Breverías
2746
¿Por qué empezar de nuevo,
si aún tenemos pendiente, inacabado,
el proyecto mayor de nuestra vida?
¿En cuyas manos quedará el relevo
del bosquejo emprendido, y abortado,
por cierta involuntaria despedida?
No quiero reiniciar una aventura;
quiero volver al punto de la herida,
deshaciendo polémica y ruptura.
2747
El recuerdo es el mar, y es navegable.
Lo surco en tan diversas direcciones
porque no es el llegar lo que me incita.
No siempre me resulta inhabitable,
y en él me escudo, si los galeones
del fracaso amenazan su visita.
El recuerdo es gentil, si bien se elige.
Sobre nubes nostálgicas levita,
y por afables términos se rige.
2748
A mi espalda apareces
cada vez que me miro en el espejo,
pero te desvaneces,
siendo sólo reflejo
de esta memoria que tenaz protejo.
2749
No te sueño dormido;
¿qué valor tiene el sueño involuntario?
Lo hago con el sentido
voraz y visionario
que no sabe dormir en solitario.
2750
Te he bebido, mujer, copa o fontana,
vino añejo, agua clara en borboteo,
que me apaga la sed y el alma enciende.
Y ya vacía o seca, siempre mana
dentro de mí, elixir de mi deseo,
que a mis miembros y vísceras se extiende.
Nunca te irás, aunque decidas irte,
y tampoco sabría compartirte.
Poemas
Hoy no alcanzo a escribir
Hoy no alcanzo a escribir. Estoy en blanco.
No escucho mis latidos, ni los tuyos.
Sólo el tictac monótono
del reloj de pared, mas su discurso
no me habla de calor, piel o balcones,
sólo se expresa en números.
Y el número es estático, impasible,
es la lógica, huérfana de impulsos.
Yo no puedo ser lago,
de calmoso cristal. Requiero el flujo
de las mareas, el torrente, el viento,
la acción inaplazable; no el escudo,
sino la jabalina,
no el sosiego, el disturbio,
y más que el vertical contemplativo,
el ángulo afanoso de los muslos.
Sin embargo, esta tarde desalada
que va desembocando en el crepúsculo,
no se agitan las hojas en los árboles,
no se retuerce el humo
sobre las chimeneas del poblado,
y el silencio camina, vagabundo,
por calles y plazuelas,
fastidiosa quietud en claroscuro.
Se me ha borrado el alma,
y el lecho tiene abrazos de sepulcro.
Nadie ha llamado. No se fraguan citas
en vacíos confusos.
Voy a dormir. Sin sueños. Sin trasfondos
de promesas, de ofertas, de susurros.
Tal vez llames mañana,
tal vez a la alborada aún ruede el mundo.
Los Angeles, 4 de julio de 2012
¿Es noviembre o abril?
¿Es noviembre o abril? El calendario
me amenaza de inviernos,
de olmos desnudos en las alamedas,
de nubes pardas con el vientre lleno
de lluvias por nacer, y de alaridos
acompañando al látigo del viento.
Pero es también abril, júbilo verde
rebrotando a ambos lados del sendero,
eclosión de fragancias y colores,
rejuvenecimiento
de la idea cansada
en viril novedad y galanteo.
Noviembre, desde fuera, nos posee,
pero es abril, eufórico y bohemio,
quien lleva la batuta en esta orquesta
que nos resuena dentro.
Nace la primavera, si apareces,
floreciendo a destiempo,
se recogen las horas taciturnas
en invernal destierro,
y germina la flor de tu sonrisa
en todos mis espejos.
Podrá decir noviembre el calendario,
pero es abril flotando entre los besos.
Los Angeles, 4 de julio de 2012
Tiernos espectros del pasado
Escribo un libro, es parte mi diario,
de anónimas conquistas y derrotas,
y es agenda de sueños y proyectos
con que la mente el porvenir adorna.
Pero es más que eso, es íntima añoranza
de utopías de amor que aún hoy se agolpan
al borde de mi espíritu,
reclamando lugar, presencia y hora.
Les fui dando entidad, año tras año,
revistiendo sus formas
de probabilidad, de expectativa,
de visiones de músculo y alcoba,
pero sin nacimiento definido,
y hoy reclaman crepúsculos, auroras,
noches de carismáticos desvelos,
ronroneos al pie de las farolas,
sabor de nata y miel sobre la lengua,
y chasquidos de besos en la boca;
cuanto les prometí en las soledades
de mis vivos deseos. Me reprochan
su quimérico estado de fantasmas,
sin latidos, sin piel, pálidas sombras.
La vida de mis versos no es la que ellas
anhelaban; se ven como gaviotas
en círculos eternos, incapaces
de romper su perenne trayectoria
sobre el mar o la playa,
sin posarse en la arena o en las olas.
Y no sé que decirles
que remedie mi error o su congoja.
Tanto quise emprender, mas indeciso
fallé en mi cometido; tanto aroma
se me desvaneció, sin inhalarlo;
y sin saber desentrañar la absorta
mirada ante mis ojos, tantas veces
proseguí en soledad devastadora…
Los pasos escuchados a la espalda,
la palabra que tímida se esboza,
la sonrisa gentil que se insinúa,
tantos acercamientos, tal idioma
a medias solamente interpretado,
o que en la prisa juvenil se ignora.
Hoy lo grito en mis versos,
mientras mi propia edad se desmorona.
Ah, mis tiernos espectros del pasado,
si yo os pudiera revivir ahora…
Los Angeles, 5 de julio de 2012
En mis noches estás
Silencioso transito por tu cuerpo,
tan apaciblemente
que ya no envidio al agua, ni a la brisa,
que en abrazo tan íntimo te envuelven.
Reconozco recodos y senderos
que tanto visité; cada relieve,
y el ángulo vital, voluptuoso,
que en noches de oro me sirvió de albergue.
Hoy ya no estoy contigo,
pero tú estás aquí. Sobre tu vientre
blando, sedoso, cálido,
son mis dedos alondras en despliegue,
y a su revuelo, tú, sílfide inquieta,
recobras tu fervor adolescente.
No son largas las horas,
mas tienen cierta languidez perenne,
como si nunca hubieran de apagarse.
Tal vez el tiempo duerme.
Más allá de la vida,
más allá de la muerte,
hay ángeles que observan los amores,
y a veces lloran quiebras y reveses,
pero a veces sonríen
ante amores sangrantes e indelebles.
En este amor, que a mi pesar sofocas,
mi propia antorcha ardiendo se mantiene.
En mis noches estás, porque son mías,
y aunque no quieras tú, me perteneces.
Los Angeles, 5 de julio de 2012
No me llames amigo
No me llames amigo,
que un amigo es hermano, y si lo fuera,
¿cómo atajar los vientos del incesto
que al mirarte de frente me flagelan?
Amigo es quien te lleva de la mano,
intercambiando humor y confidencias,
y al llegar a tu casa, se despide;
amante es quien se queda;
sin apremio,
porque le abres la puerta.
No puedo verte amiga, solamente,
cuando tu voz y sábanas aún queman.
Tantas veces tu alcoba ha sido mía,
y tantas he abrazado tu belleza
desnuda y aquiescente,
que llevo un mundo, todo nuestro, a cuestas.
Mientras no lo descargue,
mientras manos y lengua
sirvan más que expresiones
en apremiante, lúbrica bandeja,
aunque no las recojas,
no sabré ser tu amigo. Se me enredan
tantos potros salvajes en la carne,
tantos sueños de espuma entre las piernas,
tantos nudos y lazos que no quiero
desenredar, aun cuando tú quisieras…
No me llames amigo, amada mía,
aunque hayas superado esa barrera.
Los Angeles, 9 de julio de 2012
Mujer de cristal eres
No hay mañana contigo,
ni allí, o quizá. No hay juego de posibles.
Es todo y es ahora.
Al desnudo, sin máscara o barnices.
Y por eso te quiero,
porque lo más complejo lo haces simple.
Dices cuanto discurren tus ideas,
y ejecutas, sin dudas, cuanto dices.
Mujer de cristal eres,
y en tu alma no hay eclipses.
Si tu piel me alborota,
tu espíritu no juega al escondite;
salta a los ojos como tigre hambriento,
sin enigmas, ardid o zonas grises.
Te penetro hasta el fondo en cada empuje,
más allá de tu cuerpo, siempre virgen,
donde se aúna el misterio
de iniciación y arraigo, esclava y libre.
Siempre a la luz, no aceptes que la niebla
ni la sombra consigan adherirse
a los ángulos, curvas o recodos
de tus parajes íntimos. La efigie
portadora de ideas, de pasiones,
que tras la euforia de tu piel reside,
manténgase inmutable,
toda tú en tus auténticas raíces.
Oh, que hacerte el amor en cuerpo y alma,
en curso paralelo, compatible,
es sólo privilegio de los dioses,
y no de todos ellos. No hay esfinge
ocultándose en ti, con el misterio
que debe descifrarse. Me permites
verte en plena amplitud, y a tus factores
de cuerpo y alma quiero yo fundirme.
Los Angeles, 9 de julio de 2012
Bébeme lentamente
Bébeme lentamente;
he envejecido, y tiene mi crianza
la oscura calidad del vino añejo,
tan refrescante, y que a la vez abrasa.
No te acucies, yo no me precipito;
a mi edad, la estrategia está en la pausa.
¿Copa de oro o cristal? ¿Loza o madera?
¿Qué importa en qué oquedad se nos escancia?
Quizá más exquisito cuanto menos
pretensión o apariencia lo acompaña.
Trivial es lo exterior, y con los años
se acentúa el deslustre. No es el ánfora
que nos sacia la sed, o nos cautiva,
sino el diablillo rojo que ella guarda.
Ha tenido mi cántaro
su gloria de color y filigrana,
que fue palideciendo, mas el vino,
roja sangre del alma,
maduró con el tiempo
en matiz, en sabores, en fragancia.
Bébeme lentamente,
y embriágate de mí hasta la alborada.
Los Angeles, 9 de julio de 2012
Tengo la noche al lado
Tengo la noche al lado.
Se aprieta contra mí. Se lo permito,
porque tiene calor y suavidades,
que es todo lo que pido
y rara vez me concedió la vida,
soberana de lo áspero y lo frío.
Esta noche parece ataviada
en galas de mujer; pero la miro
bajo su tenue túnica de brisa;
ella lo advierte, y me depara un mimo.
Su abrazo es amplio, circundante, estrecho,
me percibo flotando en su dominio,
inmenso mar de sombra,
y al mismo tiempo en ajustado idilio.
Si un tiempo fue mujer, no lo ha olvidado,
seduce y frivoliza. Mis sentidos,
incitados, responden como siempre;
mas el sutil, etéreo remolino
de sus miembros sin forma,
me la hace inasequible. Qué cautivo
de su sombra envolvente,
y que cruel su acoso, su mutismo.
Si le hablo, no responde;
mi mano es un cuchillo
hincándose en su piel, sin resistencia,
y el único alarido es de mi instinto.
Y no obstante, me acosa, me rodea,
llena mis huecos, se hace mi recinto.
Tanto me da, mas tanto me arrebata,
que siento impulsos de estallar en gritos.
Pero, al fin, me abandono en su regazo,
quedándome en su abrazo adormecido.
Los Angeles, 9 de julio de 2012