Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Noches

Índice

Poemas:
Hoy no alcanzo a escribir ¿Es noviembre o abril? Tiernos espectros del pasado En mis noches estás No me llames amigo Mujer de cristal eres Bébeme lentamente Tengo la noche al lado
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Breverías

2746
¿Por qué empezar de nuevo, si aún tenemos pendiente, inacabado, el proyecto mayor de nuestra vida? ¿En cuyas manos quedará el relevo del bosquejo emprendido, y abortado, por cierta involuntaria despedida? No quiero reiniciar una aventura; quiero volver al punto de la herida, deshaciendo polémica y ruptura.

2747
El recuerdo es el mar, y es navegable. Lo surco en tan diversas direcciones porque no es el llegar lo que me incita. No siempre me resulta inhabitable, y en él me escudo, si los galeones del fracaso amenazan su visita. El recuerdo es gentil, si bien se elige. Sobre nubes nostálgicas levita, y por afables términos se rige.

2748
A mi espalda apareces cada vez que me miro en el espejo, pero te desvaneces, siendo sólo reflejo de esta memoria que tenaz protejo.

2749
No te sueño dormido; ¿qué valor tiene el sueño involuntario? Lo hago con el sentido voraz y visionario que no sabe dormir en solitario.

2750
Te he bebido, mujer, copa o fontana, vino añejo, agua clara en borboteo, que me apaga la sed y el alma enciende. Y ya vacía o seca, siempre mana dentro de mí, elixir de mi deseo, que a mis miembros y vísceras se extiende. Nunca te irás, aunque decidas irte, y tampoco sabría compartirte.

Poemas

Hoy no alcanzo a escribir
Hoy no alcanzo a escribir. Estoy en blanco. No escucho mis latidos, ni los tuyos. Sólo el tictac monótono del reloj de pared, mas su discurso no me habla de calor, piel o balcones, sólo se expresa en números. Y el número es estático, impasible, es la lógica, huérfana de impulsos. Yo no puedo ser lago, de calmoso cristal. Requiero el flujo de las mareas, el torrente, el viento, la acción inaplazable; no el escudo, sino la jabalina, no el sosiego, el disturbio, y más que el vertical contemplativo, el ángulo afanoso de los muslos. Sin embargo, esta tarde desalada que va desembocando en el crepúsculo, no se agitan las hojas en los árboles, no se retuerce el humo sobre las chimeneas del poblado, y el silencio camina, vagabundo, por calles y plazuelas, fastidiosa quietud en claroscuro. Se me ha borrado el alma, y el lecho tiene abrazos de sepulcro. Nadie ha llamado. No se fraguan citas en vacíos confusos. Voy a dormir. Sin sueños. Sin trasfondos de promesas, de ofertas, de susurros. Tal vez llames mañana, tal vez a la alborada aún ruede el mundo.
Los Angeles, 4 de julio de 2012
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¿Es noviembre o abril?
¿Es noviembre o abril? El calendario me amenaza de inviernos, de olmos desnudos en las alamedas, de nubes pardas con el vientre lleno de lluvias por nacer, y de alaridos acompañando al látigo del viento. Pero es también abril, júbilo verde rebrotando a ambos lados del sendero, eclosión de fragancias y colores, rejuvenecimiento de la idea cansada en viril novedad y galanteo. Noviembre, desde fuera, nos posee, pero es abril, eufórico y bohemio, quien lleva la batuta en esta orquesta que nos resuena dentro. Nace la primavera, si apareces, floreciendo a destiempo, se recogen las horas taciturnas en invernal destierro, y germina la flor de tu sonrisa en todos mis espejos. Podrá decir noviembre el calendario, pero es abril flotando entre los besos.
Los Angeles, 4 de julio de 2012
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Tiernos espectros del pasado
Escribo un libro, es parte mi diario, de anónimas conquistas y derrotas, y es agenda de sueños y proyectos con que la mente el porvenir adorna. Pero es más que eso, es íntima añoranza de utopías de amor que aún hoy se agolpan al borde de mi espíritu, reclamando lugar, presencia y hora. Les fui dando entidad, año tras año, revistiendo sus formas de probabilidad, de expectativa, de visiones de músculo y alcoba, pero sin nacimiento definido, y hoy reclaman crepúsculos, auroras, noches de carismáticos desvelos, ronroneos al pie de las farolas, sabor de nata y miel sobre la lengua, y chasquidos de besos en la boca; cuanto les prometí en las soledades de mis vivos deseos. Me reprochan su quimérico estado de fantasmas, sin latidos, sin piel, pálidas sombras. La vida de mis versos no es la que ellas anhelaban; se ven como gaviotas en círculos eternos, incapaces de romper su perenne trayectoria sobre el mar o la playa, sin posarse en la arena o en las olas. Y no sé que decirles que remedie mi error o su congoja. Tanto quise emprender, mas indeciso fallé en mi cometido; tanto aroma se me desvaneció, sin inhalarlo; y sin saber desentrañar la absorta mirada ante mis ojos, tantas veces proseguí en soledad devastadora… Los pasos escuchados a la espalda, la palabra que tímida se esboza, la sonrisa gentil que se insinúa, tantos acercamientos, tal idioma a medias solamente interpretado, o que en la prisa juvenil se ignora. Hoy lo grito en mis versos, mientras mi propia edad se desmorona. Ah, mis tiernos espectros del pasado, si yo os pudiera revivir ahora…
Los Angeles, 5 de julio de 2012
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En mis noches estás
Silencioso transito por tu cuerpo, tan apaciblemente que ya no envidio al agua, ni a la brisa, que en abrazo tan íntimo te envuelven. Reconozco recodos y senderos que tanto visité; cada relieve, y el ángulo vital, voluptuoso, que en noches de oro me sirvió de albergue. Hoy ya no estoy contigo, pero tú estás aquí. Sobre tu vientre blando, sedoso, cálido, son mis dedos alondras en despliegue, y a su revuelo, tú, sílfide inquieta, recobras tu fervor adolescente. No son largas las horas, mas tienen cierta languidez perenne, como si nunca hubieran de apagarse. Tal vez el tiempo duerme. Más allá de la vida, más allá de la muerte, hay ángeles que observan los amores, y a veces lloran quiebras y reveses, pero a veces sonríen ante amores sangrantes e indelebles. En este amor, que a mi pesar sofocas, mi propia antorcha ardiendo se mantiene. En mis noches estás, porque son mías, y aunque no quieras tú, me perteneces.
Los Angeles, 5 de julio de 2012
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No me llames amigo
No me llames amigo, que un amigo es hermano, y si lo fuera, ¿cómo atajar los vientos del incesto que al mirarte de frente me flagelan? Amigo es quien te lleva de la mano, intercambiando humor y confidencias, y al llegar a tu casa, se despide; amante es quien se queda; sin apremio, porque le abres la puerta. No puedo verte amiga, solamente, cuando tu voz y sábanas aún queman. Tantas veces tu alcoba ha sido mía, y tantas he abrazado tu belleza desnuda y aquiescente, que llevo un mundo, todo nuestro, a cuestas. Mientras no lo descargue, mientras manos y lengua sirvan más que expresiones en apremiante, lúbrica bandeja, aunque no las recojas, no sabré ser tu amigo. Se me enredan tantos potros salvajes en la carne, tantos sueños de espuma entre las piernas, tantos nudos y lazos que no quiero desenredar, aun cuando tú quisieras… No me llames amigo, amada mía, aunque hayas superado esa barrera.
Los Angeles, 9 de julio de 2012
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Mujer de cristal eres
No hay mañana contigo, ni allí, o quizá. No hay juego de posibles. Es todo y es ahora. Al desnudo, sin máscara o barnices. Y por eso te quiero, porque lo más complejo lo haces simple. Dices cuanto discurren tus ideas, y ejecutas, sin dudas, cuanto dices. Mujer de cristal eres, y en tu alma no hay eclipses. Si tu piel me alborota, tu espíritu no juega al escondite; salta a los ojos como tigre hambriento, sin enigmas, ardid o zonas grises. Te penetro hasta el fondo en cada empuje, más allá de tu cuerpo, siempre virgen, donde se aúna el misterio de iniciación y arraigo, esclava y libre. Siempre a la luz, no aceptes que la niebla ni la sombra consigan adherirse a los ángulos, curvas o recodos de tus parajes íntimos. La efigie portadora de ideas, de pasiones, que tras la euforia de tu piel reside, manténgase inmutable, toda tú en tus auténticas raíces. Oh, que hacerte el amor en cuerpo y alma, en curso paralelo, compatible, es sólo privilegio de los dioses, y no de todos ellos. No hay esfinge ocultándose en ti, con el misterio que debe descifrarse. Me permites verte en plena amplitud, y a tus factores de cuerpo y alma quiero yo fundirme.
Los Angeles, 9 de julio de 2012
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Bébeme lentamente
Bébeme lentamente; he envejecido, y tiene mi crianza la oscura calidad del vino añejo, tan refrescante, y que a la vez abrasa. No te acucies, yo no me precipito; a mi edad, la estrategia está en la pausa. ¿Copa de oro o cristal? ¿Loza o madera? ¿Qué importa en qué oquedad se nos escancia? Quizá más exquisito cuanto menos pretensión o apariencia lo acompaña. Trivial es lo exterior, y con los años se acentúa el deslustre. No es el ánfora que nos sacia la sed, o nos cautiva, sino el diablillo rojo que ella guarda. Ha tenido mi cántaro su gloria de color y filigrana, que fue palideciendo, mas el vino, roja sangre del alma, maduró con el tiempo en matiz, en sabores, en fragancia. Bébeme lentamente, y embriágate de mí hasta la alborada.
Los Angeles, 9 de julio de 2012
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Tengo la noche al lado
Tengo la noche al lado. Se aprieta contra mí. Se lo permito, porque tiene calor y suavidades, que es todo lo que pido y rara vez me concedió la vida, soberana de lo áspero y lo frío. Esta noche parece ataviada en galas de mujer; pero la miro bajo su tenue túnica de brisa; ella lo advierte, y me depara un mimo. Su abrazo es amplio, circundante, estrecho, me percibo flotando en su dominio, inmenso mar de sombra, y al mismo tiempo en ajustado idilio. Si un tiempo fue mujer, no lo ha olvidado, seduce y frivoliza. Mis sentidos, incitados, responden como siempre; mas el sutil, etéreo remolino de sus miembros sin forma, me la hace inasequible. Qué cautivo de su sombra envolvente, y que cruel su acoso, su mutismo. Si le hablo, no responde; mi mano es un cuchillo hincándose en su piel, sin resistencia, y el único alarido es de mi instinto. Y no obstante, me acosa, me rodea, llena mis huecos, se hace mi recinto. Tanto me da, mas tanto me arrebata, que siento impulsos de estallar en gritos. Pero, al fin, me abandono en su regazo, quedándome en su abrazo adormecido.
Los Angeles, 9 de julio de 2012
Diseño: Carmen Álvarez
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