Breverías
3211
En el silencio vivo, y no lamento
la ausencia del tintín desazonado
de palabras vacías.
Dialogo con mi propio pensamiento,
transmito mis ideas al teclado,
y ejecuto mis propias melodías.
Nadie me desordena
con voces hueras, fórmulas baldías,
mientras libo la miel en mi colmena.
3212
Tengo una selva en mi interior: Aullidos,
colibríes, rumores y serpientes.
Viven, cantan, se arrastran, sumergidos
en mis íntimos fondos, obedientes
sólo a su fuero natural, movidos
por sus propios impulsos contundentes.
Domesticarlos ha de ser locura;
viva cada uno, entonces, su aventura.
3213
La realidad, catálogo aburrido
de cuanto nos sabemos de memoria.
Da paso, pues, a la imaginación.
En tu propia utopía sumergido,
crea un mundo a tu modo, y en su gloria
recréate, sin miedo a la opinión.
3214
En promesas creí, mas ya no creo;
hojas secas que arrastra la corriente.
Fácil es la palabra, su aleteo
no garantiza vuelo trascendente.
Promesa de futuro es un deseo
anclado en situaciones de presente;
no siendo eternas, cambiarán mañana,
quedando sólo una propuesta vana.
3215
No exhibas tu poder en alaridos,
que instigan desafío y disidencia.
Hazlo en rumor y suavidad de brisa.
No quedan fácilmente persuadidos
quienes experimentan contundencia,
sino quienes reciben la sonrisa.
Sonetos
3674 - Alfombra
Tendida sobre el suelo, acogedora,
y sugerente al resplandor del fuego;
me habla en silencio, a veces de sosiego,
de ocupación también, o de demora.
No tiene prisa, llegará su hora,
sabe esperar; no es estrategia o juego,
si no es en este instante, será luego;
y si no es hoy, mañana; nunca implora.
No sé si me estimula o desespera;
ambas cosas, tal vez; si no existiera,
forzado a improvisarla me vería.
Yacer sobre ella, en su informal regazo,
tiene el hechizo de integral abrazo.
¿Tejido? ¿Amante? ¿Alfombra? ¿Anatomía?
Los Angeles, 6 de enero de 2014
3675 - Alfarero
Modélenme tus manos, alfarero;
si masa inerte soy de gris arcilla,
sé que tu arte enaltece, no mancilla,
a quien a ti se entrega plañidero.
Amásame a tu antojo en el tablero,
dándome consistencia; siempre brilla
con luz propia una idea, aunque sencilla,
para el artista que la vio primero.
Girando el torno, me acaricia el roce
de tus húmedos dedos. Reconoce
mi complexión de barro tu visión.
Vas gestando mi forma primorosa,
y en ánfora elegante, prodigiosa,
me observo ya, tu excelsa creación.
Los Angeles, 6 de enero de 2014
3676 - Aliento
Tu rostro, ante mi aliento, no se aleja,
y entremezclas el tuyo con el mío.
Su trabazón genera escalofrío
que a la vez nos sorprende y se festeja.
Danza de dos espíritus, pareja
que, aunque invisible, ensaya un desvarío
de pasos imposibles, y un tronío
de escarceos en íntima madeja.
El aliento es caricia, abrazo, beso,
y es palabra callada, que por eso
tanto dice y tan diáfana se entiende.
Dos alientos unidos, ya uno nuevo,
que ha recibido de ambos el relevo,
místico duende que al flotar se enciende.
Los Angeles, 6 de enero de 2014
3677 - Almena
Sobre la abrupta roca, vigilante,
yérguese mayestático el castillo,
circunvalado por su doble anillo
de foso y torreones. Fascinante.
La llanura a sus pies, trigo ondulante
bajo el gentil, bucólico rodillo
de la brisa estival, dorado brillo
de espigas bajo el sol centelleante.
Y en la más alta almena, yo, vigía
de estos tiempos con menos hidalguía,
pero más infantil curiosidad.
Y desde allí contemplo, en la distancia,
o en la mente, tal vez, la resonancia
de mesnadas en noble hostilidad.
Los Angeles, 7 de enero de 2014
3678 - Almohada
Aún mantiene el calor y la fragancia
de tu noche final, en que acogiste,
gentil, mi invitación, y enardeciste
de nuevo mis sentidos en la estancia.
Tanto tiempo me amaste… La distancia
ni aminora el deseo, ni se viste
la prenda del olvido, ni me asiste
en mi afán de asignarle irrelevancia.
Ni las horas, los días, o los meses
borran tu nombre, o crean intereses
que el alma juzgue dignos de aceptar.
Vivo contigo, mas sin ti, y abrazo
tu cuerpo de aire y luz en el regazo
de esta almohada en que estás, aun sin estar.
Los Angeles, 7 de enero de 2014
3679 - Altar
Si los dioses se muestran irritados
por tu desliz, o tus iniquidades,
no te agotes en vanas ansiedades,
restaura sus honores agraviados.
Alza un altar, degüella unos venados,
y envuélvelos en llamas. Las deidades
condonan las más graves impiedades
ante el humo y aromas ofrendados.
Y siempre que te quede algún cordero,
buey o paloma, el temple justiciero
de la divinidad podrá amansarse.
Zeus tal vez exija, entre otras cosas,
víctimas incruentas, pero hermosas,
sólo para en sus brazos abrasarse.
Los Angeles, 7 de enero de 2014
3680 - Altisonante
“Vivo en conversación con los difuntos,
y escucho con mis ojos a los muertos”.
(Quevedo)
A tambor y trompeta haces la entrada,
y en carro alado, de tener, lo harías.
Me manifiestan tus altanerías
cuanto hay oculto bajo tu fachada.
Ruido no engendra ideas; tu cascada
de palabras pomposas y vacías
no es sino ornato de cenizas frías,
intrascendentes, cuya esencia es nada.
Prosigue teatral tu recorrido,
pero arma el gallinero en otro ejido,
que no arraiga tu voz en mi parcela.
Yo prefiero vivir entre los muertos,
que me hablan en voz muda, no en desiertos
por donde el aire extraviado vuela.
Los Angeles, 7 de enero de 2014
3681 - Alusión
Lo dices sin decirlo, lo insinúas.
Tirar la piedra y esconder la mano
puede ser diligencia de villano,
pues, al hacerlo, a veces desvirtúas.
Por simple sugerencia te sitúas
en terreno de nadie; tan cercano
a mentira y verdad como lejano
a revelar si afirmas o fluctúas.
No siempre la alusión es abusiva;
en ocasiones es provocativa,
acuciando a las fuerzas de la mente.
Ésta, por ella, incita y estimula
trazando analogías, y vincula
cuanto es circunstancial o equivalente.
Los Angeles, 7 de enero de 2014