103a - La fragua
Dolor de yunque en las entrañas llevo
rompiéndome la carne a martillazos,
pues vacíos de tí cuelgan mis brazos,
y sin tu voz ni a respirar me atrevo.
En la penumbra de mi fragua elevo
una canción de hierro, y a zarpazos
intento restaurar los viejos lazos
forjándome otro resistente y nuevo.
Y los ruidos metálicos resuenan
noche y día, febrilmente incesantes,
y en fuego y viento y fuerza se encadenan,
sin lograr resultados importantes;
porque al silencio oscuro se condenan
a la hora de apartarse los amantes.
Los Angeles, 22 de julio de 1998