Breverías
2366
Sembramos de cadáveres la senda
que nos conduce a no sabemos dónde,
por creer demasiado en la leyenda
a que la vida apenas corresponde.
Y al cabo de los años distinguimos
los huesos blanqueando en las cunetas,
y únicamente al fin nos admitimos
que sólo en nuestros rostros hay caretas.
2367
Los ánsares, huyendo del invierno,
vuelan de norte a sur. Les he tatuado
el nombre de ella, en prueba de mi fe.
Cada amante sabrá en su fuero interno,
al mirarlas pasar, que la he amado;
a ella, en su olvido, no se lo diré.
2368
Enséñame a vivir, que estoy muriendo.
Nunca aprendí las normas de la vida.
Sólo un fragmento aquí, y allá un remiendo,
ni aceptable lección ni comprendida.
Tú, que sabes de piel y de temblores,
cuyo abrazo ha alcanzado otras cinturas,
la de muslos abiertos y en sudores,
adéntrame en tus zonas más oscuras.
2369
Hay una honda tristeza en la mirada
de mi perro; parece que lo entiende.
Lo miro y lo acaricio. Tan callada
su forma de expresión, pero trasciende.
2370
Te busqué en clubs de noche, y en paisajes
de atardecer con aires de acuarelas;
floté en la brisa múltiples mensajes,
seguí tu rastro en calles y plazuelas;
me sumergí en tu busca entre la gente,,
y al no hallarte, empecé a perder mi fe.
Renuncié a mi pesquisa diligente,
y al dejar de buscarte, te encontré.
Sonetos
2480 - Mis noches
Mis noches te rodean, son jauría
en conjunta misión de guerra y paz,
es su afán anatómico y voraz,
mas es también quietud, galantería.
Tal vez se te apagó la melodía
de mis versos en flor. Todo es fugaz.
O tu alborozo de hoy te hace incapaz
de restaurar pretérica alegría.
Mis noches, tensas aún, y solitarias,
te asedian, y sus bombas incendiarias
son como fueron, aunque no las ves.
No intentarán tomarte por asalto,
mas quedaré de pie, sobre el asfalto;
sé que fui el antes y ahora es el después.
Los Angeles, 21 de octubre de 2010
2481 - Dimensiones
Eres de longitud, y eres de altura;
a lo largo de ti me claveteo,
y en torno a ti transcurro y serpenteo
midiendo palmo a palmo tu estatura
Siempre a tientas, vereda y escultura,
horizontal y vertical, me empleo
paralelo a tu línea, y te espoleo;
y me instigas, de juicio a travesura.
Oh, acoplamiento de función constante,
de pie o tendido, amante con amante,
sin desfallecimiento, sin medida.
Estoy y voy contigo, lecho y senda,
ya te acompañe o junto a ti me tienda,
en mí tu doble dimensión fundida.
Los Angeles, 21 de octubre de 2010
2482 - Transparencia
Siempre he esperado la palabra clara,
dardo de luz, enfático sonido,
fundiéndose en pupila y en oído,
sin adjetivo que la respaldara.
Arpón mental, fusil que se dispara
desprovisto de ornato, dirigido
frontal y en línea recta de sentido,
que idea exacta o intención declara.
Y tantas veces sólo escucho el eco,
máscara de verdad, concepto hueco,
que soslayo al llegarme, indiferente.
Si has de hablarme, despoja tu coloquio
de estéril elocuencia y circunloquio,
venga hacia mí, desnuda y fiel, tu mente.
Los Angeles, 23 de octubre de 2010
2483 - A veces llama el mar
A veces llama el mar, con su promesa
de apremiante naufragio, y llama, y llama.
Su mensaje en rumores se derrama,
ola tras ola que persiste y besa.
No consigo ignorarlo. Me lo expresa
en susurro de espuma, o lo proclama
desde el rompiente que áspero encarama,
o en resoplar de caracola; y esa
reiteración socava la estructura
de mis defensas, y una sepultura
de agua salobre emerge en mi razón.
No sé cómo ni cuándo, mas intuyo
que ha de abrazarme el mar, y hacerme suyo,
y no lo hallo motivo de aflicción.
Los Angeles, 23 de octubre de 2010
2484 - Voy apagando fuegos
Voy apagando fuegos lentamente
que debieran haber sido extinguidos
años atrás; en júbilo encendidos,
por mí o por alguien, en entraña y mente.
Esos fuegos que emergen de repente,
ya en rastreo de lenguas o estallidos,
no aciertan a morir cuando vencidos,
agonizando larga, largamente.
Agazapados quedan en la brasa
como perro a la puerta de la casa
que no consigue erguirse ni dormir.
Vivieron su apogeo y amainaron.
Como a corceles que se lesionaron,
es preciso ayudarles a morir.
Los Angeles, 24 de octubre de 2010
2485 - Derecho a elegir
Sigo andando, aunque todos los caminos
se me duplican en bifurcaciones:
bien y mal, realidades e ilusiones,
quietud y acción, cordura y desatinos.
Hay senderos abiertos, clandestinos,
metas prohibidas, lícitos rincones,
que complican o impiden las opciones,
pariendo efectos graves o anodinos.
Sólo multiplicándome podría
afrontar cada senda, hacerla mía,
ensayando a mi gusto cada extremo.
Mas hombre exiguo soy, condicionado
por derecho a elección, ciego invitado
a optar por lo banal o lo supremo.
Los Angeles, 24 de octubre de 2010
Poemas
Lluvias
Me llueven tantos días sobre el alma,
de cielo siempre gris. ¿Por qué no llueven
días esplendorosos, que me calen
de luz hasta la mente,
de susurros arqueándome la espalda,
de pétalos de rosas y claveles?
Luevan sobre la vida
días de gozo, estremeciendo el vientre
con rigidez de músculos erectos,
con calor y sudores de dos pieles.
Gris es la piedra, y lleva
en su quietud desinterés perenne.
Rojo y azul son la pasión y el canto,
y la esperanza es verde.
El gris es el barniz, la indiferencia,
o apocamiento que jamás se atreve.
La lluvia es gris, naciendo en días grises
que achatan al caer cuantos relieves
la pasión de vivir ha ido tallando
en mi perfil con precisión de orfebre.
Qué días tan pesados, incoloros,
derramándose van sobre mi frente,
empapándome el alma de nostalgias
hasta en sus más oscurecidos pliegues.
Hay lluvias optimistas
que aportan blanda luz, que nos encienden,
despertando al muchacho que llevamos
dormido al fondo, que se nos adhieren
al armazón del cuerpo, y se nos filtran,
agitando el espíritu indolente.
Y uno siente el impulso
de descalzarse, y sobre el fresco césped,
percibir su caricia en nuestras plantas,
o por cuantos senderos se retuercen
en torno a las aldeas,
chapotear, eufórico y rebelde,
el espejo fugaz de cada charco,
tornándose de nuevo adolescente.
Tal vez creamos nuestras propias lluvias,
y la lluvia real es la de siempre.
Los Angeles, 21 de octubre de 2010