Breverías
3115
No sabe de su fuerza quien no enfrenta
hostil oposición o adversidades.
La fortaleza puede ser sangrienta,
porque implica combate. No se ahuyenta
a enemigo agresor con nimiedades.
Los Angeles, noviembre de 2013
3160
Aspira la fragancia de las rosas;
han nacido por ti, te pertenecen,
y la aspires o no, mueren mañana.
Nacieron blandas, cálidas, hermosas,
y al roce de tus dedos se estremecen.
Su vida, sin tu acción, será tan vana…
Los Angeles, diciembre de 2013
Sonetos
3676 - Aliento
Tu rostro, ante mi aliento, no se aleja,
y entremezclas el tuyo con el mío.
Su trabazón genera escalofrío
que a la vez nos sorprende y se festeja.
Danza de dos espíritus, pareja
que, aunque invisible, ensaya un desvarío
de pasos imposibles, y un tronío
de escarceos en íntima madeja.
El aliento es caricia, abrazo, beso,
y es palabra callada, que por eso
tanto dice y tan diáfana se entiende.
Dos alientos unidos, ya uno nuevo,
que ha recibido de ambos el relevo,
místico duende que al flotar se enciende.
Los Angeles, 6 de enero de 2014
3678 - Almohada
Aún mantiene el calor y la fragancia
de tu noche final, en que acogiste,
gentil, mi invitación, y enardeciste
de nuevo mis sentidos en la estancia.
Tanto tiempo me amaste… La distancia
ni aminora el deseo, ni se viste
la prenda del olvido, ni me asiste
en mi afán de asignarle irrelevancia.
Ni las horas, los días, o los meses
borran tu nombre, o crean intereses
que el alma juzgue dignos de aceptar.
Vivo contigo, mas sin ti, y abrazo
tu cuerpo de aire y luz en el regazo
de esta almohada en que estás, aun sin estar.
Los Angeles, 7 de enero de 2014
3679 - Altar
Si los dioses se muestran irritados
por tu desliz, o tus iniquidades,
no te agotes en vanas ansiedades,
restaura sus honores agraviados.
Alza un altar, degüella unos venados,
y envuélvelos en llamas. Las deidades
condonan las más graves impiedades
ante el humo y aromas ofrendados.
Y siempre que te quede algún cordero,
buey o paloma, el temple justiciero
de la divinidad podrá amansarse.
Zeus tal vez exija, entre otras cosas,
víctimas incruentas, pero hermosas,
sólo para en sus brazos abrasarse.
Los Angeles, 7 de enero de 2014
3689 - Anatomía
Eres intimidad y geografía,
y yo descubridor y peregrino.
La ambigüedad de aquello que adivino
me impele a la aserción por cercanía.
Aire, nube, temblor, la fantasía
vuela, no concretiza, y lo genuino
demanda precisión; por tal me obstino
en descubrir tu realidad bravía.
Llevo tu mapa impreso en la memoria,
e intenta mi avidez exploratoria
transitar por tus íntimos paisajes.
El tiempo no me apremia, sí el deseo
de conocerte a fondo, y mi sondeo
derivará en erráticos viajes.
Los Angeles, 10 de enero de 2014
3696 - Apasionamiento
Se apodera de mí, me conmociona,
me absorbe, me controla, me atormenta;
pulpo de cien tentáculos que en lenta
conspiración me ciñe y aprisiona.
La pasión sólo siente, no razona;
fiera impulsiva, eternamente hambrienta,
ni oye, ni ve, ni piensa, y se reinventa
cada vez que el buen juicio la arrincona.
Por mujer, por idea, por objeto,
su destino es final, su único reto
no cuándo, sino cómo conseguirlo.
Tan fatal, y a la vez tan envidiable,
pues aún siendo el fracaso inevitable,
la lucha por llegar vale el sufrirlo.
Los Angeles, 12 de enero de 2014
3700 - Arcilla
El barro es nuestro origen y destino;
nacimos de él y en él nos disgregamos;
y cuántas veces, al andar, dejamos
nuestra huella en el barro del camino;
leve marca de endeble peregrino
que borran viento y lluvia, y olvidamos
como algo efímero, que no logramos
tallar en material noble y genuino.
Pocos serán al paso de la historia
quienes impriman rúbrica de gloria
transmitiendo al futuro su heredad.
También de arcilla son, mas cincelando
en bronce o mármol cómo, dónde y cuándo
fue su labor de excelsa calidad.
Los Angeles, 17 de enero de 2014
Poemas
Dos soledades
Amo la soledad que de ti viene,
aunque me deje de calor desnudo;
despojado de ti, y arrinconado,
esa es la pesadumbre, el infortunio;
mas también descolgado de otras gentes,
de quienes me incomoda hasta el saludo.
Un islote soy ya, sin conexiones,
perdido en el azul, con sólo el flujo
del oleaje hablándome en espuma,
en avances, repliegues y murmullos.
No me apetece más. Lo tuve todo,
y ahora a dos soledades me habitúo;
la que tú me has impuesto, al evadirte,
y la que yo escogí, lejos del mundo.
Nadie podría repetir tus huellas,
atar parejo nudo,
reproducir tus noches,
abrirme idéntico ángulo de muslos.
Eras hotel de cinco estrellas; ¿cómo
adaptarme a pensión de vagabundo?
Mi soledad de ti ya ha ido limando
bordes de angustia y de dolor; la juzgo,
no por lo que perdí, mas por la gloria
de los triunfos logrados, también tuyos.
Y así, purificada
de cada adverso, frívolo atributo,
la llevo en prístina magnificencia,
como fue el mejor tiempo, sin rasguños.
La nueva soledad por mí adoptada
tiene carácter neutro. Ya no escucho
voces cantándome al pasar, ni acepto
miradas ávidas, de acento lúbrico,
ni devuelvo sonrisas,
ni admiro andares curvos,
pues no saben llegar donde llegaste,
ni pueden darme cuanto en ti capturo.
Camino soy que no transita nadie,
y en ambas soledades me bifurco.
Los Angeles, 12 de septiembre de 2012
Compañera otoñal
Vienes a mí, provocador otoño,
calzando los cuarenta, tan madura
como la mies dorada,
y con tacto de espuma.
Llevas en ti fervores de verano,
y primaveras húmedas.
Traes propósitos firmes,
y no hay en ti tentáculos de duda.
Caminas decidida, porque sabes
cuál es tu voluntad. Toda una jungla
se agita en tu interior, y tu mirada,
transparente y directa, no se turba.
Y te vas despojando lentamente,
de toda tu espesura,
las hojas que te adornan, o te cubren,
sonriente, con calma, sin preguntas,
tal cual de tus maneras lo esperara,
en voluptuosidad, con cierta alcurnia,
sin timidez, mirándome de frente,
espléndida mujer, toda desnuda.
No es la primera vez, pero te veo
como si no te hubiera visto nunca,
y en tal magnificencia
se recrean mis ansias más ocultas.
Oh, mi estación de amor, alborotada,
más que la juventud, por la premura
de llegar y ofrecerse, en transparencia,
mostrando una vez más que la lujuria
carece de ese tinte negativo
que le confiere propiedades turbias.
Has venido en candor, y al mismo tiempo
en estremecimiento y en frescura,
rosa que se abre en singular oferta
de belleza y pasión, y no se turba.
Compañera otoñal, pura y lasciva,
hacia ti mi vigor se catapulta.
Los Angeles, 13 de enero de 2013
Imperceptible soplo
De mi pluma a tu libro, que es el mío,
hay distancias, barreras intangibles…,
y una proximidad que me electriza,
y una puerta entreabierta a las sutiles
tendencias reflejadas en palabras
con que tu alma me escribe.
Como si te adentraras en la mía,
intentando adherirte
a sus pliegues internos,
para con más acierto sugerirme
el concepto que en mí revolotea
sin dejarse apresar, limar los grises
versos que se me atascan,
o impeler la visión que se resiste.
De tu libro a mi pluma
flota un hilo invisible
cuyo temblor, al aire de los sueños,
mis más íntimos ámbitos perciben.
En cierto modo, mi poema es tuyo,
nutriendo sus raíces,
recortando el ramaje,
o haciendo su dinámica más simple.
No te incumbe hacer nada,
sólo estar, como el cisne
a la sombra del sauce, sobre el lago,
ondeando tal vez la superficie.
Los más ligeros gestos
suelen tener poderes susceptibles
de estremecer el mundo del poeta,
si éste a la escucha está de los violines
que suenan en la noche, mas no entiende
sino quien nada exige.
Tú me acompañas, aunque no lo sabes,
en tantas noches tristes
sin brazos, ni palabras, ni energía,
mas infinitamente te repites
en diálogo y calor sobre la almohada,
mujer irrepetible.
Y yo te hablo en los versos
que, sin saber, me inspiras o diriges.
Desciendes sobre mí, llovizna de oro,
simple amanuense yo de lo que dices.
Los Angeles, 19 de enero de 2013