1016 - Hotel
Salvo la bienvenida cortesana
del umbral, más o menos ostentoso,
no hay hoteles dispares. El reposo,
la aventura sexual, la caravana
de mercaderes que el trajín hermana,
todos se hunden al fondo silencioso
del pasillo, en penumbra o luminoso,
cíclicas olas de marea urbana.
Alcoba previsible, mobiliario
de toque impersonal, utilitario,
láminas modernistas, amplio lecho,
y la impresión de haber estado antes.
Tal vez. ¿Qué nos importa? Siendo amantes,
no hay lugar, sino pecho sobre pecho.
Los Angeles, 10 de enero de 2004