1018 - Resurgimiento
Ya no hay rosas deshechas; la pisada
que aplastó su belleza, ya no pisa;
cuelga de cada rama una sonrisa,
en alucinación transfigurada.
Ni duele ya la nieve; deshelada,
no permanece, fluye a toda prisa;
nace el alba, la vida se improvisa,
y envaina el labio hipócrita su espada.
Breve la sombra fue, hueca, olvidable,
libre de ofuscación por improbable,
y al toque de la luz se disipó.
En nuevos ojos caigo y profundizo;
ni vagabundo ya, ni advenedizo,
mi senda es ella, su camino, yo.
Los Angeles, 17 de enero de 2004