Breverías
2561
Perteneces al mundo, subsistes hacia fuera,
quehaceres, odiseas, profesión, entidades,
casta de amantes grises con quienes se adultera,
al fin engendradores de íntimas soledades.
Vuelve la vista al centro vital de tu existencia,
ignora ajenas tierras y cultiva tus huertos,
que nada importa tanto como la propia herencia,
y deja que los muertos entierren a sus muertos.
2562
Extranjero sin ti. Me has arrancado
cada senda que anduve, cada calle
en que jugué de niño, el arbolado
junto al río rodando por el valle.
Pues niño fui contigo, enamorado,
y he perdido hasta el último detalle.
Expatriado de ti, con la añoranza
traspasándome el alma con su lanza.
2563
No enmascares el rostro de mentira,
ni arreboces de niebla la verdad.
Si por hacerlo hay alguien que te admira,
pronto descubrirá tu necedad.
2564
Hay canciones que suenan a mi vida,
que huelen a perfumes que he tocado,
saben de la caricia y de la herida
que me dejaron tenso o desangrado.
Las escucho y revivo los momentos
tan bellamente escritos y sentidos.
Y hallo en ajenos estremecimientos
los mismos vértigos por mí vividos.
2565
Eres acercamiento, y energía,
marea de sudor, lubricidad;
te viertes en la hondura de mi hombría,
y me subyuga tu voracidad,
explosión animal, en armonía
con el primor de tu femineidad.
Por saber coordinar polos opuestos,
mantengo todos mis sentidos prestos.
Sonetos
2746 - Candy
Privilegiada Candy, rescatada
de probable fatídico destino
por mano tan gentil, que en tu camino
dejó el hambre y la sangre en retirada.
Y así, tu vida fue la edad dorada
que en su cubil sombrío, clandestino,
cada perro ha soñado, en su anodino
atardecer, en su mañana helada.
La dulce voz humana, el gesto afable,
la sonrisa gentil, qué inagotable
intercambio de afectos, de alborozo.
Mas hoy te has ido por la senda oscura
de la fugacidad, y esta ruptura
reaviva tu recuerdo, y su sollozo.
Los Angeles, 16 de octubre de 2011
2747 - Háblame (I)
Mansa tarde otoñal, recogimiento
mental y sensorial, luz desteñida
citando a intimidad, mano tendida
en solicitación y ofrecimiento.
Voy a sentarme junto a ti, avariento
de tu palabra diáfana, mullida,
campanilleo de oro, que convida,
más que a proximidad, a acoplamiento.
Háblame sin cesar. No he de frenarte.
Para la percepción, para escucharte
vestido vengo de silencio y calma.
Me he expresado en exceso en cien lugares.
Impárteme tu afán, háblame a mares,
séllame tus palabras en el alma.
Los Angeles, 16 de octubre de 2011
2748 - Háblame (II)
Qué temprana se ve la primavera
saltándose las tapias, lluvia y nieve,
del invierno aún lejano. ¿Quién la mueve,
o qué premura de ella se apodera?
Aunque otoño, verdea la chopera,
teje el nido la alondra, nos conmueve
la eclosión aromática, y se atreve
a izar la rosaleda su bandera.
Milagro estacional, que de ti emana,
si no en la coyuntura cotidiana,
ciertamente en mi propia percepción.
Sembradas tus palabras, eclosionan
dentro de mí, y sus galas condicionan
mi entraña y mi cerebro: Seducción.
Los Angeles, 17 de octubre de 2011
2749 - Toda serenidad
Duerme la noche en apacible abrazo
de la llovizna gris, bajo el acecho
de rígidas farolas, y en mi lecho
duermes tú; te contemplo y me solazo.
Toda serenidad. Ni un ramalazo
leve y fugaz, como quien ha deshecho
la red de cada músculo. En el pecho
rítmica ondulación a lento plazo.
Difícil inferir de tal figura
la mujer exaltada que aventura
cada escarceo y técnica de amor.
Descansa, audaz amante, sueña y trama
nuevas acciones tácticas. La cama
nos brindará otro duelo agotador.
Los Angeles, 17 de octubre de 2011
2750 - Río franqueable
Viéndote en piel de río franqueable,
me sumergí en tus aguas. La corriente,
cristal, si tembloroso, transparente,
me abrió un fondo tan fiel como insaciable.
Nunca vi dimensión más navegable,
ni adivinanza vi más evidente,
ni querré sobre ti tender un puente
sabiéndote a brazadas abordable.
Estoy flotando sobre ti, me entrego
al abrazo total en que me anego,
percibiéndote toda en derredor.
Lames toda mi piel, y me abandono
corriente abajo. Siento y no razono,
río, mujer, en húmedo fervor.
Los Angeles, 17 de octubre de 2011
2751 - Vacío el sueño
Me desertan los sueños, que no el sueño.
Duermo, ni mal ni bien, pero en vacío,
y al despertar, no queda nada mío,
ni un tacto, ni un sonido, ni un diseño.
Entro, al dormir, en sombras que desdeño,
y en las que solitario me extravío;
hijo soy de la luz y el albedrío,
en formas e intención me desempeño.
¿Por qué al anochecer debo dejarte
fuera de tal caverna, si eres parte
consustancial de mi fervor y hombría?
¿Por qué no cruzas ese umbral arcano,
llevándome en el sueño de la mano,
mi estrella, lazarillo, compañía?
Los Angeles, 17 de octubre de 2011
2752 - Converso con el viento
En soledad, converso con el viento.
Conozco su orfandad por la manera
de llamar, reservada y plañidera,
a puertas y ventanas. En su aliento
detecto el regocijo, o el lamento,
que, allende la distancia, se aglomera
dentro de ti, en la pertinaz espera
del ruego, el tacto y el ofrecimiento.
Si condenados a brutal carencia,
pese a nuestra ansiedad de pertenencia,
¿qué nos podrá proporcionar la vida?
No me confiere el viento la respuesta.
Me susurra, no obstante, cuán dispuesta
tu piel está, qué gris tu expectativa.
Los Angeles, 18 de octubre de 2011
2753 - Por rutas interiores
Hombre era yo de pródigo debate,
de coloquio gentil, verbo fecundo;
subvertido quedó mi propio mundo,
y hoy mi penuria en sílabas combate.
Mi opulencia de ayer subsiste y late,
pero dentro de mí. Voy vagabundo
por rutas interiores; mi profundo,
silencioso temblor es mi acicate.
Lo dejo en verso transparente escrito,
y a mi modo y placer lo canto y grito;
quien vibre como yo lo entenderá.
Cuando oigas el suspiro de la brisa
provocando ya lágrima o sonrisa,
es mi palabra, que a tu puerta está.
Los Angeles, 18 de octubre de 2011