1150 - Alborada
Al balcón ha trepado la mañana
saturada de sol y de rocío,
con la solemne terquedad de un río
que intenta desaguar por la ventana.
A ti abrazado en esta hora temprana,
con sólo sombra y piel por atavío,
me resisto al discreto desafío
de la luz horadando la persiana.
Recobran sus perfiles los objetos
mientras duermes. ¿Qué lúbricos secretos
navegan por tus sueños, en tu mente?
Te contemplo tan grácil, indefensa,
desnuda junto a mí, ráfaga intensa,
cuerpo maduro, amor adolescente.
Los Angeles, 29 de septiembre de 2004