Breverías
2486
Andan tristes los días,
como si alguien querido hubiera muerto.
Mis alforjas, vacías,
mi recinto, desierto,
y mi ritmo en absurdo desconcierto.
No sé si mis ideas
forjan desorden tal, o si es la vida
que agita estas mareas
de sombra y despedida..
¿Preferiría el alma estar dormida?
2487
Te recuerdo cantando con los ojos.
Eras el gozo que revienta puro
desde el fondo del alma. Eras manojos
de sueños en color, cara al futuro.
Y yo canté contigo,
mecido en la marea de tu euforia…
Y aún en mi aciaga soledad consigo
reproducir tu canto en mi memoria.
2488
Llegó la luz, tocando en los cristales.
Era la más espléndida mañana.
Pero antes fue la noche y sus rituales
de mansa furia y religión pagana.
Fue avanzando el reloj, se hizo la prisa,
preciso fue partir, llamó el deber.
Y me llevé en el alma la sonrisa,
y el fervor en la piel, de esa mujer.
2489
Bostezos de la noche fugitiva.
Adelgazaba su éxodo el gentío.
Dormíase la luz en los balcones.
Ella y yo, sin embargo, a la deriva,
con voz de amanecer, y el doble brío
de una locura a dos, sin objeciones.
2490
Más allá de las normas y los credos,
en esa íntima zona luminosa
que sólo puede verse con los dedos,
allí te espero, descuidada esposa,
descalza de tabúes y de miedos,
y en plena desnudez voluptuosa.
Arde el vetusto código en la hoguera,
y dulce, dulcemente se adultera.
Sonetos
2646 - Tacita de café
La taza era una súplica de arcilla
que no alcanzó a ser ánfora. Sedoso
hila el humo y retuerce, silencioso,
su línea de calor. De orilla a orilla
el amargo sabor del café brilla
sobre el oscuro espejo tembloroso.
Yace al fondo el estímulo, en reposo,
que se alzará en vigor de banderilla.
Esa fuerza motriz vibra, acelera,
y potencia la acción de la galera
que navega los mares de la mente.
Despierta a cada inmóvil galeote
cautivo en el cerebro, y saca a flote
los temas sin pudor del subconsciente.
Cantabria, 21 de mayo de 2011
2647 - Álamo quiero ser
Álamo quiero ser, de abrazo al viento,
de porte señorial en ascendencia,
vigilante de estepas, con urgencia
de detectar quietud y movimiento.
Fluya el río a mis pies, ya somnoliento
remolcando suspiros e insistencia
de labios juveniles, o en demencia
de sentidos rebeldes, turbulento.
Vuelen zorzal y alondra en torno mío,
sea la primavera mi atavío,
acarícieme el tacto de la luna.
Absorto en su visión llegue el amante
y descanse a mis pies, y en desbordante
celebración conquiste su fortuna.
Cantabria, 21 de mayo de 2011
2648 - Tacto de mano y mente
Se me apacigua el tacto de la mano,
sobre tu piel, ayer, incandescente;
mas sobrevive el tacto de la mente,
ceñido en torno a ti, nudo gordiano.
Qué infortunio; tu cuerpo tan lejano,
y en mi cerebro arpón tan insistente,
hincándose espectral, siempre vigente,
sin que adviertas mi yugo cotidiano.
Uncido voy en afanosa yunta
de espina y rosa, y ésta se pregunta
las razones de tal contrasentido.
¿Por qué te siento íntimamente mía,
si el tacto de mi mano es sinfonía
de orquesta muda, colibrí dormido?
Sobre el Atlántico, 23 de mayo de 2011
2649 - Negro hueco
Años hay que se apartan de la historia,
y al contemplarlos, en retrospectiva,
vemos el hueco negro en que, evasiva,
la vida huyó, sin aflicción ni gloria.
Ni fracaso tuvieron, ni victoria,
ni hubo en sus tumbas breve narrativa
de estricta distinción, frase afectiva,
por carecer de tumba, de memoria.
Evaporados, sin mojón, sin huella,
sin luz lejana, ya candil o estrella,
sin estructura en esplendor ni en ruina.
Años sin plenitud, que no vivimos
con la voracidad con que debimos,
atrapados en mallas de rutina.
Sobre el Atlántico, 23 de mayo de 2011
2650 - Las cosas fluyen
Deshojándose va mi otoño austero.
Desnudo estoy en el paisaje frío
que desertaste ayer. Qué poderío
detenta tu presencia, y qué ligero
llega el cambio de tiempo. Ya no quiero
volver la vista atrás. Cuanto fue mío,
luz y color, adquiere el tono umbrío
de malaventurado forastero.
Las cosas fluyen ciegas. Su corriente
nunca vuelve hacia atrás, hacia la fuente,
sino que avanza inexorable al mar.
Y así voy yo hacia inevitable invierno.
Dirá la última nota en mi cuaderno:
“Amé, sufrí. Me voy a descansar”.
Los Angeles, 29 de mayo de 2011
2651 - Casi tú
Rueda el tiempo. Ya casi no te espero.
Aunque sigue surgiendo tu figura
de entre las sombras, sobre la frescura
del agua azul, o al pie del limonero.
Formas hay que se van por el sendero
de un silencio maldito que fractura
la urdimbre de nuestra íntima armadura,
y a veces nos visitan de ligero.
Tu forma, no sé ya si me frecuenta
en las horas oscuras, o se asienta
sedosa en las esquinas de mi vida.
Sin tú saberlo, le hablo, la retengo,
va donde voy, y viene donde vengo,
es casi tú, curándome la herida.
Los Angeles, 30 de mayo de 2011
2652 - Pasos en la noche
Oigo en el centro de la noche el paso
de pies apresurados. Se me llena
la mente de preguntas. En la escena,
tacones de mujer, traje de raso.
¿Sola por las callejas? Alzo el vaso
como en brindis. ¿Por quién? Mujer morena,
gesto triunfal, al viento la melena.
¿Será un revés mi soledad, acaso?
Cruza frente a mi puerta con el porte
seguro de quien sabe que su norte
se halla en su dirección. ¿Cuál es el mío?
Se aleja decidida. Ya no escucho
sino las dos en mi reloj. No es mucho.
La una pasó de largo. Qué vacío.
Los Angeles, 30 de mayo de 2011
Poemas
En el después estoy
Voy más allá de todo, sin intentos,
dejando atrás objetos y personas
que llamaron en mí con sus nudillos
de promesas etéreas. Mis alforjas,
llenas de ausencia, tienen
ligero el peso, ráfagas o sombras.
Ni siquiera me frenan las palabras;
me las conozco todas de memoria,
y ya no tienen fondo ni matices,
son hojas secas sobre las baldosas,
que al ser holladas, lanzan un gemido
de piel sin músculo, y se desmoronan.
Años atrás, cuando ávido escuchaba,
y era mi fe asequible a la redonda,
me detenía al pie de las tertulias…,
y aprendí a despreciarlas, por tediosas.
Pero un día, un susurro,
gentil, como zureo de palomas,
se adueñó de mi espíritu,
me arrebató hasta el borde de su boca.
Era como si un círculo de bronce
me aislara de otras súplicas sonoras.
Mi alma creyó. Qué religión de fuego
encendió en mis entrañas ceremonias.
Y cómo el cuerpo, en cada sacrificio,
repetía los cantos, las estrofas,
de la víctima ardiendo,
sobre las llamas, en altar de rosas.
Everest de sentidos y armonía,
romper el sueño a la primera aurora,
torrente de trombones,
mar de violines en que el alma boga.
Hubo un antes, vacío, prolongado,
y un después, apagadas las antorchas.
Y en el después estoy, ya sin intentos.
Más allá de las luces, en la sombra.
Los Angeles, 30 de mayo de 2011