Breverías
2491
Hace frío en mi noche. Y está oscuro.
Cuando estabas aquí, danzaban tersos
luz, susurro y calor, en armonía.
Es invierno en abril. Sólo capturo
el calor que trasciende de mis versos,
incapaz de lamer mi anatomía.
2492
Se me acerca tu piel. Es documento
que requiere mi firma, y no vacilo.
Mi pluma de oro inicia el movimiento,
rubrico y sello el acta con estilo.
Acción de propiedad, te pertenezco.
Y suave, dulcemente, me adormezco.
2493
Por encima de tanta voz amarga
que empantana de agraz nuestros oídos,
de la voz estridente que descarga
so capa de atención triviales ruidos,
a través de la estéril paramera
del discurso político a brochazos,
yo voy en displicencia y en sordera,
por no poderlo hacer a puñetazos.
2494
Voy arañando los cerebros fríos
que me cercan, en busca de una idea;
y los encuentro frívolos, baldíos,
su condición anémica me asquea.
Cuanto más ignorante el individuo,
tanto más axiomático se piensa.
No tenemos un hombre, es un residuo
de humanidad indigno de defensa.
Sonetos
2653 - Abril
Caminé por tu abril, tan andariego,
despegado de cuanto fue cercano.
Nada llevé conmigo, ciudadano
de tus campos de aroma, flor de espliego.
La vida era un solaz, mágico juego,
al borde mismo de la propia mano.
Mas ya ni lo practico ni me afano,
Momento es de partir. Hoy me despego.
Abril se hizo noviembre. Mi vereda
se colmó de hojas secas. Se me enreda
un lazo problemático en los pies.
Mucho anduvimos juntos. Y fue bueno.
Mejor hoy navegar por mar ajeno,
que naufragar a golpes de porqués.
Los Angeles, 6 de junio de 2011
2654 - No me asusta morir
No me asusta morir. Sé que mi muerte
nació cuando nací, hermana gemela.
Sigue conmigo ruta paralela,,
y, a cada paso, de su plan me advierte.
Ni más débil me vuelve ni más fuerte
cada vez que, a menudo, se revela.
Ni más descuido ni mayor cautela
cambiarán su dictamen o mi suerte.
De la sombra a la sombra caminamos
sobre un hilo de luz que bautizamos
con el nombre de vida. Y eso es todo.
Un paréntesis somos, que se cierra
tras la última palabra, y nos entierra
en la sombra que fuimos de otro modo.
Los Angeles, 7 de junio de 2011
2655 - Al pie de la hornacina
Cada vez que efectúas el lavado
de tus sábanas, algo se desprende
de cuanto fui a tu lado, y que trasciende
a saliva, sudor, semen cuajado.
Esa parte de mí que, a tu costado
fluía inmaterial, que no depende
de hacer, sino de ser, y que no entiende
de pausa aunque la piel haya cesado.
Un doble detergente burbujea
en tu alma y en tus manos, y blanquea
sábanas y memoria de mi rastro.
Y en mi lugar, perdurarán en ruina,
tal vez, tal vez, al pie de la hornacina,
restos de una escultura de alabastro.
Los Angeles, 7 de junio de 2011
2656 - La voz del poeta
Mis versos tienen voz; quien los atiende
me escucha, me conoce, se derrama
sobre esta piel de trovador que clama
bajo el arcángel que hacia mí desciende.
Mi voz ya no es mi voz. Luz que se enciende
como relámpago en la noche, llama
que abrasa la hojarasca, criptograma
que solamente el iniciado entiende.
Mis versos tienen vida, que es la mía.
Llegó de lo más alto, donde ardía
el fuego celestial de Prometeo.
No sé si sustraído u otorgado,
mas quedé por su fuerza arrebatado,
y ahora no escribo; canto y clamoreo.
Los Angeles, 7 de junio de 2011
2657 - Amazona gentil
Aplasto sobre ti cada arrebato
que me quiebra la piel; si hondos y ciegos,
capaces de surgir, encender fuegos,
y tocar las campanas a rebato.
Cuanto más me atareo, más dilato
mi insaciabilidad. Inicio juegos,
delineo tácticas, comparto ruegos,
me sumerjo, y al fin me desbarato.
Ah, mujer, que me abrazas, me recibes,
me hostigas, y no hay agua en tus aljibes
que extingan esta fiebre intermitente.
Amazona gentil, y desenvuelta,
que cuanto logras me lo das de vuelta,
sin apocarte de mirar de frente.
Los Angeles, 8 de junio de 2011
Poemas
¿La conocí?
¿La conocí? No sé. Vino a mi vida
en languidez de caluroso viento,
dando tumbos, rodando en algazara,
sin planes de futuro, con los besos
en abundancia de semillas fáciles
lanzadas a voleo.
Tan bella sembradora,
tan receptivo y fértil el terreno.
No sabía de ardid o compromiso,
transparencia en la sombra de los cuerpos,
sus palabras de estrictas acepciones
con la fidelidad de los espejos.
Nunca nadie me habló de tal manera,
sin sonrojo, en directo.
Su discurso era dardo hacia el espíritu,
rasgueando querencias y conceptos,
mujer de cien facetas,
pero siempre de paso, como el tiempo.
Más que álamo era arroyo,
renunciando a lo estático, sendero
de agua hacia un mar al que jamás se llega,
mas que fluye en perpetuo movimiento.
Yo le hablaba de abrazos,
ella hablaba de versos,
yo de melancolía,
ella de ofrecimientos.
No temblaba su voz, ni parpadeaba,
en los temas atípicos del sexo.
Conversamos por horas,
llegando a conocernos.
Éramos tan afines
como si fuera parte de un recuerdo.
Me hizo el amor con aptitud de hetaira,
con imaginación, sin titubeos,
pulsando cada cuerda
del arpa de mi cuerpo.
Tan natural como la rosa, el río,
la canción de las olas, el almendro.
Y al fin partió. Como el hilillo tenue
del humo del incienso;
como la amplia sonrisa
que se apaga en la tarde; como el eco.
Manos desconocidas nos enseñan
tanto más que el trajín de los expertos…
Los Angeles, 5 de junio de 2011
Tibiamente a mi lado
Tibiamente a mi lado,
con esa dejadez de quien descansa
del tráfago del mundo, y se desnuda
del último quehacer. La cabalgata
de las preocupaciones
pasó de largo por su ruta amarga,
y ya es sólo, sin ruidos ni temores,
nubecilla de polvo en la distancia.
La belleza está aquí. No es el adorno
cubriendo el cuerpo, ni la voz que canta,
ni el hechizo del rostro.
Es, más bien, la barrera carismática,
serena, indefinible,
que de cuanto no somos, nos aparta.
No sabe entristecerse quien la tiene,
venga lluvia o nevasca.
Estar, esa es la clave, mas conscientes
de quien al lado está. Somos la zarza
que arde sin consumirse,
y el suelo, bajo el pie, es tierra sagrada.
Tibiamente a mi lado.
Se ha muerto el cosmos, que sobre la espalda
llevábamos ayer. Hoy somos ambos
la pareja inicial, en la alborada
del nuevo Edén. Qué espléndida armonía
en torno a nuestra fiesta se derrama.
Fácil amar así. Mira de frente,
que nada nos distraiga.
Los Angeles, 6 de junio de 2011
No sabría esperar
Tanta prisa de ti, por ti, contigo.
Como si el tiempo, en incesante acoso,
presionara la arena en la clepsidra,
hasta el último grano. Poco a poco
se suceden las cosas, me insinúas.
Su curso seguirán, como el arroyo.
Tú vienes sin apremio, con la calma
de quien se va a quedar. Yo al otro polo,
en urgencias de amarte.
Te quiero ya en ayer. No me acomodo
al ritmo de las horas. Soy futuro
antes de ser presente, y llevo al hombro
cargamento de ti galvanizante,
que sobre mis sentidos desmorono.
No sabría esperar, ir paso a paso;
es ahora mismo ya, lo quiero todo..
Los Angeles, 6 de junio de 2011