Breverías
2391
Lluéveme, lluéveme, feroz invierno,
azótame las tejas, las ventanas,
desborda canalones;
que más que en temporal, me hablas en tierno
y entrañable lenguaje en las mañanas
en que mi amor prolonga sus funciones.
Escucho tus rumores y sonrío,
pues en la paz me cantas del rocío.
2392
Arraigado en tu piel. Raíces tengo
que hurgan tu vientre y se hunden en tu tierra.
Vereda tú, por donde voy y vengo.
Y a ambos, la noche audaz se nos aferra.
2393
Eran cinco los olmos junto al río.
Eran cuatro las rosas en la arena.
Eran tres las palabras en desvío.
Eran dos los amantes en la escena.
Era uno solo, por el campo frío…
2394
La muerte a todos pisa los talones,
no hace falta volverse para verla,
nos precede el perfil de su guadaña.
Mas no es razón para lamentaciones.
Nuestra sonrisa no podrá vencerla,
mas sí los miedos que su sombra entraña.
2395
Con mesnadas de luz a nuestra zaga,
¿a qué el temor de sombras que encaramos?
La vida es lámpara que no se apaga
aun cuando al túnel de la ruina entramos.
Porque haya una galera que naufraga,
a la navegación no renunciamos.
Dolor, traición, derrotas o fracasos,
no son la meta, sólo son retrasos.
Sonetos
2517 - Bek
Soy el débil vestigio que olfatea
mi perro sin cesar, como en lectura
de texto arcano, de acepción oscura,
a cuya exégesis tenaz se emplea.
Sólo un rastro en el aire, que espolea
su condición de amigo, y le apresura
a suspender la nueva travesura
con que en mi ausencia a solas se recrea.
Orienta las orejas hacia el ruido
que sólo él oye, a punto de ladrido,
inmóvil, la nariz inquisitiva.
Abro la puerta y entro; y se abalanza
sobre mí con la fuerza y confianza
de su naturaleza primitiva.
Los Angeles, 2 de diciembre de 2010
2518 - Mishka
Pobre Mishka, tan bella, tan celosa…,
perenne reina del hogar, sujeta
sólo a normas que implanta o interpreta
de acuerdo a su aquiescencia caprichosa.
Fue la niña mimada, mariposa
de giros súbitos, de mente inquieta,
maniobrando su ardid de marioneta
sobre cualquier humano que la acosa.
Pero Bel-la llegó, con el embrujo
de quien se sabe bella, y le redujo
las horas de atención, que no el cariño.
No hay animadversión ni hostilidades,
sólo un cierto bagage de ansiedades,
como al nacer en casa un nuevo niño.
Los Angeles, 3 de diciembre de 2010
2519 - Bel-la
¿Qué prisa tienes de crecer, chiquilla?
Siete meses atrás, tan diminuta,
y hoy casi adolescente, que permuta
continuamente cuna y escudilla.
Al fondo de tus ojos, a la orilla
de tu arsenal de trucos, tan astuta,
se fragua cada treta, y se ejecuta
de acuerdo al plan que en tus retinas brilla.
Trato de anticiparme a tus acciones,
mas siempre llego tarde; no hay ladrones
con mayor ejercicio de destreza.
Cuatrera de mi vida, atracadora
de mi atención y tiempo: Se te añora
cuando cierra tus ojos la pereza.
Los Angeles, 3 de diciembre de 2010
2520 - Ben
Voluminoso gato, vagabundo
de porte señorial, que me visitas
tan cumplido a diario, y solicitas
discretamente tu ración. Oriundo
de cuatro casas más allá, tu mundo
es el nido adoptado a que te invitas,
el estante alfombrado en que dormitas,
o tu sosiego al sol, meditabundo.
Llevas la calma de quien desconoce
la faz del miedo, y aunque abierto al roce,
sabes alzar la zarpa del castigo.
Y has escogido a Bek, gentil gigante,
camarada de tacto, tan galante
que nunca encontrarás mejor amigo.
Los Angeles, 3 de diciembre de 2010
2521 - Elliot
No seguiría usanza ni costumbre
si tuvieras que ser rebautizado;
gato tal debería ser nombrado,
por su rasgo primario, ‘mansedumbre’.
Tal vez tiene sabor a servidumbre,
por no ser más viril o inusitado;
pero es que la dulzura te ha marcado,
sobresaliendo entre la muchedumbre.
Ni un solo gesto adverso, ni un indicio
de enojo o tirantez si te acaricio,
rosa de piel en orfandad de espinas.
Estrecho tus patitas en mi mano
sin percibir tus garras, y en tu arcano
lenguaje de ojos me hablas y examinas.
Los Angeles, 4 de diciembre de 2010
2522 - Logan
Todavía te extraño, mi pequeño,
partido años atrás, como quien deja
su cuerpo, roto ya, sin una queja,
y hacia campos de azul orienta el sueño.
Ignoro hasta qué punto fui tu dueño,
o si enredó tu astucia la madeja
de mi propia razón, que aún hoy refleja
cierta inseguridad. Tan hogareño,
tú, mi negrito, tan gentil y blando,
con qué destreza te arrogaste el mando
de nuestra afectuosa convivencia.
Nunca fui tu señor, tú fuiste el mío;
y fue tu voluntad el labrantío
que laboré feliz… hasta tu ausencia.
Los Angeles, 5 de diciembre de 2010
2523 - El gato
No tuvo nombre. Simplemente ‘el gato’.
Ni origen familiar. Advenedizo.
Llegó de noche, entrando al cobertizo
a través del ventano. Era el retrato
del hambre y el temor, y sin contrato
se incautó del lugar. Viento y granizo
lidiaron en la noche, y el hechizo
de un alba espléndida tocó a rebato.
Le sorprendió la dueña a la mañana,
y una fuga inicial, pero cercana,
sugirió interacción de voluntades.
Fue el precio una escudilla de alimento,
y el gato sin bautismo, lento, lento,
progresó de recelo a afinidades.
Los Angeles, 5 de diciembre de 2010
2524 - Princess
Lucía gargantilla de diamantes
que al sol lograban parecer genuinos;
gentil exploradora de caminos
inverosímiles, mas no distantes.
Sus pasos eran rítmicos, galantes,
sobre el muro, a la sombra de los pinos,
observando en acción los estorninos
meciéndose en los cables ondulantes.
Saltaba junto a mí, coqueteaba
rozando mis tobillos, y maullaba
con acento de gata seductora.
Elliot y Ben fijaron residencia
un día en mi jardín, y su presencia
ahuyentó a la princesa trepadora.
Los Angeles, 6 de diciembre de 2010