Breverías
3113
Un diario no es lista de dispares
ataduras, encuentros o sucesos,
en orden cronológico anotados;
sino de ideas, gozos y pesares
que estremecen el alma. Los sucesos
vienen y van, ya firmes o alterados.
Mas queda, pertinaz, cada secuela.
De eso escribo, de cuanto me desvela.
Los Angeles, noviembre de 2013
3114
Me confieso en voz alta. No requiero
sacerdote que escuche mis torpezas,
ni flagelo, pesar o absolución.
Soy como soy, amante prisionero
de cuantos yerros, taras y flaquezas
acapara la humana condición.
Los Angeles, noviembre de 2013
Sonetos
3550 - Ceguera
¿Y si un día, ya ciego, no te viera?
Se detendría el tiempo, y su mudanza,
y no envejecerías; qué alianza
de tu sueño y el mío, en la ceguera.
Te leería en braille, a la manera
del invidente que afanoso avanza
su tacto en los relieves, grácil danza
de dedos en tu piel de primavera.
Eterna juventud, siembra fecunda
sobre tu superficie, que me inunda
con los frutos de extática cosecha.
Oh, noche oscura, tan iluminada
que más que sombra es plácida alborada,
con el alma, de amar, casi deshecha.
Los Angeles, 12 de noviembre de 2013
3650 - Adiós
Tantas veces partí a puntos extraños,
en piel de explorador o peregrino,
más atento a mi senda y mi destino
que a mi propio terruño y aledaños…
Y pasados los meses, o los años,
volvía atrás la vista, en repentino,
nostálgico fervor, mas sin genuino
apremio de volver a mis antaños.
Aunque el adiós no abjura la memoria,
cierra puertas, cuando otra trayectoria
nos abre dimensión más halagüeña.
Siempre en la mente vivirá la cuna,
mágico festival bajo la luna,
pero sólo como algo que se sueña.
Los Angeles, 22 de diciembre de 2013
3657 - Afrodisíaco
Ah, mujer, inefable estimulante,
que percutes mis fibras más secretas,
y en bravío rasgueo me interpretas
como guitarra mágica, vibrante.
No preciso de fórmulas; bastante
son ya tus danzas blandas, indiscretas,
para hacerme saltar en corcovetas
con la escasa cordura del amante.
No requiere incentivos mi libido,
y no sé si es suspiro o es bramido
lo que se está gestando en mi garganta.
Mi cuerpo ya no te habla, ruge y grita,
ni puede ya esperar; se precipita,
y una parte del mismo se te implanta.
Los Angeles, 23 de diciembre de 2013
3672 - Alcurnia
Te enorgullece el rango, la nobleza
que de tu antecesor has heredado.
Adquirida que fuera en el mercado,
tendría igual valor, misma grandeza.
¿Cuál ha sido tu bélica proeza,
tu galardón científico, el dechado
que tu obra artística nos ha legado?
¿Serán plumas de cisne tu corteza?
La gloria no se hereda, se fabrica.
Sólo el propio quehacer nos certifica
nuestra autenticidad, nuestro abolengo.
El nombre no hace al hombre, es al contrario.
Tu prosapia no es más que tu incensario,
y si tú te sahumas, yo me abstengo.
Los Ángeles, 5 de enero de 2014
3674 - Alfombra
Tendida sobre el suelo, acogedora,
y sugerente al resplandor del fuego;
me habla en silencio, a veces de sosiego,
de ocupación también, o de demora.
No tiene prisa, llegará su hora,
sabe esperar; no es estrategia o juego,
si no es en este instante, será luego;
y si no es hoy, mañana; nunca implora.
No sé si me estimula o desespera;
ambas cosas, tal vez; si no existiera,
forzado a improvisarla me vería.
Yacer sobre ella, en su informal regazo,
tiene el hechizo de integral abrazo.
¿Tejido? ¿Amante? ¿Alfombra? ¿Anatomía?
Los Angeles, 6 de enero de 2014
3675 - Alfarero
Modélenme tus manos, alfarero;
si masa inerte soy de gris arcilla,
sé que tu arte enaltece, no mancilla,
a quien a ti se entrega plañidero.
Amásame a tu antojo en el tablero,
dándome consistencia; siempre brilla
con luz propia una idea, aunque sencilla,
para el artista que la vio primero.
Girando el torno, me acaricia el roce
de tus húmedos dedos. Reconoce
mi complexión de barro tu visión.
Vas gestando mi forma primorosa,
y en ánfora elegante, prodigiosa,
me observo ya, tu excelsa creación.
Los Angeles, 6 de enero de 2014
Poemas
Añoranza
¿Añoras, quizá, el tiempo
preexistente al divorcio, en que oscilabas
de la furia y la paz entre nosotros
a la tensión y la amargura en casa?
Era época de extremos,
negra la noche, fulgurante el alba,
rompiendo en luces frente a nuestra cita
de la media mañana.
Quizá el amor prohibido
multiplica las ansias,
y despliega salvajes maniobras
que la fidelidad legal no alcanza.
El amor conyugal es el contrato,
la oferta y la demanda,
ya a plena luz del día, entre quehaceres,
o de noche, entre sábanas.
El amante genuino
ni asedia ni reclama;
simplemente se ofrece,
recibiendo a ciclón y llamaradas.
Sólo ama de verdad quien nada espera,
tal como yo te amaba,
tal como tú lo hacías, dulce adúltera,
hasta que, en libertad, te hiciste ráfaga,
e ignoraste confines,
y comenzaste a ver otras pisadas
en el sendero que era tuyo y mío,
del que te has bifurcado, y te me escapas.
Yo permanezco en él, aun yendo solo,
sin meta, sin programa,
manteniendo esa luz inextinguible
a base de dolor y de nostalgia.
Los Angeles, 22 de agosto de 2012
Eres canción de alcoba
Eres canción de alcoba, si intrigante,
diáfana también, que se descubre,
pero antes se sugiere. Cada nota
se inicia pianísimo, y afluye
a un crescendo sensual que al fin culmina
en trémolo encendido, hasta el derrumbe.
No eres siempre la misma. Ni en acústica
ni en interpretación. Ávida irrumpes
sobre mi piel en voz de clarinete,
rasgueo de violines, de laúdes.
Sabes pulsar mis teclas más recónditas,
que de tu propio recital se nutren.
Yo tengo mi canción, mas la acomodo
al ritmo y vibración que de ti surgen.
El adagio progresa hacia el allegro,
y adquiere intensidad de excelsitudes,
tú y yo a dúo, en acción, sintonizados,
en dos voces que casi se confunden.
Somos canción de alcoba,
y a nuestro repertorio contribuyen
tonadas de otras gentes, melodías
reflejando ansiedades o costumbres,
anhelos o experiencias,
que a través de la música traslucen
cuanto vivieron ellos,
cuanto emular quisieran, cuanto intuyen.
Y ese acervo de técnicas
deviene herencia nuestra, nos induce
a improvisar atmósferas sinfónicas
que alma y piel nos capturen.
Ensayemos, mujer, tanta armonía,
como en nuestros sentidos se produce.
Los Angeles, 23 de agosto de 2012
Tus enseres
¿Recordarán tus muebles mi contacto,
o ellos también se arropan en olvido?
Sin hacerte preguntas, repasaba
fotos de boda, vacaciones, niños,
en sus marcos de plata, decorando
pared y sobremesa, en el recinto
del salón de los besos iniciales,
de la alcoba de encuentros clandestinos.
Sin culpabilidad, celos, o envidia,
lo mismo, exactamente, que tu anillo.
Te amaba en amplitud, mas sin apremios,
capítulo a capítulo,
forjando vida instante sobre instante,
como escribiendo un libro;
quizá una historia dentro de otra historia,
una crónica intensa, no un capricho.
Estabas tú, y estaba yo, no había
necesidad de más. Y no era efímero,
ni era superficial; Tenía al fondo
solidez de castillo.
Y hoy, volviendo la vista a tus enseres,
que guardaron sigilo,
conscientes de cada acto,
cada susurro o refrenado grito,
sobre todo el espejo con su enorme
ojo alerta de vidrio;
me pregunto qué guarda en su memoria,
de cuanto fue testigo.
Si yo volviera un día,
simple amistad, o amante renacido,
sus almas de cristal o de madera
sentirían quizá el escalofrío,
de quien desenmaraña un viejo tacto,
o un rostro conocido.
Cuánta más es mi fe en tu mobiliario
que en tu propio recuerdo fugitivo.
Los Angeles, 24 de agosto de 2012