Breverías
     
      
      
      
      
      3106
      Cuantos más sueños procreo,
más solo voy por la vida.
¿Será que revoloteo
por una zona prohibida?
¿O que los demás no sueñan?
¿O que sueñan sin saberlo, 
y a quienes saben, desdeñan?
¿O que tienen que aprenderlo?
Yo, soñador, sueño y sigo
mi camino, y no mendigo.
      
      
      
      
      
      3107
      Hablemos, amor, hablemos;
ni antes ni durante el sexo,
mas solamente después.
En ese tiempo en que vemos
el antes perdido nexo
entre la frente y los pies.
      
      
      
      
      
      3108
      El hombre más sabio ignora
mucho más de lo que sabe;
sabe que el mar no le cabe
en su estrecha cantimplora;
pero rastrea y explora
cada día un poco más, 
sin volver la vista atrás,
pues cada descubrimiento 
le enriquece el pensamiento, 
y aminora los quizás.
      
      
      
      
      
      3109
      Si levantas murallas, y abres fosos
para excluir tristeza y desaliento,
detendrás los avances luminosos
del gozo, que pretende acercamiento.
      
      
      
      
      
      3110
      Olvídate del futuro,
que vendrá, aunque no se quiera;
ni se aplaza ni acelera,
se le alce o derribe un muro.
Sólo el momento es seguro
que ahora tienes en la mano,
y es el que tú, grano a grano,
debes morder, absorbiendo
la savia que va emergiendo,
antes de perderse, hermano.
      
      
      
      
    Sonetos
     
      
      
      
      
      3506 - Desmontar
      Las cabalgué por blancas explanadas,
donde a veces se anudan los amantes;
y también en praderas verdeantes, 
bajo la luna, en noches estrelladas.
Jinete fui asimismo en escapadas
de seducción, furtivas y apremiantes,
cuando las horas vuelan como instantes,
y ya casi se escuchan sus pisadas.
Eran blancos, elásticos corceles,
ajustándose a todos los niveles,
docente o aprendiz, del cabalgar.
Y siempre, al fin, ya súplica o quejido,
el insistente ruego compungido
de posponer un tiempo el desmontar.
      Los Angeles, 19 de octubre de 2013
      
      
      
      
     
       
      
     
      
      
      
      
      3507 - Desmoronamiento
      A golpes de recuerdo, en la memoria,
fui acumulando inalienable archivo,
recogiendo, ya el júbilo elusivo,
la amarga lágrima o la breve historia.
Era mi torre de marfil, mi gloria,
inaccesible a los demás, masivo
contingente ancestral frente al olvido, 
mi vida, mi aptitud evocatoria.
Mas fueron arribando a mis fronteras
las tribus bárbaras, pillaje, hogueras,
bajo el cruel liderazgo de la edad.
 
Se fue mi torreón desmoronando,
y el avance del tiempo erradicando,
con mi huella mental, mi dignidad.
      Los Angeles, 20 de octubre de 2013
      
      
      
      
     
       
      
     
      
      
      
      
      3508 - Desnudez
      No percibes mi acción, mas te desnudo.
Tiene la mente prolongado tacto
que vaga por doquier, gentil, exacto,
haciendo inútil evasión o escudo. 
Su invisible control, benigno y mudo, 
no será manifiesto, y el contacto
devendrá inexorable, aunque el impacto
tal vez no lo entreveas a menudo.
O tal vez, sí. Rondando en la dorada
región de tus recuerdos, la mirada
de unos ojos lejanos te estremezcan.
No sabrás de quién son, pero al mirarte,
tan bella, tan desnuda, y al rozarte,
quizá tu entraña y ojos se humedezcan.
      Los Angeles, 20 de octubre de 2013
      
      
      
      
     
       
      
     
      
      
      
      
      3509 - Desorientado
      Sabía los caminos a tus lares,
los olmos, en rumor, a ambas orillas,  
las mieses, ya ondeando, ya en gavillas,
las gentes agolpándose en los bares.
Tanto los transité, que en mis andares
daba nombre a oropéndolas, ardillas,  
señoras enlutadas y chiquillas
cuyos rostros no me eran familiares.
Mas la tarde nefasta en que tu puerta
al fin se me cerró, se me hizo incierta
la vuelta hacia mi hogar, desorientado.
El sendero que, amante, recorría,
tornóseme en absurda travesía,
sin principio ni fin, y en despoblado.
      Los Angeles, 20 de octubre de 2013
      
      
      
      
     
       
      
     
      
      
      
      
      3510 - Despedida
      Quien dice adiós entiende de portazos,
mas ignoró el por qué de abrir la puerta.
La entrada presupone firme oferta,
irrescindible, no promesa a plazos.
Abrir la puerta es ofrecer los brazos
a quien llega. Si en ellos se despierta
feliz al alba, toda mente alerta
logrará sustraerse a los zarpazos. 
Mas en amores la razón dormita,
ni ve ni quiere ver, y precipita
la divergencia que uno solo intuye. 
Fraguándose de un lado la ruptura,
al fin sobrevendrá en tal coyuntura
uno que se desangra y otro que huye.
      Los Angeles, 21 de octubre de 2013
      
      
      
      
     
       
      
     
      
      
      
      
      3511 - Despertar
      Quiero dormir, quiero exprimir las horas
que me amarran al mundo de los muertos,
escuchando los fúnebres conciertos
de su orquesta de sombras creadoras.
Son los sueños bengalas difusoras
de aspectos del pasado que, encubiertos,
extraños son a aquellos que, despiertos,
ensayan fórmulas exploradoras.
Cuantos me precedieron, no regresan
al mundo de los vivos, pero expresan 
al dormido su historia y su pensar.
Me impregnaré de su ímpetu y lenguaje, 
de cuanto fue en la tierra su mensaje, 
y sólo entonces quiero despertar.
      Los Angeles, 21 de octubre de 2013
      
      
      
      
     
       
      
     
      
      
      
      
      3512 - Después
      No me digas después; después no existe,
y de llegar, tal vez me eludiría.
Ni siquiera soy dueño de este día,
que en parte fue, y en parte se resiste.
El instante nos llama, nos insiste,
replantea la opción, nos desafía;
es realidad, frente a la fantasía
del futurible, por dudoso, triste.
Aprisiona el momento que te ofrece
lo tangible y genuino, y acontece
bajo impulso de mente y corazón.
Mira el reloj, el sol, el calendario,
siempre en fuga, perdiéndose a diario,
malogrando propuesta y conexión.
      Los Angeles, 21 de octubre de 2013
      
      
      
      
     
       
      
     
      
      
      
      
      3513 - Detener
      Hay grietas en mis filas, no barrera,
y en lugar de obstrucción, asentimiento.
Voy hacia ti con amplitud de viento
y su tacto gentil de primavera.
¿Cómo así detenerte? Quien espera,
allana obstáculos, accede a intento, 
abre puertas, y brinda acoplamiento, 
siendo, más que invitada, compañera.
No te detengas tú. Ven, impulsiva,
henchida de las ansias que la vida
te prodigó, y que ansías descargar. 
Receptivo te espero en mi parcela,
sin rejas, ni alambrada, ni cautela,
dispuesto a cada táctica de amar.
      Los Angeles, 22 de octubre de 2013