1153 - Rosas de cinismo
En mi jardín las rosas nacen, crecen,
y se extinguen también, a pesar mío;
permito su sonrisa de rocío
mientras inexorables languidecen.
No soy floricultor; me pertenecen
por brotar junto a mí; si un amorío
requiere el ramo, al punto desconfío,
y la sangre y la piel se me adormecen.
La rosa es póliza de compraventa,
de un lado, vanidad, del otro afrenta
bajo apariencia de satisfacción.
¿A pétalo por beso? Qué bajeza;
sin herramienta tal, la gentileza
sabe el camino de la seducción.
Los Angeles, 4 de octubre de 2004