Breverías
2566
La vida impone el rumbo, y no nos deja
otra opción que seguirlo, aunque nos lleve
a meta que no hubiéramos fraguado.
La libertad es mágica bandeja
rebosante de sueños, que se mueve
constantemente de uno al otro lado.
Más que obtener un sueño, lo soñamos,
y antes de que se cumpla, despertamos.
2567
No salgas hoy de casa, está lloviendo,
y la tristeza empapa la alameda,
día de lágrimas, de soledades.
Si el trueno desatara al fin su estruendo,
rebotaría en tu íntima vereda,
hurtando impulsos a tus ansiedades.
Mas ésta es lluvia lánguida, y te roba
gozo y fervor…Enciérrate en la alcoba.
2568
Cuando en tus años grises, por fin, leas
los versos que por ti he dejado escritos,
si no huyen, humo azul, por chimeneas,
o arrastra el viento, pétalos marchitos;
si abres mis libros, pero no rastreas
el alma que te amó, que aún te habla a gritos,
ni ves la tuya, que trazó mi mano,
todo cuanto escribí, lo escribí en vano.
2569
Sin tú saberlo, vas conmigo mismo
por calles sin pasión, que no alcanzaron
a tener nombre propio; fue un guarismo,
gregario y frío, que les asignaron;
y te advierto en barranco de mutismo.
Y vas también por calles de ciudades
con nombres de mujer, fervor y furia,
y se adosan a mí las ansiedades
hijas de tus afectos y lujuria,
y aligeran mis propias soledades.
2570
No hay palabra más fría
que la que habla de amor y no lo siente,
palabra adscrita al bloque de la mente,
que ni a calvario o festival se alía.
Elabora argumentos,
destila sutilezas,
mas no es capaz de combinar fragmentos
de lo que era unidad y ahora son piezas.
Sonetos
2754 - Primavera
Has estado tan cerca tantos días
que te consideré la primavera.
No la que en marzo anuncia, pregonera,
fragancias, coloridos, melodías.
Mas aquella que inicia travesías
por los mares del alma, viajera
por canales de sangre que acelera,
y multiplica ocultas energías.
Primavera sin ley, sin calendario,
cuyo voraz espíritu incendiario
regenera o calcina, dobla o mengua.
Estaba, y eras tú, seda y bramidos,
en mi cripta de ideas y sentidos,
clavando en mí la punta de tu lengua.
Los Angeles, 19 de octubre de 2011
2755 - Hoy como ayer
Renacida la luz, su lengua muda
llamó tu nombre, que la sombra ignora.
A aquel tenue destello de la aurora,
que nadie percibió, te vi desnuda.
Y pensé ir hacia ti. Tuve la duda
de cómo confrontar la tentadora,
súbita aparición, y aún me devora
la flaqueza de ayer, que hoy se reanuda.
Cruzas, vestida, frente a mí, aleteo
de sedas y esbeltez, pero te veo
como te vi, en tu imagen más genuina.
Y aún no logro llegarte, aunque la mente
a ti me impele a ritmo de torrente,
y el corcel de mi sexo se amotina.
Los Angeles, 20 de octubre de 2011
2756 - Campestre amor
Me quedaré dormido en el sereno
remanso de tu piel, ya desmayada.
Fue la brega tenaz, sin retirada,
a plena luz del día, sobre el heno.
Recién segado el campo, en el estreno
de esta fragancia rústica, bordada
sobre el tul de la brisa, gracia alada
en revuelo gentil sobre el terreno.
Su caricia en la piel, como quien juega
tercera posición en la refriega,
apenas fue en la misma percibida.
Ahora se hace notar, en el sosiego
de este epílogo azul, templado el fuego,
erizando pezones… ¿Ya dormida?
Los Angeles, 20 de octubre de 2011
2757 - Sobre mis hombros
Sobre mis hombros va, lastre agobiante,
y mi espalda se curva bajo el peso.
Me fue tan predilecta, que el proceso
de olvidarla se torna agonizante.
Pude llevarla, en su fervor de amante,
como tatuaje sobre el brazo impreso,
no más carga que el hálito del beso
estampado al pasar en un semblante.
Una vez, al besarme de tal modo,
sentí que ella, o mi fe, o el mundo todo
se desplomaba sobre mí, opresivo.
Y así voy por la vida, con la carga
de media muerte, y media vida amarga,
de sus propios espíritus cautivo.
Los Angeles, 20 de octubre de 2011
2758 - A la cumbre del soneto
Subo por los peldaños del soneto
para llegar a ti, mujer hambrienta,
y en cada verso el ansia se acrecienta
de darme y obtenerte por completo.
Un solo plan de acción al mismo objeto
a ambos extremos por igual se intenta,
y aunque no con idéntica herramienta,
su éxito garantizas y prometo.
Los cuartetos ofrecen el estrado
simétrico, accesible, nivelado,
en el que los tercetos se entrelazan.
A tu vera, mujer, voy recalando,
y aunque todo lo quiero, no demando,
porque sé que tus brazos no rechazan.
Los Angeles, 21 de octubre de 2011
2759 - Voces hay
Voces hay que, calladas o dormidas,
se incorporan de nuevo, se despiertan,
emprenden el retorno y se reinsertan
en el esquema que las vio paridas.
Vendrán, en ocasiones, desteñidas
del esplendor de antaño, que no aciertan
a recobrar, o simplemente alertan
de su prístino estado, estremecidas.
Y serán escuchadas, mas no todas
volverán a vivir noche de bodas,
y deberán hallar nuevo camino.
Las palabras son rosas que florecen,
viven, se agostan, y al final perecen,
y la resurrección no es su destino.
Los Angeles, 21 de octubre de 2011
2760 - Amor de lejanía
¿De qué vive el amor en lejanía,
desheredado de palabra y tacto?
¿Es suficiente haber firmado un pacto
con cláusulas de ausencia y agonía?
Encarando temor y anatomía,
¿quién sostiene, quién mide el peso exacto,
si en sus entrañas el amor abstracto
no puede generar tal energía?
Amor anclado en dársena remota
nave será abocada a la derrota,
aunque palomas sus mensajes traigan.
O se agostan, letárgicos jazmines
que plantados en áridos jardines
no llegan a sazón, porque no arraigan.
Los Angeles, 21 de octubre de 2011
2761 - Sólo preciso un signo
Ven a ensayar las yemas de mis dedos,
si ávidas de mujer, titubeantes.
Bajo la piel, sus pulsos apremiantes
requieren sólo suavizar los miedos.
Y lo esperan de ti. Por los viñedos,
aprendí de racimos oscilantes;
en las plazas, de términos galantes;
en los parques, de frívolos enredos.
Todo lo llevo al filo de la mano
para, con precisión de cirujano,
implantarlo en la seda de tu piel.
Sólo preciso un signo, que confirme
tu asentimiento, y luego diluirme
sobre tu desnudez de nata y miel.
Los Angeles, 21 de octubre de 2011