibirlos, por su ineficacia:
Danzarán en tu piel, mas por desgracia
no podrán penetrarla hasta los huesos.
Y al ofrecerlos, graves o traviesos,
bien en desenvoltura o diplomacia,
pues la miel de tus labios no me sacia
si no les dejas en el alma impresos.
Tal vez al adentrarme en las oscuras
cámaras de tu sexo obren rupturas
en cada piel tus besos y los míos.
Tal vez logremos desvelar la clave
de tantas puertas con la sola llave
que sabe producir escalofríos.
Los Angeles, 20 de abril de 2010
2358 - Besos y voz
Ya no tengo la voz que tuve un día,
antes de tanto beso malgastado;
reseca la garganta, se ha agrietado
la campana que ayer estremecía.
De luto, en palidez, sin melodía,
¿quién escucha mi cántico apagado?
Su mensaje es arcángel desalado,
incapaz de volar, en apatía.
En busca voy de besos palpitantes
que renueven mi savia. Si hay amantes
aptas para el prodigio, comparezcan.
Preciso de tersura, de humedades
que extirpen las actuales sequedades,
y mis besos y voz se restablezcan.
Los Angeles, 21 de abril de 2010
2359 - Mano de obra
A tareas de amor me comprometo
por el solo placer de su ejercicio;
no aspiro a dignidad ni beneficio,
y al gozo, única norma, me someto.
Trabajo a domicilio, soy discreto,
y la satisfacción es mi servicio;
mi propuesta no exige sacrificio,
pero requiere espíritu y respeto.
Doy preferencia a remodelaciones,
sin rechazar recientes construcciones,
pero aquéllas serán prioridad.
Si la tarea, de índole amatoria,
no resultara asaz satisfactoria,
se hará de nuevo. Aval de calidad.
Los Angeles, 21 de abril de 2010
Poemas
Tú me rejuveneces
Tú me rejuveneces,
aun siendo juventud mi vida entera.
Nunca he dejado envejecer el alma,
aunque a veces, sin fe, la di por muerta.
Pero escuché tu voz, cual si de nuevo
Jesús gritara: “Lazaro, sal fuera”.
Y rasgué los vendajes que me ataban,
y respiré la luz, y la arboleda.
Me has impulsado a desandar caminos,
a borrar con las nuevas viejas huellas,
a renovar mis alas,
a deshacer la niebla.
El último desnudo, el que lograra
permanecer después de partir ella,
se ha vestido de sombra,
difuminado con la noche a cuestas.
Ya no temo ver ojos anteriores
al fondo azul de los que me contemplan,
en callado reproche
de no sé qué infidelidad supuesta.
Huídos los fantasmas del pasado,
me queda el alma limpia, en transparencia,
sin pretéritas, crudas tachaduras,
que no ocultaban la anterior silueta.
Es como haber recuperado el cuerpo
con un motor de renovada fuerza.
Se ha impuesto tu desnudo,
me has limpiado las venas,
y ahora mi sangre, al circular, murmura
tu nombre únicamente, y me espolea.
Oh, mujer, constructora de recuerdos
a partir de la amnesia.
Los Angeles, 19 de abril de 2010
Copa vacía
La noche se alargaba como el hilo infinito
que hilvana las estrellas, y fue al final tan breve
como el beso que apenas roza la piel, marchito,
derritiéndose pronto, como si hecho de nieve.
Yo proyecté esa noche como quien nada tiene,
sino tan sólo un sueño, pero lo quiere todo;
y ella, mujer de viento, que circula, va y viene,
deshojando las rosas, pétalos en el lodo.
Ignoraba los golpes de martillo en las sienes,
el temblor de los muslos, y la urgencia del sexo
que corre por la carne como convoy de trenes,
y une émbolo a cilindro, y cóncavo a convexo.
Era como una copa de cristal en la mesa,
que nunca hubiera estado rebosante de vino;
simple adorno en desuso, sin fervor ni promesa,
ni opción para el reposo ni voz para el camino.
Y no intenté instruirla. Si bien joven y bella,
su espíritu era extraña caja de resonancia;
me respondía el eco, sin imprimirse huella,
variopinta fachada desprovista de estancia.
Le dije adiós, sin queja; un beso en la mejilla,
y una sonrisa endeble. Y lo encontró adecuado.
Mujer entretejida con fibras de chiquilla,
si madura de cuerpo, de intelecto apagado.
Ah, que los Reyes Magos pasaron por mi puerta,
dejándome un regalo de atractiva envoltura;
mas descubrí en la caja, una vez entreabierta,
trazada en humo y aire vana caricatura.
Los Angeles, 20 de abril de 2010