1188 - Muerte
Vivo entre las antorchas humeantes
de esta noche que no sabe dormirse;
me evadí de la luz, y empezó a abrirse
comitiva de llamas palpitantes.
Vine a entrar en las sombras; qué distantes
sus garras al que intenta despedirse,
qué erguidas al que no quiere morirse;
tan paradójicas como constantes.
Si el hambre de vivir se nos disuelve,
la llamada a la muerte nos devuelve
el eco en gris de nuestro propio grito.
La muerte es una amante caprichosa,
besa a quien no la quiere, y desdeñosa
ignora a quien codicia el infinito.
Los Angeles, 9 de diciembre de 2004