Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Altibajos

Índice

Sonetos:
Al fin en ruinas Quiero Mirando atrás Soñador Vitalidad Llámeme el tedio La vida era una fiesta Mi reino
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Breverías

2386
Me escucho hablando de ella, y por momentos pienso el mundo sin otros habitantes, y, en tal contemplación, reconsidero. La vida es repertorio de portentos cumpliéndose a diario, que ignorantes arrojamos al borde del sendero. Ayer fue ayer, y sólo tengo el día en que respiro y brego. En él espero concentrar mi esperanza y energía.

2387
Vuelva el viento que barre los rastrojos y alza nubes de polvo, que doblega las verdes crestas de álamo y nogal, y arrase este perímetro de enojos erguido en torno nuestro, que nos niega la visión ulterior, más racional.

2388
Se me arquea la espalda bajo este cargamento de esperanzas, deseos y visiones que instiga el remolino de tu falda. Si frente a mí cayera, qué momento de aligerar tal peso mis opciones.

2389
Arda este mundo, del que contundente tu erótica emboscada me ha hecho parte; me has encendido, sobre ti yacente; incéndiese la vida, y luego el arte. Y tal vez los poetas, los pintores, más hijos de Afrodita que de Marte, en viva llama expresen sus amores.

2390
He perdido un pedazo de mi vida, que tal vez, huérfano, en la calle emprenda rastreo de otro padre o mejor suerte. Era un retrato de mujer, tendida, en actitud de voluptuosa ofrenda, a la pálida luz que el fuego vierte. Si algún tiempo su pérdida he llorado, ya no lo quiero en mi pared colgado.

Sonetos

2509 - Al fin en ruinas
Amor sin cultivar se debilita, olmo sediento en sequedad desierta, virgen que no abre a trovador la puerta, rosa que descuidada se marchita. La vi partir, como a cualquier visita que aunque se va, regresa. Mas su oferta, prescrita ya, sólo era letra muerta, vieja canción que en su interior dormita. Vibrante y honda en mí fue resonando, juzgándola inmortal, aun hasta cuando la mente vio su ausencia irrevocable. Pero el altar que el alma levantara cuarteándose fue, y hoy se declara desoladora ruina, si entrañable.
Los Angeles, 21 de noviembre de 2010
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2510 - Quiero
Quiero una blanca mano a la alborada plegándome las alas de la mente, por no sobrevolar cada vertiente del tiempo, ni su doble encrucijada. Mañana, ayer y hoy en retirada, sin memoria, proyectos, ni presente que añorar, concebir o que atormente por cada plan, revés o mascarada. O llegue súbito tropel de halcones sobre el nido amparando mis visiones y erradique de cuajo su memoria. Quiero flotar sobre la nube oscura del olvido total, sin amargura, sin sabor de fracaso o de victoria.
Los Angeles, 22 de noviembre de 2010
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2511 - Mirando atrás
Todo cuanto he vivido me rodea en ruin clamor o jubilosa danza, de un lado con intento de venganza, del otro a fe de excepcional tarea. En mi alma de amador repiquetea la campana del triunfo, y se afianza hiriente contra mí a punta de lanza mi ineptitud de actividad o idea. Adherido al pasado, aunque emergente en cada espuma o hierro del presente, voy azuzado por dolor y gozo. Ah, los momentos grises del fracaso, envenenando el vino que en mi ocaso brindis debiera ser de amplio alborozo.
Los Angeles, 22 de noviembre de 2010
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2512 - Soñador
Soñador de contrato a largo plazo, que sobre nube de alborozo flota, amé en la vecindad de la derrota, en la víspera negra del hachazo. Hueco y sangrante al deshacerse el lazo, desorientado y con el alma rota, me lamí los ultrajes, gota a gota, y volví a andar con el amor del brazo. Jamás me disuadió roca ni abismo, ni detuvo mi paso el alarmismo a que conducen múltiples caídas. Era yo soñador de sueños de oro, con el arranque y terquedad del toro que arremete a pesar de las heridas.
Los Angeles, 23 de noviembre de 2010
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2513 - Vitalidad
Reciedumbre de roble la que un día se aposentó en la gleba de mi mente, me penetró hasta el fondo, y contundente me contagió y satura todavía. Ni tiemblo ya, ni me alzo en rebeldía, pero mantengo en pie, firme y candente, la convicción de ser mar y rompiente, resistencia frontal, pura energía. Mis ideas son mármol de Carrara que voy labrando, como si tallara golpe a golpe las formas de una diosa. Pueden no ser las más significantes, pero son mías, vivas, palpitantes, gritando desde un alma silenciosa.
Los Angeles, 24 de noviembre de 2010
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2514 - Llámeme el tedio
Llámeme el tedio; que su lengua acceda, silenciosa, al recodo más oscuro, donde se muere el tiempo, sin futuro, donde el recuerdo es pálida humareda. Sorpréndame desnudo en la vereda por donde sin destino me aventuro, y al percibir mi espíritu inseguro a mi inmediata posesión proceda. Cansado estoy de improvisar recursos, trenzar poemas, pronunciar discursos que nadie advierte, o si lo ve, lo ignora. Venga la paz opaca de los muertos, esa inmovilidad que a los despiertos al mundo de las sombras incorpora.
Los Angeles, 24 de noviembre de 2010
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2515 - La vida era una fiesta
La vida era una fiesta. Se movía con el vértigo azul de la marea, como hembra sin rubor, que balancea las caderas desnudas. Sonreía, ceñida de guirnaldas de alegría, por no existir mañana. Cada idea era mano invisible que rastrea la piel del alma, y era rebeldía. Oh, la celebración de cada instante como si otro no hubiera, caminante sin raíz ni destino, sólo allí. La pregunta era muda, la respuesta era sobreentendida, y en la fiesta sólo una nota musical: El sí.
Los Angeles, 24 de noviembre de 2010
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2516 - Mi reino
Alguien pretende entrar en la guarida de este león que apenas se despierta, sin advertir que si es trivial la oferta, le será denegada la acogida. Ni rey ni fuerte soy, pero mi vida es mi reino exclusivo, cuya puerta, si atrae a muchos, sólo estará abierta a quien se lo merezca o yo decida. Rujan otros leones al gentío, sacudan su melena en desafío, apresuren sus garras al zarpazo. Yo gobierno en bondad, mas exigente. Y algún día, sin prisa, o de repente, ha de entrar alguien, sin hallar rechazo.
Los Angeles, 25 de noviembre de 2010
Diseño: Carmen Álvarez
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