Breverías
2701
El pinar es un coro de cigarras
en pertinaz, monótona estridencia,
y al calor del verano, la indolencia
me entumece. Un rasgueo de guitarras
suena a lo lejos. Hoy parece ayer.
Cierro los ojos, y recuerdo el día…
Era como hoy; apenas mediodía,
y era un beso también. De otra mujer.
2702
Voy a tu alcoba, mas dejando fuera
más de tres cuartas partes de mi vida.
Tiempo ya de solaz, no de memoria.
Es la virginidad a mi manera,
desposesión de fechas en que anida
el desencanto al lado de la gloria.
No te mereces mente peregrina,
sino acción que al presente se confina.
2703
Dormido estoy, pero hacia ti, despierto,
abstraído en ese eje del espacio
alrededor del cual mi estrella gira.
Dormido a lo demás, o tal vez muerto.
Ajeno a cabreriza y a palacio,
tú eres mi entorno, hogar, punto de mira.
2704
¿Me recuerdas, tal vez, cuando tu entrega
se consuma en las sábanas mundanas
del parador que en discreción visitas?
¿Se te escapa mi nombre en la refriega
jadeante del sexo, en que desgranas
cuantos hondos impulsos ejercitas?
Ah, mi amante de ayer, no te sorprenda,
yo recorro también la misma senda.
2705
Me has detenido el tiempo. Ya no miro
ni muy atrás, antes de ti, ni al punto
en que ahora estoy, ni al guiño del mañana.
Si evoco aquel paréntesis, no aspiro
a su restauración, ni me pregunto
por quién repiquetea tu campana.
Sonetos
2970 - Te pienso
No sé por qué te pienso, si te has ido.
Nos deshacemos de la ropa usada,
que no se lleva ya, o la vieja espada
que en el rincón es símbolo vencido.
Senda es la vida cuyo recorrido
nos depara recodos. La jornada
no es toda línea recta, y la mirada
descubre en el ayer poco sentido.
Sin embargo, te pienso. Fue tristeza
cuando era el corazón, no la cabeza,
la sede del recuerdo y la añoranza.
Hoy eres lienzo que pintó el destino,
colgado en la pared, tal vez genuino,
simple rastro del tiempo y su mudanza.
Los Angeles, 20 de abril de 2012
2971 - Suspendidas las horas
Dame esa noche larga que detiene
latidos de relojes, y alza un muro
retardando el avance en claroscuro
del enemigo amanecer que viene.
Suspendidas las horas, no resuene
otro rumor, no exista otro futuro,
que el susurro que arrullas, que murmuro,
en este vínculo que nos retiene.
Una parte voraz, nueve de calma,
sin desacuerdo entre la piel y el alma,
unidad de función, luces y truenos.
Háblame y te hablaré; sean las manos
mensajeros sedosos, artesanos
sin prisa en su labor, pero sin frenos.
Los Angeles, 20 de abril de 2012
2972 - Ay, mujer
Ay, mujer, de recónditos senderos
que sólo tú conoces, torbellino
de ansias voraces, exquisito vino
en cáliz de oro, y alma de boleros.
Ábreme los secretos derroteros
conducentes a tu íntimo destino,
que vengo fatigado, peregrino
de cien itinerarios forasteros.
Traigo la piel sangrante, a dentelladas
de fauces ambiciosas, en jornadas
ya dignas del lamento o del olvido.
Quiero adosarme a ti, mano de seda,
cuerpo otoñal el mío, que se hospeda
en tu propia figura, malherido.
Los Angeles, 20 de abril de 2012
2973 - Soledad
La ciudad es la jungla, y no preciso
esta noche el empeño de la fiera.
Reclúyase en su oscura madriguera,
mientras sin alboroto yo improviso.
Bendigo el aislamiento, paraíso
del alma exhausta, que aúna y recupera
sus pérdidas de ayer, y se libera
de cuanto fuera absurdo compromiso.
La soledad, si ajena a la apatía,
sabrá acallar la voz de la anarquía
de las calles ruidosas, del gentío.
Soledad no es encierro ni rechazo,
si elegida por mí, más bien regazo
en que puedo afrontar todo lo mío.
Los Angeles, 22 de abril de 2012
2974 - Placidez
A veces casi todo es no hacer nada,
como el silencio es el mejor lenguaje.
Te recuerdo, después del abordaje,
tan plácida en mis brazos, tan callada.
Habías sido intensa llamarada,
calcinando mi piel, gata salvaje,
mas tras el concurrente aterrizaje
sólo un leve runrún quedó en la almohada.
En la noche, desnuda de rumores,
una mutua amalgama de sudores,
saliva y semen nos aglutinó.
Tu sonrisa, tus párpados cerrados,
me describían mundos encantados
que sólo visitábamos tú y yo.
Los Angeles, 22 de abril de 2012
2975 - Coexisto contigo
Pienso que en tantos ojos vigilantes,
tras las pupilas que jamás he visto,
se ocultan tus miradas, y persisto
en mantener las mías, penetrantes.
Sólo observamos esto los amantes
que amamos en exceso. Coexisto
contigo, aunque no estés, pero no insisto
en el regreso a lo que fuimos antes.
Vida, alianzas, júbilos, amores,
por más que puedan ser arrolladores,
vienen con fecha de caducidad.
Sin embargo, te veo en cada extraño
que me observa al pasar, y te acompaño
por la zona espectral de mi orfandad.
Los Angeles, 23 de abril de 2012
2976 - Descalzo junto a ti
Descalzo junto a ti, sin hacer ruido.
No quiero que detectes mi presencia.
Avecindada tú en la indiferencia,
mientras yo en la añoranza establecido.
Ni palabra ni roce ni gemido,
para no perturbar tu inadvertencia.
Seguirás tu camino, sin la urgencia
de mirar al ayer desvanecido.
A esta altura del tiempo, me complacen
las cosas simples, aunque no reemplacen
las que fueron, si efímeras, tan bellas.
Por eso voy como tu sombra, ajeno
a cuanto nos rodea, y me refreno
de hacerme percibir aun de tus huellas.
Los Angeles, 23 de abril de 2012
2977 - Plan de autodefensa
Hemos soñado mucho, estérilmente,
engendrando ficción, no realidades.
¿Qué otros sueños nos quedan que en verdades
puedan ser traducidos por la mente?
Si el corazón los sueña, su torrente
de sangre, y esperanza, y ansiedades,
sumergirá en sus rojas humedades
tal quimera de signo adolescente.
Corresponde al cerebro, neutral, frío,
cada plan de futuro, y su reenvío,
filtrado, al corazón, que nunca piensa.
No es cálculo glacial, ni árido enfoque;
se requiere un escudo y un estoque
para fraguar el plan de autodefensa.
Los Angeles, 23 de abril de 2012