1226 - Primaveral invierno
Al hablarme, sofocas o amordazas
tantas palabras que enunciar quisieras;
si vengo en son de paz a tus riberas,
¿por qué las fortificas y acorazas?
Sean tus manos íntimas tenazas,
tu voz, chorro de luces que liberas,
tus muslos, lúbricas enredaderas
que más me estrechan cuanto más me abrazas.
Qué extraño invierno: Se derrite el hielo,
florecen los jacintos, y en revuelo
vuelven los ánades y las cigüeñas.
Desvélate, mujer, sal a la calle,
que perderás este esplendor del valle
si bajas la persiana y sólo sueñas.
Los Angeles, 28 de enero de 2005